miércoles, 3 de diciembre de 2008

¡¡Honorato Céspedes solicita un préstamo!!

Hala, hala, hala; a tomar por culo el mundo

BANCO JONUDO. SUCURSAL Nº 23. HACIENDO ESQUINA CON LA AVENIDA OPEL CORSA Y EL MERCADO DE SANTA FITIPALDA. DESPACHO DEL INTERVENTOR, AL LADO DEL CUARTO DE LAS ESCOBAS. INT. DÍA. FRÍO QUE TE CAGAS.
El INTERVENTOR, que suena parecido a Inventor pero que no tiene nada que ver, y si no que baje Dios y lo vea, desarrolla afanosamente su tarea habitual, que no tengo ni puta idea de en qué consiste. Intervenir cosas relacionadas con los bancos, supongo. Por la puerta entra ¡HONORATO CÉSPEDES, autodenominado Gran Villano Internacional y Maestro del Crimen, aunque realmente se dedique a la venta de plantas y a los arreglos florales. Cierra exclamación! Ya está.
INTERVENTOR (levantando la vista de… em… su tarea habitual. Sí, eso.): ¡Hombre, señor Céspedes! ¡Deshojo los chochos! Eh… ¡De chochos los ojos! No… ¡Los chochos de a ocho!
CÉSPEDES: ¡Pero, oiga! ¿Qué le pasa a usted hoy con los chochos?
INTERVENTOR: ¡Dichosos los ojos!
CÉSPEDES (sentándose en una silla fea pero funcional): Ah, bueno.
INTERVENTOR: Dichosos los ojos que ven ese chocho. ¡Ja!
CÉSPEDES: Mire…
INTERVENTOR: Qué frío hace hoy, ¿eh?
CÉSPEDES: Ya le digo. Han bajado las temperaturas una barbaridad.
INTERVENTOR: Ciertamente, ciertamente. Esta mañana no me encontraba ni la picha, del frío que hacía. Fíjese, fíjese, fíjese.
CÉSPEDES: Me hago cargo. Bueno, ahora que hemos roto el hielo…
INTERVENTOR: ¡No me lo diga! Ha venido a solicitar un préstamo.
CÉSPEDES: ¡Sí! ¡Eh, menudo máquina! ¿Cómo lo ha sabido?
INTERVENTOR: Porque me lo dijo usted ayer. Nos encontramos en la frutería. Usted llevaba un manojo de berros en la mano. ¿Está tonto o qué le pasa?
CÉSPEDES: ¿Me lo da, o qué?
INTERVENTOR: ¡Eje! ¡Pare el carro, campeón! Usted sabe que estas cosas no van así. Debo hacerle unas preguntas antes de entrar en materia. Yo es que soy más bien clasicote, ¿sabe usted?
CÉSPEDES: Ah, ya. Conocernos antes y tal. Vale.
INTERVENTOR: Vamos a ver. ¿Ha visitado Munich alguna vez?
CÉSPEDES: ¿Esa información es relevante para que le concedan a uno un préstamo?
INTERVENTOR: No, pero sentía curiosidad. Segunda pregunta: ¿Para qué quiere usted la pasta? Porque es un montón de pasta, así que más le vale que sea para algo realmente importante, como, no sé, como construir una reproducción a tamaño real de la Giralda con palillos de dientes, o comprar unas alpargatas de platino y diamantes, o pagar la comunión de su chiquillo, por ejemplo.
CÉSPEDES: ¿No le parece demasiado dinero para una comunión, oiga?
INTERVENTOR: Todo es poco para su chiquillo. Su hijo se merece eso y más.
CÉSPEDES: ¿Y eso?
INTERVENTOR: ¿Su hijo no es el príncipe heredero de Escocia?
CÉSPEDES: ¿Eh? No, no. Vamos, creo que no. Mmm… Ahora ya me ha puesto usted en duda. Como ese mocoso nunca me cuenta nada…
INTERVENTOR: ¿Piensa alargarse el pene?
CÉSPEDES: No, no, desde luego que no. ¿Tan caro vale un alargamiento de pene?
INTERVENTOR: Lo dudo, pero me pareció un buen momento para sacar el tema a colación. ¿Para qué quiere la pasta?
CÉSPEDES: Bueno, ejem, es que tengo un proyecto empresarial en mente…
INTERVENTOR: Ya veo lo que quiere decir. Piensa ampliar la floristería. Comprar el local de al lado y echar el tabique abajo. O echar el tabique abajo sin comprar el local de al lado. Total, si es un local de ensayo. ¡Putos melenudos! Anda y que se jodan.
CÉSPEDES: No tiene nada que ver con la floristería. Vera, ejem, usted me conoce desde hace años, y ya sabe que llevo un tiempo considerando destruir el mundo…
INTERVENTOR: Ah, no, ni hablar. Ni un duro para destruir el mundo. Ya nos jodió una vez, ¿recuerda? Le dimos un montón de pasta para construir un órgano gigante con el que contactar con alienígenas beligerantes. ¿Y qué pasó? ¿Vinieron? A mí me parece que no. Yo al mundo lo veo como muy enterito, ¿usted no? Además, ¿cómo pretende contactar con extraterrestres tocando “¿Dónde vas, Alfonso XII?”?
CÉSPEDES: Hombre, como esa canción la conoce todo Cristo…
INTERVENTOR: Lo dicho; ni un puto duro.
CÉSPEDES: No se precipite. Esta vez tengo un plan infalible.
INTERVENTOR: No me venga con esas. Si quiere destruir el mundo, rásquese el bolsillo.
CÉSPEDES: ¿Cree que si yo pudiera afrontar el gasto no lo habría hecho ya? Entre la hipoteca, la letra del coche y las clases de karate de los niños se me hace un poco difícil llegar a final de mes, no digamos ahorrar para una bomba atómica.
INTERVENTOR: Poco iba a hacer con una sola bomba atómica, de todos modos.
CÉSPEDES: Por algo se empieza.
INTERVENTOR: ¿Por dónde empezaría usted?
CÉSPEDES: Tenía pensado empezar por Islandia.
INTERVENTOR: ¿Por qué Islandia? ¿Algún tipo de venganza personal?
CÉSPEDES: Porque me da mucha rabia. ¿A usted no le da rabia Islandia?
INTERVENTOR: A mí Islandia me la trae al fresco. Lo que no soporto es el Mar Báltico. Me pone de los nervios. Cada vez que alguien lo mienta me pongo enfermo. Se creerá muy guay, el puto Mar Báltico.
CÉSPEDES: ¿Me da la pasta ya, o…?
INTERVENTOR: Los cojones.
CÉSPEDES: ¿Sabe? Cuando domine el mundo se arrepentirá de esto.
INTERVENTOR (chulito): ¿Ah, sí?
CÉSPEDES: Sí. Le voy a hacer una putada muy gorda. Le voy a… a rayar el coche. Eso es. Cuando domine el mundo, le voy a rayar el coche. Y le voy a meter notas obscenas en el buzón. ¡Se va a cagar, cuando domine el mundo!
INTERVENTOR: ¿No pensaba destruirlo?
CÉSPEDES: Depende del día. Los grandes villanos también somos seres humanos, con nuestros altibajos y todo. Un día quieres destruir el mundo, otro dominarlo. Hace un rato quería destruirlo. Después dominarlo. Ahora, otra vez destruirlo.
INTERVENTOR: Oiga, ¿y ha pensado qué va a hacer después de destruirlo? ¿Dónde va a vivir?
CÉSPEDES: Joder, pues anda que no hay sitios. No sé… ¿En Connecticut?
INTERVENTOR: ¿No piensa destruir Connecticut?
CÉSPEDES: Hostia, es verdad. Eh… bueno, pues lo destruyo todo menos un cacho. Una parcelita así, no muy grande. Yo me conformo con poco.
INTERVENTOR: ¿Y cómo piensa subsistir? Quiero decir, ¿qué va a comer?
CÉSPEDES: Pues yo que sé. Ya me haré una pizza o algo…


En el próximo episodio, Honorato Céspedes decide pasar la tarde haciendo el mal un rato… ¡pero su mujer sale a comprar y tiene que quedarse con los niños! ¡CHAN-CHAN! Además, la verdadera historia de Mussolini Céspedes, príncipe heredero de Escocia.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La Iglesia frente a la problemática del pensamiento autónomo


1. DESPACHO DE ORTEGA Y GASSET. INT. DÍA.
Ortega y Gasset garabatea algo en una hoja de papel. Levanta la vista y mira a cámara.
ORTEGA Y GASSET: Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas.

2. CALLE CÉNTRICA. EXT. DÍA.
Un sacerdote habla a cámara con un micrófono delante.
SACERDOTE: Sí, hombre; y un cipote.

sábado, 1 de noviembre de 2008

¡Que viene el canco!

Fotograma de "Sentido y sensibilidad 2ª parte"


Estimados amigos de los callejones oscuros:
-Buenas noches y bienvenidos a la Maratón de Halloween de Un beso de buenas noches de mil demonios.
-¡Brrrruummmm!
-Permítanos abrir para ustedes la puerta a lo desconocido.
-Ñiiieeeeec.
-Detrás de ella les espera el misterio.
-¿EH?
-¡Y el terror!
-¡Uuuuuhhhh!
-Sus corazones latirán desbocados.
-¡Pom, pom! ¡Pom, Pom!
-¡Se quedarán sin palabras!
-...
-¡Se mearán encima del susto!
-Eh... ¡Pssssssss!
-¡Se cagarán vivos!
-Hum... ¡Prrrttttzzz!
-¡Pero lo que se dice cagarse vivo, oigan!
-Ah... ¡Prrrt...! Esto, señor...
-¿Sí, Ruiz?
-Observo que, eh, se está saltando el guión que le escribí.
-Sí, bueno, muchacho, ya sabes. He decidido añadir algo de mi propia cosecha, improvisar un poco.
-No, si eso de improvisar está muy bien, pero, ¿le importaría avisarme antes de hacerlo?

1. La Invasión de los Extraterrestres del Espacio Exterior (Dan Chopped, 1957).
La siguiente película de Chopped después de El Ataque de los Ovnis Voladores no Identificados (1956) marca un antes y un después en la Historia del cine de ciencia-ficción, por cuanto antes no se había realizado y después, sí. Unos alienígenas con aspecto humano llegan a la Tierra con el pérfido plan de sustituir al Presidente de los Estados Unidos por una maceta y pretender que su gabinete no se dé cuenta. Al principio su sigilosa infiltración funciona a las mil maravillas y pasan totalmente desapercibidos a ojos humanos, hasta que uno de los invasores tropieza con una pila de cacerolas y se arma la de Dios es Cristo. Un periodista testigo de los hechos alerta a las autoridades, que se llevan un mal rato tremendo y deciden contraatacar. El ejército utiliza todos los medios conocidos para acabar con la vida de seres de otros planetas: agua, electricidad, hielo y ultrasonidos, pero éstos se revelan inútiles contra los invasores. Cuando todo parece perdido y los alienígenas, en su sed de dominación, han alcanzado puestos influyentes en varias comunidades de vecinos, un granjero de Arkansas descubre por casualidad que volarles la cabeza con una escopeta da unos resultados bastante aceptables. En el tenso clímax final, el periodista se enfrenta al megalómano líder de los invasores en una lucha a muerte de la que sale mal parado, con rozaduras en los empeines y pimienta en los ojos. En un envite desesperado, el periodista descubre que el jefe extraterrestre se pone como lacio cuando le soplas en el cogote y entonces resulta relativamente fácil pasarle una apisonadora por encima.

2. Los Pelos del Hombre Lobo (Mario Ropero, 1968).
Una turista sueca conoce en un guateque al noble venido a menos Wenceslao Tchaikovski, que en las noches de luna llena tiene picores por todo el cuerpo y se dedica a devorar parroquianos. En el romántico desenlace, el hombre lobo rehúsa comerse a su amada, pero se pone como el Kiko con su hermana menor. En la doble versión rodada para el extranjero, Wenceslao sólo es capaz de ponerse pinocho cuando se convierte en hombre lobo.

3. Siete rinocerontes bajo un paraguas verde (Luigi Cabronetti, 1971).
Dos años después de su afamado western Dos espuelas para un cojo, Cabronetti se sube al carro del giallo con esta perversa película donde el asesino despliega un impresionante repertorio de asesinatos creativos: Tira una piel de plátano y un notario resbala y se desnuca contra la costa de Madagascar; obliga a una periodista a sentarse sobre una varilla de pinchos morunos; le raja el gaznate a un ganadero con el canto de un folio, etc.

4. El Demoniero (Maxwell Friedchicken, 1974).
La pequeña Roberta, de doce años, disfruta con las mismas cosas que cualquier niña de su edad, como enterrar gatos vivos o empujar a ancianos con bastón en las escaleras del metro. Pero un día, sin motivo aparente, Roberta comienza a desarrollar facultades extrañas, como hablar en lenguas que no conoce (en una escalofriante secuencia, entra en la cocina y le dice a su madre: "Ozú, mi arma, ven acá p'acá"). La madre, alarmada, lleva a la niña a un psicólogo, que le dice que su hija padece un poco de estrés causado por los estudios, y que quizá por eso puede levitar y mover objetos con la mente. La madre, poco convencida con el diagnóstico, decide solicitar ayuda espiritual y llama a un exorcista que le había recomendado su vecina del 3º A. El Padre Manolas, un sacerdote de ascendencia griega que atraviesa una punzante crisis de fe (su aventurada hipótesis según la cual la Santísima Trinidad estaba en realidad formada por El Padre, El Hijo y Una Prima Segunda de Milwaukee causó una gran controversia en el seminario) ve en este desafío una oportunidad para reconciliarse con la Iglesia Católica, e intenta por todos los medios que su nueva cliente no descubra que hasta ese momento sólo había practicado exorcismos sobre animales domésticos. En su primera confrontación con el engendro del averno que posee a la niña (y que se identifica como belcebú26), éste le despliega una abanico de obscenidades que harían sudar tinta al más estoico de los hombres, como comerse treinta y seis huevos duros seguidos. Cuando Manolas está rezando el Padrenuestro, Roberta le vomita en la sotana el guacamole que le había preparado su madre la noche anterior. Aunque al principio se siente asqueado, le parece una menudencia comparada con salir disparado por ventana a una altura de cuatro pisos arrastrado por una fuerza invisible. Como toda persona que muere dejando algún asunto pendiente en el mundo de los vivos, el espíritu del Padre Manolas queda atrapado en el plano físico, así que la madre de Roberta va a buscarlo al bar. Después de una crispada conversación ("Lo que pasa es que no tiene huevos", "Eso usted no me lo dice en la calle", etc.), la abnegada mujer convence al sacerdote de que vuelva a la casa y solucione el embolado. Dado su actual estado ectoplásmico, al Padre Manolas no le cuesta nada colarse en el cuerpo de Roberta haciéndose el despistado. El sacerdote busca al demonio por todos los rincones del alma de Roberta. Afortunadamente, cuando lo encuentra éste está de espaldas limándose las pezuñas, así que el Padre aprovecha para meterle una manta de palos que para él se queda.

5. Campamento Muerte (Sam Cunnilingham, 1980)
Un grupo de jóvenes va de excursión al Campamento Muerte, llamado así porque todo el que pasa por allí, muere. Esta película no tiene mucho más que contar; primero mueren los que gastan bromas pesadas y los que follan, y después todos los demás. Al final, después de una larga noche de sangre y horror, mueren hasta los que sobreviven. El éxito del filme fue tan grande que generó un montón de secuelas; en la quinta parte los propietarios del campamento, en un intento por acabar con el tema de las matanzas, deciden cambiar el nombre por el de Parque Natural Muerte, pero en la décima entrega se dan cuenta de que el problema de los cadáveres no se ha solucionado del todo y venden los terrenos, momento en el que la saga pasa a denominarse Complejo Residencial Muerte, llamado así porque todo el que se muda allí…
Su director realizó posteriormente otras pequeñas joyas del cine de horror ochentero, como Mira que te tengo dicho que no bajes al sótano (1982) y la claustrofóbica Masacre en el Armario de las Escobas (1985).

6. El Susto (Himeneo Tikitaka, 1999)
Una periodista de Tokio recibe en su domicilio una cinta de vídeo cuyo visionado te causa la muerte después de una semana, pero el idiota que la grabó se equivocó al programar el vídeo y la protagonista tiene que tragarse una hora de teletienda antes de llegar al trozo maldito en cuestión. Después sale una menda con los pelos tapándole la cara que no mata a nadie porque se pega contra todas las farolas. Yo es que estas películas japonesas no las entiendo.
Al año siguiente se realizó un remake americano (El Sobresalto), donde el segmento de la teletienda está protagonizado por Chuck Norris.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Ruiz propone un tema

¡Atención, niños! El tío Michael aconseja: "Drógate con moderación. Es tu responsabilidad".


Estimados espantajos:
Seré sincero con vosotros: a mí Halloween siempre me la ha traído al pairo (abucheos y expresiones de decepción generalizados. Alguien entre el público asistente hace algo de provecho y se saca un moco). Yo soy del día de Todos los Santos de toda la vida de Dios, venerable celebración que aprovechamos para recordar a nuestros muertos, al contrario que el resto de los días del año, que aprovechamos para acordarnos de los muertos de los demás. ¿A qué viene ahora esa chuminada de disfrazarse? Yo nunca he ido a llevar flores a la tumba de mi tía abuela vestido de El Zorro, aunque ganas no me han faltado. ¿Y eso de pedir caramelos de puerta en puerta? ¿De repente somos pobres, o qué?
-¡Señor! ¡Eh, señor! -me interrumpió un adorable mocoso de no más de nueve años.
-¿Sí, pequeño bambino?
-Mi mamá siempre me dice que no acepte caramelos de extraños porque llevan droga.
-Tu madre es una mujer razonable, muchacho, aunque baje a la frutería hecha una piltrafa. Yo, al contrario que tú, niño mimado, padecí una infancia desgraciada, y mí santa madre me enseñó a no despreciar comida gratis. A los diez años mi aspecto era tan lamentable que los extraños me ofrecían caramelos rellenos de metadona. Así que hazle caso a tu madre, hijo. Estudia, lleva una vida sana, sé un buen ciudadano; haz que tu padre se sienta orgulloso de ti cuando salga de la cárcel. ¿Te ha quedado claro, pequeño gran hombre?
-Tengo pipí.
-Pues yo tengo pipí y caca, así que yo prime.
Mi zalamero mayordomo pareció materializarse de la nada.
-¿Milord?
-¡Joder, Jean-Claude, te tengo dicho que no seas tan sigiloso al andar, que me das unos sustos de muerte! ¿Dónde están los tacones de aguja que te compré?
-Los he llevado al zapatero, señoría. Tenían las tapillas muy gastadas.
-¿Para qué me interrumpes, lacayo? Ahora ese pequeño bastardo se meterá en la toilette antes que yo, y seguro que me deja la tapa llena de orines.
-Mis disculpas, eminencia, pero me veo en la obligación de llamar su atención sobre dos asuntos que a buen seguro serán de su interés.
-Escupe.
-El primer asunto es relativo a su indumentaria, señor.
-¿Qué le pasa a mi indumentaria, insolente?
-No he podido evitar advertir que está impartiendo su osada conferencia en calzoncillos, señor.
-Soy consciente de ello, Jean-Claude. No veas lo difícil que me resulta atraer la curiosidad de mis seguidores últimamente. ¿El segundo asunto tiene que ver con el teléfono inalámbrico que portas en tu inseparable bandeja, exasperantemente fiel criado mío?
-Indudablemente, señor. Su amigo el señor Ruiz pregunta por usted.
-¿Ruiz, el Pequeño Freak? Qué alegría me das, Jean-Claude; hacía tiempo que no sabía nada de ese mamoncete.
-Ahí se las ventile, milord -dijo mi sobrio mayordomo pasándome la terminal.
-Ruiz, muchachote, ¿qué te cuentas?
-¡Hola, señor! -saludó Ruiz al otro lado de la línea-. Eh, señor, no es por molestar, pero... eh... he oído que me ha llamado... mamoncete, señor.
-¡Pero mi querido muchacho! No hay motivo para sentirse ofendido. Mamoncete no es más que un apelativo cariñoso, como, no sé, como hijo de la gran puta, por ejemplo -expliqué.
-Disculpe, señor, pero... ah... hijo de la gran puta no me parece un apelativo excesivamente cariñoso.
-¿Cómo que no? Mi bisabuelo me lo decía constantemente. "No me robes la pensión, hijo de la gran puta", "No me abandones en esta gasolinera, hijo de la gran puta". Ah, que gran hombre, mi bisabuelo. Aún resuenan en mis oídos sus últimas palabras: "No me incineres que todavía estoy vivo, hijo de la gran puta".
-Ya. Mmm...
-¿Cuál es el motivo de esta grata sorpresa, hijo de la gran puta?
-Ah, señor, no me gustaría parecer irrespetuoso, pero preferiría que no me llamara así.
-Claro, claro, Ruiz; disculpa tú a esta vieja mula; no puedo evitar que la emoción me embargue. ¿Lo entiendes, verdad?
-Sí, sí; cómo no. Vera, señor, me, ejem, me gustaría proponerle algo. Es, bueno, una especie de favor personal.
-Claro, claro, hijo; lo que quieras. ¿De qué se trata? Espera, no me lo digas. Quieres que te acompañe a comprar condones, ¿es eso? -suspiro-. Ay, estos niños crecen sin que te des cuenta. Un día tienen la tos ferina y al siguiente, poluciones nocturnas. Porque tu ya eyaculas, ¿verdad, hijo?
-Er, claro, señor, desde hace ya unos años. ¿Pero qué edad cree que tengo?
-¿Te has echado novia?
-Ejem, no, señor. Yo... eh... digamos que todavía no he encontrado a la mujer adecuada.
-No me jodas, hombre; anda que estás tú como para exigir. Sin duda, entenderás que no a todas las mujeres les guste que les derramen cera caliente en los pezones.
-Oiga, ¿por quién me ha tomado? A mí no va ese rollo, ¿sabe?
-Mil perdones, hijo. Quién lo hubiera dicho, con la pinta de pervertido que me llevas.
-¿Pero qué dice? ¿Qué tiene de pervertida mi camiseta de Naruto?
-¿De quién?
-De Naruto.
-Por el culo te la embuto.
-¡Oiga, me tiene ya hasta las narices!
-¿A qué viene ese súbito acceso de ira, caballerete?
-¡Y le tengo dicho que no me llame "caballerete", que me parece muy paternalista!
-Noto que se te ha agriado el carácter desde la última vez que nos vimos, Ruiz. ¿Sabes? Estoy pensando hasta en paralizar los trámites de tu adopción.
-¿Qué? ¿Pero cómo piensa adoptarme? ¡Yo ya tengo padres!
-Tenías.
-¿De qué está hablando? Estoy viendo ahora mismo a mi madre tumbada en el sofá.
-Por poco tiempo. Un pajarito siciliano amigo mío me ha asegurado que a tu madre le quedan pocas croquetas por freír.
-¿Perdone?
-Nada, nada; que digo que qué se te ofrece.
-Ah, sí. Verá, señor, había pensado que, como el viernes es Halloween y tal, podría proponer a sus lectores una maratón de cine de terror, ya sabe. Yo le paso unos divx y usted los comenta. Creo que a sus admiradores les podría interesar su opinión sobre algunos clásicos señeros del género.
-Mmm, no sé; no estoy muy seguro de que el tema sea del agrado de mis seguidores. Mi target ideal no va por ahí, ¿sabes?
-...
-¿Ruiz? ¿Estás ahí?
-Sí, sí, señor.
-Menos mal; qué susto me has dado. Por un momento creí que te estabas masturbando.
-No sabía que su blog tuviera un target de público, señor.
-Claro que sí, muchacho. El perfil promedio del lector de Un beso de buenas noches de mil demonios es el de un/a joven de entre 20 y 40 años interesado por la zoofilia.
-Permítame que disienta, maestro, pero, hum, yo soy lector suyo y, bueno, no estoy para nada interesado en la zoofilia.
-¿En serio? ¿Me estás diciendo que jamás has acariciado lascivamente a un babuino?
-No, señor; qué cosas dice usted.
-Pues no sabes lo que te pierdes. ¿Películas de terror, dices? Bueno, tendré que aplazar el cautivador artículo sobre hemorroides que había preparado para el viernes…

Ya lo habéis oído, sordas. ¡El próximo viernes 31, Maratón de Halloween en Un beso de buenas noches de mil demonios! ¡AMAZING! (Asombroso) ¡HORRIFYING! (Horripilante) ¡BOLLOCKING! (Acojonante) ¡PA’ CAGARSE LA PATA ABAJO, CANIJO! (To shit the leg down, you thin man).

lunes, 27 de octubre de 2008

El post que nunca estuvo aquí


"Hermano, ¿me das algo para una Duff?"
¡Hey, troncos!
Soy el culo de un tío que está haciendo un calvo (ver foto inferior), y estoy aquí para tirarme un cuesco y para comunicaros que el autor de esta sacrosanta bitácora vuelve esta semana con todos vosotros y trae un porrón de novedades, entre las que nos gustaría destacar dos: ¡Posts nuevos y posts que el autor no había publicado antes! Por si fuera poco, el autor también os tiene preparados posts que no habíais leído con anterioridad, y, además, posts que no están repetidos. Posts desconocidos para vosotros y posts que nunca os han presentado. Posts originales y posts recién hechos. Posts que jamás han visto la luz y posts que tampoco. Y de propina, una sorpresa muy especial: ¡Posts diferentes a los otros posts! ¡Estamos que lo tiramos, señora!


Al autor le hacen un taco de gracia los culos que hablan

miércoles, 22 de octubre de 2008

Unas palabras de mi portero

¡Eje, pollos!
Soy el portero del vecino que escribe en el internés este, y ma mandao decir que no sa muerto ni ná, que va. Esques tá más liao cun trompo el hombre, escribiendo unos guijones pa no se qué, pero dentro de ná estará otra vez aquí para contaros más chistes guarros, de esos de "¿Ande está la señora?", "Pos creo que en el servicio, porque se iba peyendo por el pasillo". Asín que no irse, ¿en?

No es un afoto del autor; que más le gustaría a ése que ser un pato disfrazao.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Diarreas mentales y de las otras

Sí, ya sé que la foto es repetida; pero es que me parece un cagadero de lo más elegante, oyes.

Estimadas señoritas:
Cómo ya sabéis los que seguís mis alegres peripecias, la semana pasada estuve con cagalera (también denominada "diarrea" en círculos académicos y fiestas de postín), así que tuve mucho tiempo para pensar entre chicate y chicate, e inexplicablemente, por uno de esos mecanismos de asociación de ideas que nunca llegaré a comprender del todo, hice una nota mental que decía así:

(Nota mental: Comprar un cuaderno para anotar las notas mentales, que después se me olvida todo).

Y después ésta otra:

(Segunda nota mental: Estoooo… ¿en qué estaba yo pensando?)

[Es nuestro deber aclarar que el autor también olvidó la primera nota mental, así que bajó al chino pero no recordó que tenía que comprar el cuaderno. Eso sí, se trajo una espumadera, así que no se puede decir que el viaje fuera en balde].

El caso es que cuando se me olvida una buena idea siempre exclamo “¡Mierda!” (antes exclamaba “¡Voto a bríos!”, pero abandoné la costumbre cuando mi catequista empezó a mirarme raro), así que volví a repetir la asociación de ideas: “Mierda-Diarrea”, y me encerré en la toilette para un segundo asalto. Esta vez me llevé algo para leer; se trataba del Diccionario de la Lengua Española. Empecé a leerlo con fruición, aunque he de decir que por el título esperaba que el contenido fuera un poco más picante. Y heme en tamaña tesitura cuando encontré la definición de la palabra “Diarrea”:

2. f. Dispersión de grupos humanos que abandonan su lugar de origen.

Como os podéis imaginar, mi sorpresa fue mayúscula, y mi determinación inapelable; hice firme propósito de tratar a la mierda con más respeto, ahora que sabía que era un ser humano como tú y como yo.
Mayor fue aún mi sorpresa cuando descubrí que la palabra cuyo significado estaba mirando era “diáspora” y que “diarrea” se encontraba un poco más arriba.

1. f. Síntoma o fenómeno morboso que consiste en evacuaciones de vientre líquidas y frecuentes.

“Uy, sí, un morbo que te cagas”, pensé en voz alta (reflexión que provocó que mis padres se plantearan seriamente echar la puerta abajo, alarmados por la posibilidad de hallarme intoxicado por los efluvios de mi propio detritus).
Entonces me planteé, ¿de dónde viene la expresión “Que te cagas”? ¿Por qué la utilizamos cuando nos referimos a algo con intensidad superlativa? ¿Por qué decimos “Tengo un sueño que te cagas” y no “Tengo unas ganas de cagar que te duermes”? ¿O “Tengo un hambre que te cagas” y no “Tengo unas ganas de cagar que comes”?
Para ilustrar lo que digo, una foto de un mojón seco:

Nota: La administración de Un beso de buenas noches de mil demonios advierte que el autor perdió el interés por las pajas mentales por cuanto no implicaban necesariamente acariciarse el prepucio.

sábado, 20 de septiembre de 2008

¡¡El mundo peligra que no veas!!


INT. SALA DE JUNTAS DEL SERVICIO SECRETO. DÍA.
Una luz azulada alumbra escasamente una sala de unos doscientos metros cuadrados y casi totalmente desprovista de muebles. En el centro de la habitación vemos una larga mesa, alrededor de la cual se encuentran cinco hombres sentados e impecablemente trajeados. La tensión se puede cortar con un cuchillo y, acto seguido, introducirse entre dos rebanadas de pan cateto (pido disculpas por la soplapollez que acabo de decir).
JEFAZO: Señores, no tenemos tiempo que perder. He convocado esta reunión de emergencia porque la situación no puede ser más grave.
AGENTE1: ¡CHAN-CHAN!
JEFAZO: Kowalski, es usted imbécil, pero tiene razón. Estamos ante una auténtica situación "¡CHAN-CHAN!"
AGENTE2: ¿Tan grave es el asunto, jefe?
JEFAZO: ¿Está usted sordo, Callahan? ¿Qué parte de " Estamos ante una auténtica situación "¡CHAN-CHAN!" no ha entendido?
AGENTE2: La parte del estafilococo.
JEFAZO: ¿Qué estafilococo?
AGENTE2: Usted ha dicho, “Estamos ante una auténtica situación ¡CHAN-CHAN! y el estafilococo aureus...", no sé qué.
JEFAZO: No he dicho nada sobre el estafilococo aureus. (Al resto de los asistentes) ¿He dicho algo sobre el estafilococo aureus? (Los agentes se encogen de hombros o miran hacia otro lado distraídamente).
AGENTE2: Bueno, a mí me parecía que había mencionado algo al respecto.
JEFAZO: Callahan, no he dicho una mierda acerca del estafilococo aureus. En estos momentos, el estafilococo aureus me importa tres cojones. Estamos en estado de emergencia. La Seguridad Internacional está en juego.
AGENTE2: Joder, la cosa parece grave.
JEFAZO: La cosa ES grave, Callahan. Lo he dicho al principio. "La situación no puede ser más grave", he dicho.
AGENTE2 (da un silbido): Muy pero que muy grave, ¿eh?
JEFAZO: Sí, Callahan. Una gravedad de la hostia.
AGENTE2: ¿Respecto a qué?
JEFAZO: ¿Perdón?
AGENTE2: La situación no puede ser más grave, ¿que qué?
JEFAZO (suspira pesadamente): Que ninguna otra cosa en el puto mundo, Callahan.
AGENTE2: Coño, pues sí que es grave. ¿Lo sabe el Presidente?
JEFAZO: Le he telefoneado antes que a ustedes, agentes.
AGENTE2: ¿Y qué ha dicho?
JEFAZO: No estaba en casa. Había ido a recoger una mesita de noche que había encargado o no se qué coño. Le he dado el recado a la Primera Dama. Me ha dicho que el Presidente me llamaría luego, si eso.
AGENTE3: ¿A qué tipo de amenaza nos enfrentamos, jefe? ¿Octavius Starkweather ha vuelto a lanzar un ultimátum, quizá?
JEFAZO: No, Devereaux. Es algo mucho peor que Starkweather.
AGENTE2 (haciendo memoria): ¿Quién me dijo a mí hace poco que había visto a Starkweather en una ferretería?
JEFAZO: ¿Qué?
AGENTE2: Alguien me dijo, “Adivina a quién he visto comprando unos alicates”…
JEFAZO: ¿Un conocido suyo vio al Enemigo Público Número Uno, al Hombre Más Perseguido del Mundo comprando unos alicates?
AGENTE2: Un conocido o un familiar, no me acuerdo. (Para sí) Sí, hombre, ¿quién fue? Mmm… ¿No fue mi cuñado?
JEFAZO: ¿Pero qué me está contando, Callahan? 0’05 –nuestro espía más discreto, aquí presente- estuvo dos años persiguiendo a Starkweather por todo el planeta hasta que le perdió la pista en Tierra del Fuego… ¿y me está diciendo que su cuñado se cruzó con él en una puta ferretería?
AGENTE2 (evocador): Tierra del Fuego… Joder, qué nombre tan guay para un sitio.
JEFAZO: Vamos a ver, Callahan. Starkweather es el tipo que nos dejó en ridículo colándose en el avión del Presidente para mearse fuera del inodoro.
CEROCOMACEROCINCO (echándose al coleto un Martini con vodka): A veces pienso que no debimos provocarle publicando esas fotos de su madre en pelotas.
AGENTE1: Cerocomacerocinco, por el culo te la hinco.
CEROCOMACEROCINCO: Eres un cretino, Kowalski. ¡Kowalski, Kowalski…! Joder, mira que hay pocas palabras que rimen con “Kowalski”.
JEFAZO (carraspea): Señores, les agradecería que volviéramos al asunto que estamos tratando.
AGENTE3: Si no se trata de Octavius Starkweather… ¿Cornelius Pendragon, quizá?
CEROCOMACEROCINCO: Ah, Pendragon… Recuerdo bien a ese maníaco. Su único objetivo era destruir el mundo entero.
AGENTE3: ¿Llegó a destruir algo, quizá?
CEROCOMACEROCINCO: Un puesto de sushi ambulante. Se puede decir que su descabellado plan resultó un fracaso.
AGENTE1: Eh, ¿os acordáis del siniestro Doctor Micipote? Ése que al final no era doctor ni nada…
JEFAZO: Cierre el pico de una puñetera vez, Kowalski. ¿Se ha fumado un joint antes de entrar, o qué le pasa?
AGENTE2: ¿Y de Honorato Céspedes? ¿Os acordáis de él?
JEFAZO: ¿Quién cojones es Honorato Céspedes?
AGENTE2: Uno que hacía arreglos florales.
JEFAZO: ¿Y qué coño tiene que ver un menda que se dedicaba a los arreglos florales con nada de lo que estamos hablando, Callahan?
AGENTE2: Le dio por hacer el mal una temporada. No es que la floristería le dejara mucho tiempo para ello, claro está. Cerraba la tienda a las una y media, almorzaba y después de la siesta hacía el mal hasta las cinco, hora en que volvía a abrir la tienda. Cerraba a las ocho y media y hacía el mal un rato, paraba en cualquier sitio para picar algo, y seguía haciendo el mal hasta las once. Eso de lunes a sábado. Los domingos se iba con la mujer y los niños a tomarse una paella al campo y, si tenía un rato, hacía alguna putadilla. Se autodenominaba “Gran Villano Internacional y Maestro del Crimen”. ¿Cómo puede nadie aspirar a convertirse en un genio del mal llamándose Honorato Céspedes? Si sus padres le hubieran puesto, no sé, Lucius Moonshine o algún otro nombre magnífico como ése, otro gallo le habría cantado. Nadie le tomó nunca en serio, claro. ¡Ja! Menudo pringado. Los niños le tiraban piedras por la calle.
JEFAZO: Corríjanme si me equivoco, agentes, pero me parece que ninguno de ustedes está demasiado interesado en oír lo que tengo que contarles.
CEROCOMACEROCINCO: No se corte, jefe.
JEFAZO: La terrible amenaza a la que nos enfrentamos no puede ser filtrada a la prensa, porque cundiría el pánico en todo el mundo y… (alguien pega a la puerta) ¡Me voy a cagar…! ¡¿Quién es?!
(La puerta se abre y aparece el REPONEDOR, un trasunto de Ron Jeremy vestido con un mono)
REPONEDOR: ¿Se puede?
JEFAZO: ¿Qué cojones se le ofrece, caballero?
REPONEDOR: Soy el de la máquina de café. Alguien me ha llamado porque al parecer se ha agotado el chocolate.
AGENTE2: Sí, he sido yo. (Justificándose delante del resto) A mí es que el capuchino me gusta con chocolate. (Se vuelve hacia el Reponedor) Además, desde hace unos días la máquina no devuelve cambio.
AGENTE1: Anda que te no da coraje cuando pone eso de “Introduzca importe exacto”.
AGENTE2: Ya te digo, canijo.
JEFAZO (al Reponedor): ¿Va a tardar mucho?
REPONEDOR (abriendo la máquina de café que está junto a la puerta): Será sólo un minuto. ¿Vengo en mal momento?
JEFAZO (con una sonrisa más falsa que Judas –el apóstol, no la cerveza-): No, que va.
AGENTE2: ¿Qué nos decía sobre ese peligro que amenaza a la Humanidad, jefe?
JEFAZO: ¡Shhhhh! (señala con la mirada al Reponedor).
REPONEDOR (percatándose del tema): Ustedes como si yo no estuviera, oigan, que a mí los Secretos de Estado me la traen floja. Por un oído me entran y por otro me salen.
JEFAZO: Oh, si no estábamos hablando de Secretos de Estado, jaja. Estábamos hablando de… (mira al Agente3) Devereaux, ¿qué nos estaba contando sobre…?
AGENTE3: Eh… ¿Tetas y culos, quizá?
JEFAZO (apretando los dientes y lanzando una mirada asesina al Agente3): Sí, eso es. Hablábamos sobre… tetas y culos. Y… ¿qué es lo último en materia de tetas y culos, Devereaux?
(Suena el teléfono)
JEFAZO (cogiendo el auricular): Servicio Secreto, dígame… (cayendo en lo que acaba de decir) ¡Mierda!
PRESIDENTE (off): ¿Me ha llamado, Arbogast?
JEFAZO: Hace rato, señor Presidente.
PRESIDENTE (off): ¿Qué es eso tan urgente que tenía que decirme?
JEFAZO: Verá, señor Presidente… (tapando el auricular con la mano y dirigiéndose al Reponedor) Oiga, ¿le queda mucho?
REPONEDOR: Veo que se les ha agotado el descafeinado.
JEFAZO: No importa, aquí no tomamos descafeinado. Somos tipos realmente duros, ¿sabe?
PRESIDENTE (off): ¿Arbogast?
JEFAZO (poniéndose al aparato): Sí, señor Presidente. Verá... (carraspea) En estos momentos no puedo hablar.
PRESIDENTE (off): Escuche, Arbogast, acabo de comprar la mesita de noche más horrorosa de la historia de las mesitas de noche porque a mi mujer se le ha plantado en el higo, así que no estoy para que me toque las pelotas. Le doy tres segundos para que me cuente lo que pasa.
JEFAZO: No, no cuelgue, señor Presidente. Nos encontramos ante un asunto muy serio.
REPONEDOR (cantando): Y ese toro enamorado de la luna…
PRESIDENTE (off): ¿Quién cojones está cantando, Arbogast?
JEFAZO: Nadie, señor, yo… (tapa el auricular) Oiga, ¿le importaría dejar de cantar? Estoy hablando con el Presidente del país.
PRESIDENTE (off): ¿Arbogast?
JEFAZO (al aparato): Sí, señor, verá, la información que tengo que darle es de suma importancia, pero ahora mismo no estoy en condiciones de transmitírsela, así qué… no sé… ¿Me tiene agregado al Messenger, señor Presidente?
PRESIDENTE (off): Arbogast, yo también tengo una información de suma importancia que darle. Le informo de que se me están empezando a inflar los huevos.
JEFAZO: Por favor, señor, no cuelgue. En seguida se lo cuento.
PRESIDENTE (off): No me gusta hacer esperar al tipo que prueba mi comida, Arbogast. ¿Por qué no se atreve a decir lo que pasa? ¿De qué se trata? ¿Quiere hacerme alguna confesión íntima? Ya sé lo que es. La última vez que nos vimos me puso ojitos. ¿Es eso, Arbogast? ¿Le pongo?
JEFAZO: Qué cosas tiene, señor. No puedo decirle lo que pasa porque (haciendo pantalla con la mano) hay un civil delante, señor.
PRESIDENTE (off): Páseme con él.
JEFAZO: ¿Señor?
PRESIDENTE (off): Dígale que se ponga al aparato, Arbogast, a ver si sacamos algo en claro de todo esto.
JEFAZO: Sí, señor. (Suspira). Póngase al teléfono, que el Presidente quiere hablar con usted.
(El Reponedor, que no parece sorprendido en absoluto, se dirige al teléfono mientras se limpia las manos en el mono).
REPONEDOR (al aparato): ¿Quién es?
PRESIDENTE (off): Oiga, civil, ¿por qué no se larga de la habitación inmediatamente?
REPONEDOR: ¿Pero quién coño se ha creído que es? ¡Usted no manda en mí!
PRESIDENTE (off): Soy el puto Presidente de la puta Nación, eso es lo que soy.
REPONEDOR (poco impresionado): ¿Ah, sí? Pues siga rascándose las pelotas y deje a los demás que hagan su trabajo, que alguien tendrá que levantar el país.
PRESIDENTE (off): Oiga, ruina. El Jefe del Servicio Secreto tiene que comunicarme una información de suma importancia y no puede hacerlo mientras usted está delante.
REPONEDOR: Ah, sí. Creo que era algo acerca de tetas y culos…
PRESIDENTE (off): ¿Qué?
(El Jefazo le quita el auricular de las manos al Reponedor).
JEFAZO: Señor Presidente…
PRESIDENTE (off): Arbogast, ¿me ha llamado al Teléfono Rojo para hablarme sobre tetas y culos?
JEFAZO (echando con un movimiento de muñeca al Reponedor, que encoge los hombros y se va): No, que va, señor Presidente. No sé de dónde habrá sacado esa idea (asesina con la mirada al Agente3, que silba distraídamente).
PRESIDENTE (off): ¿Se ha largado ya?
(El Reponedor se acerca al Jefazo con un parte de trabajo en la mano).
REPONEDOR: Ya he terminado, jefe. ¿Me pone un sello?
JEFAZO (buscando en un cajón): Mierda. ¿Alguien ha visto el sello? (Los agentes niegan con la cabeza). ¿No? Ése sello que pone “Servicio Secreto”.
PRESIDENTE (off): Voy a colgar, Arbogast.
JEFAZO: ¡No! Señor Presidente, espere un segundito.
REPONEDOR: Yo sin el sello no me voy. Normas de la empresa.
JEFAZO (a los agentes): ¡Levanten el culo y ayúdenme a buscar ese jodido sello! (Al teléfono) Sólo un segundo, señor, se lo prometo (suelta el auricular sobre la mesa).
PRESIDENTE (off): ¡Me voy a cagar en todo, Arbogast!
(El Jefazo y los agentes buscan el sello por toda la sala; en cajones, debajo de la mesa…)
REPONEDOR: Oigan, que no tengo todo el día…

En el próximo episodio: Honorato Céspedes, Gran Villano Internacional y Maestro del Crimen, entra en un parque y pisa el césped… ¡a pesar de que hay un cartel que pone “No pisar el césped”! ¡CHAN-CHAN!

jueves, 4 de septiembre de 2008

Basado en hechos surreales (4)


Materiales de trabajo indispensables para el funcionariado. Hoy: El teléfono.

-¡Hey!
-¿Qué te cuentas, colega? ¿Pero tú no estabas de vacaciones, o de baja, o de asuntos propios, o de permiso sin sueldo, o desayunando, o algo?
-Sí, sí; es que pasaba por aquí y he recordado que tenía que llamar urgentemente a mi camello. ¿Puedo utilizar el teléfono?
-Estás en tu casa.
-¿Centralita? ¿Me puede pasar con un usuario, por favor?

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Basado en hechos surreales (3)

Una oficina situada donde antes había un garaje.
La luz natural no brilla ni por su ausencia. Nuestros protagonistas son un auxiliar administrativo y otro que solía serlo.

-¡Muy buenas!
-¡Coño, tío! ¿Te han vuelto a contratar?
-Dios no lo quiera. Es que estaba dando un paseo por aquí cerca y me he dicho, "Voy a pasarme a saludar".
-Pues mira qué bien. Oye... Sabes que esto es un edificio de la administración pública, ¿verdad?
-Claro.
-¿Y nadie te ha dicho nada cuando te ha visto entrar con el perro?
-Por cierto, ¿tendréis por ahí una papelera o algo para echarle agua? El animalito debe de estar seco con la caminata...

En su descargo, podemos alegar que quizá se trataba de un perro lazarillo, porque, aunque su dueño no era invidente, acostumbraba a ir a trabajar ciego los lunes por la mañana. Y también algunos martes.

martes, 2 de septiembre de 2008

Basado en hechos surreales (2)

La problemática del ciudadano escasamente versado en los trámites burocráticos.

Empleado público: Ahora, si es tan amable de escribir su dirección en esta casilla...
Usuario: ¿Mi dirección? ¿Eso qué es?

(A partir de ese momento, el cumplimiento de un formulario sencillo se convirtió en una auténtica pesadilla).

lunes, 1 de septiembre de 2008

Basado en hechos surreales


El lugar: Una administración pública cualquiera.
El día: Un viernes cualquiera.
La hora: Una cualquiera.
Nuestro protagonista: Un cualquiera (Auxiliar administrativo, para ser más exactos).
Nuestro protagonista aporreaba diligentemente las teclas de su ordenador, intentando quitar de en medio el trabajo que se había acumulado encima de su mesa durante sus tres cuarto de hora largos de desayuno (se ve que ese día desayunaba solo y no se entretuvo mucho). Miró con desesperación su reloj: todavía no era la hora del cigarrito, y el maldito ordenador no se había bloqueado en toda la santa mañana, así que las posibilidades de rascarse las pelotas un ratito eran más bien escasas. Pero los Hados son generosos con los empleados públicos; por la puerta entraba Manolo, un compañero que daba por concluida su baja de tres meses para incorporarse... a sus vacaciones.
-Menos mal que me voy de vacaciones; empezaba a estar acojonado.
-¿Y eso?
-Hombre, imagínate que me pasa algo durante el tiempo de baja. La inspección diría "¿Pero este tío no estaba de baja? ¿Qué coño hacía en los Caños de Meca?"
-¿Y qué coño te iba a pasar en los Caños de Meca?
-Joder, pues estuve a punto de tener un accidente.
-No me digas.
-Como te lo cuento. Por culpa de nuestro conductor, que tiró por una carretera comarcal.
-Bueno, si no conocía las comarcales... a lo mejor iba un poco despistado el hombre.
-Despistado, no. Lo que iba era borracho.
-¿Tiró por una carretera comarcal borracho?
-Claro, para que no lo pillara la Guardia Civil. Como el autobús no había pasado la ITV...

martes, 5 de agosto de 2008

Este post no tiene ni nombre, oiga

(Con motivo de fortalecer mi propósito de enmienda y regular el nivel de escatología y lenguaje malsonante en mi blog, la administración de Un beso de buenas noches de mil demonios ha tenido a bien contratar como asesor a mi viejo amigo el Presidente del PPDS [Plataforma para la Promoción de la Diversión Sana], asociación que a partir de ahora actuará como órgano censor de esta página).


Aquí mis lectores, aquí unos nabos

-Ejem, ejem. Probando, probando, uno, dos, uno, dos. Bailamoooooos, ninonino forilongui, bailamooooos. Disculpe, caballero, creo que esto no se oye.
-Claro que no, hombre. Cómo se va a oír, si le está hablando a un pepino.
-Qué más da. Para lo que tengo que decir... Por cierto, caballero...
-¿Sí, buen hombre?
-¿Se puede decir "nabo" en este horario?
-Sí, hombre; por qué no iba decirlo usted... ¿Acaso es ése el tema de su conferencia?
-Bueno, no exactamente. Digamos que el vocablo se nombra en varias ocasiones...
-Qué bien. Me encantan los nabos, ¿sabe? He comido muchos a lo largo de mi vida.
-¿Ha comido muchos nabos?
-Más que comerlos, los devoro. Pocos placeres he encontrado comparables al de comerse un buen nabo.


-Así que podría decirse que estoy delante de un experimentado comenabos.
-Como no ha visto otro.
-Ya... Entonces no hay inconveniente en que utilice repetidamente el término durante mi discurso, ¿no?
-No veo cuál puede ser el problema.
-Bueno... como se trata de una palabra, digamos, de significado ambiguo, o, si lo prefiere, ambivalente...
-Mmm... Cuando dice nabo, ¿se refiere a su acepción de "planta anual de la familia de las Crucíferas, de cinco a seis decímetros de altura, con hojas glaucas, rugosas, lampiñas, grandes, partidas en tres lóbulos oblongos las radicales, y enteras, lanceoladas y algo envainadoras las superiores; flores en espiga terminal, pequeñas y amarillas, fruto seco en vainillas cilíndricas con 15 ó 20 semillas, y raíz carnosa, comestible, ahusada, blanca o amarillenta"?
-Eh, no. Me refiero a su acepción de "cipote".
-Ajá. Que su "nabo" no es igual que mi "nabo", vamos.
-No es que tenga muchas similitudes, no. Excepto, quizá, en lo de carnosa y comestible... si a usted le va ese tema, claro... Pero en lo de los sies decímetros de altura ni le digo...
-Bueno, me parece que no es un término demasiado adecuado para...
-¿Y "pene"? ¿Puedo decir "pene"?
-¿Se refiere a penne en su acepción de "tipo de pasta italiana de estructura cilíndrica muy adecuado para acompañar carnes con salsa"?
-Eeeh, no. Me refiero a su acepción de "cipote".
-Esto, ¿no sería mejor que me dejara revisar su texto, que para eso me ha contratado?
-Sí, como no. Échele un vistazo.
-Mmm, ¿podría explicarme a grandes rasgos de qué va el discurso?
-Sobre un tema en el que soy un reconocido experto.
-¿Y ese tema es...?
-La macroeconomía, evidentemente.
-Ajá. ¿Y por qué lo ha titulado "Se armó el cipote"?
-¿No le parece adecuado?
-¿Para hablar de macroeconomía, dice usted? No.
-¿Le parece mejor "El Gran Cipotazo"? Es como más directo...
-No, no. Tampoco me convence...
-¿Qué tal en inglés? "A Really Big Cipote Incident"...
-No, oiga, ¿es que tiene que utilizar forzosamente el término "cipote"?
-Bueno, como a usted no le gusta "nabo"...
-Ya, pero... ¿A qué público va dirigida su conferencia?
-A mis colegas, naturalmente.
-¿A sus colegas del barrio?
-Qué dice, hombre de Dios; a mis colegas economistas. ¡Ja! Mis colegas del barrio no entienden un cipote de macroeconomía. Bueno, mi amigo el Palanca tiene ligeras nociones sobre el Producto Nacional Bruto, pero...
-Bueno, es que no sé si es el tipo de lenguaje adecuado para sus colegas economistas...
-¿Esos? Bah, si les da igual. Están todos borrachos antes de entrar en la sala.
-Ya, pero empezar el discurso con la frase "Hay que joderse, señores"...
-No se me ocurría otra entradilla.
-¿Y qué tiene de malo "Buenas tardes, damas y caballeros"?
-Tiene poca garra...
-Y en el primer párrafo dice tres veces la interjección "joder" y dos veces "coño".
-¿Sí?
-En un párrafo de dos líneas.
-¿Y?
-Acaba o empieza cada oración con un "joder" o un "coño".
-Ya veo. La estructura es un tanto repetitiva, ¿no? Debería colocar un "joder" en medio de alguna subordinada...
-Y el segundo párrafo empieza con un "La hostia puta" que no viene a cuento.
-Sí, bueno, es que el segundo párrafo me había quedado muy soso y añadí un "La hostia puta" durante la reescritura.
-Respecto al segundo epígrafe...
-¿Hum?
-Se titula "Me voy a cagar en todo lo que se menea".
-Sí, bueno, trata sobre la inflación, ¿sabe usted?
-A la que se refiere como "una inflación de cojones".
-Es un doble sentido del que estoy particularmente orgulloso.
-Sí, muy sutil. Por no hablar de lo de dirigirse repetidamente a sus oyentes como "bastardos nauseabundos".
-¿Me salto acaso las normas de protocolo?
-Hombre, saltárselas, lo que se dice saltárselas... Más bien les vuela las tripas con un mortero. ¿Y no cabe la posibilidad de que sus colegas se sientan ofendidos si se despide de ellos con un "A tomar por culo, cabrones"?
-Sé que es una fórmula arriesgada, pero esta vez esperaba cosechar algunos aplausos.
-¿Pretende que le aplaudan después de mandarlos a tomar... por ahí?
-Sí, bueno, comparado con mi despedida de hace dos años, esto les parecerá pecata minuta.
-¿Cómo se despidió hace dos años?
-Les volqué encima un cubo lleno de mierda.
-¿Q-qué? ¿Por qué hizo eso?
-Bueno, en aquel momento me pareció buena idea...
-¿Perdón?
-Se podrá imaginar que aquello frustró mis aspiraciones de ingresar en la Cátedra...
-Bueno, bueno; mejor volvamos al principio. A ver, para empezar, debería ir olvidándose de la palabra "cipote".
-¿Incluso si es el nombre de alguien?
-¿Qué? No hay nadie que se llame Cipote.
-¿Cómo que no? ¿Qué me dice de Harold C. Cipote?
-¿Qué significa la C.?
-Cipote. Su nombre completo es Harold Cipote Cipote.
-¿Me está hablando en serio?
-Sí, hombre, Harold C. Cipote, de los Cipote de toda la vida.
-Creo que no tengo el placer de conocerlo.
-Quizá se deba a que aún no ha nacido.
-Es una posibilidad. Oiga, ¿no cree que esto debería terminar alguna vez?
Próximamente: ¡No os perdáis las peripecias de la familia Cipote y sus vecinos los Mierda en una nueva experiencia bloguera de entradas interconectadas que en Un beso de buenas noches de mil demonios hemos denominado... eh... Hipercipote!
-Pero, oiga, ¿es que usted no sabe escribir otra cosa?
-Cómo no, muy señor mío; permítame que le lea unos versos que he improvisado esta mañana mientras estaba cagando:
Cómo quieres que no note
que me estás chupando el...
-¡Muy bien, esto lo colma! ¡Dimito!
-Lamento profundamente que esta experiencia conjunta no haya sido tan satisfactoria como hubiéramos deseado, caballero. ¿Me deja al menos ofrecerle uno de mis justamente célebres bocadillos?
-Pues hombre, ahora que lo dice, no me gustaría marcharme con el estómago vacío. Hum, realmente jugoso este emparedado. ¿Qué lleva?
-Lo normal. Mantequilla, queso, jamón de York...
-No, no; tiene como un regustillo que no logro discriminar...
-¿Un regustillo? Ah, debe referirse al semen de orangután...

lunes, 28 de julio de 2008

¡Atención, muchachos! ¡¡Sexo gratis!!

-¡¿Dónde?! ¡¿Dónde?!
-Eh, disculpe, caballero, creo que ha tergiversado mis palabras.
-Mil perdones, buen hombre; no sé cómo he podido infravalorar las sutiles connotaciones y la versatilidad semántica de la frase "sexo gratis". Pero, por favor, ¿podría explicarme el núcleo del asunto que estamos tratando?
-Verá, sólo quería atraer la atención de mis lectores y decirles que voy a estar unos días ausente del blog.
-¿Y no le parece fraudulento el modo de llevar a cabo su empresa? ¿Por qué no ha titulado el post, no sé, "nota de aviso" o "autor rascándose las pelotas" o cualquier otra cosa que no dé lugar a equívocos lamentables como éste?
-Porque ése último ya lo he utilizado y, además, no voy a estar tocándome el nabo, sino dedicado a mis otros quehaceres literarios. De todas formas, ¿a usted qué cojones se le ha perdido aquí?
-Sólo buscaba a alguien interesado en tratar oralmente mi pene durante un breve periodo de tiempo. Lo que borricos zafios como usted denominan graciosamente una mamadita rápida, vamos.
-Pues ha dado con el foro equivocado. Aquí nadie va a tratarle el pene de ninguna manera. Vamos, digo yo.
-Su desconcertante elección del título para la presente entrada es lo que me ha confundido. ¿Le parece ético pretender llamar la atención de sus lectores de una manera tan burda?
-¿Y a usted le parece moralmente aceptable pretender obtener sexo sin pagar nada a cambio?
-¿Excuse?
-Quiero decir...
-¿Quiere decir...?
-Nada, nada; que a tomar por culo, caballero.
-¡Habrase visto tamaña insolencia! ¿Sabe lo que le digo? ¡Que no pienso volver a poner un pie en su blog! ¡Hasta nunca, rufián!

¡Me la suda, oiga! Pues nada chavales, ya lo habéis oído; voy a estar unos días liado con otras cosas de escribir y tal no más de una semana y...

-Disculpe, ¿es aquí donde le succionan las falanges de los pies a la gente?
-Pero, hombre de Dios, ¿otra vez por aquí?
-¡Caramba, qué contrariedad! O, como diría un gañán iletrado como usted, ¡Coño, qué putada!
-Menudo golfo está usted hecho, ¿eh?
-¿Cómo se atreve? ¡Mastuerzo! ¡Ganapán! ¡Zote!

Que sí, hombre, que sí, anda a cagar. Cómo iba diciendo, que nada, que en una semana estoy otra vez con vosotros con más cositas demenciales y más capítulos de ¿Conoce usted su ojete?

-¿Alguien ha pronunciado el término "ojete"?
-Pero, hombre, ¿también le va ese rollo?
-¿Y qué quiere? Tengo un amplio espectro de intereses, oiga.

(Agradecimientos: A mi primo Devlin por darme la idea para el título. De hecho, creo a partir de ahora voy a utilizar "sexo gratis" en todos mis títulos. Imagínate lo que hubieran vendido los grandes autores si hubieran utilizado la misma fórmula: El contrato social y el sexo gratis; La interpretación de los sueños de sexo gratis; En busca del tiempo perdido y del sexo gratis; Así habló Zarathustra del sexo gratis...)

miércoles, 23 de julio de 2008

Guía práctica para llegar a mi blog desde el gogles

Estimados pinchapapas:
Antes de ayer tuve la peregrina idea de hacer un repaso a mi cuenta de Histats y comprobar cómo y por qué la gente entra en mi santo blog, y ante todo me gustaría disculparme con aquellos que estaban buscando fotos de la estrella del porno Jeanna Fine y se han encontrado con esto. Estas son algunas de las llaves que han facilitado el acceso desde Google a la ciberpeña en el último mes:

-"chupando dedos de los pies".
-"chupo dedos de los pies".
-"rebaños de caca" (¿¿¿¿????).
-"una mujer que se le vea el ojete del culo".
-"cuolos calientes protuberantes" (sic).
-"una puta para chuparle los pies".
-"como chuparla más profundo".
-"el manual del perfecto ojete" (una de mis favoritas).
-"carta a un ojete" (ésta tampoco se queda manca).
-"grano en el ojete del culo".
-"como chuparle bien al hombre".
-""del ojete"".
-"le lame el ojete".
-"chupando pies".
-"¿te gustaría chuparme los dedos de los pies?"
-"dormida descalza chupar los pies".
-"me hago dedos sin parar" (vaya tela marinera).
-"mi madre me mama el pene" (¿¿¿¿¿¿¿???????).
-"tios buenos enseñando el ojete".
-"entrepierna y genitales oscuros" (¿¿¿whatthefuck...???).
-"chuparle los pies a una señora".
-"tengo picor en el ojete".
-"como preparar el ojete".
-"tetas culos sangrando" (¿¿¿PEROQUÉCOJ...???).

Os preguntaréis si, en vista de mi distinguida clientela, al menos me he planteado la orientación del blog; qué queréis que os diga, no me molesta en absoluto que Un beso de buenas noches de mil demonios se haya convertido en punto de encuentro para aficionados a la podología oral y en bálsamo para ojetes escocidos, aunque tampoco es que sea motivo de orgullo que un menda haya encontrado mi página tecleando en el Google "la re puta que te parió con un palo bien...". Eso sí, mis leales, os prometo que en sucesivas entradas intentaré dejar un poco de lado la zafiedad y el humor grosero que me caracterizan y explorar otros terrenos. Próximamente: Cómo aliviar una situación de extrema tensión con un pedo a tiempo.

-Eh, disculpe. ¿A eso se refiere cuando habla de dejar de lado la zafiedad? -dijo un vicerrector que pasaba por allí.
-Compréndame, caballero; uno no puede suprimir de un día para otro estas tendencias. Hay que ir poco a poco...
-Mmm, sí, sí, claro, es natural...
-Cara de ojete.
-¿Qué? ¡¿Cómo se atreve?!
¡PRRRRRTZZZ...!
-¡Pero, oiga! ¿Eso era... una flatulencia?
¡...zzzzzzzz!

viernes, 11 de julio de 2008

Hombre en mostrador

Estimados cómplices:
Podría decir, sin temor a exagerar, que el sketch humorístico es mi forma de arte preferida. Ante todo, soy un gran admirador de la escuela inglesa, que tanto ha hecho por espabilarme el alma. El hombre en mostrador es uno de los argumentos más clásicos del sketch; de hecho es tan antiguo que ya los Monty Python en su opus magna Flying Circus (1969-1974) intentaron alejarse todo lo posible de este tipo de comedia, a pesar de lo cuál nos legaron algunas inolvidables piezas dentro del subgénero, como la de la quesería sin absolutamente ninguna clase de queso y la del loro muerto, cénit y a la vez deconstrucción del modelo hombre en mostrador (¡Graham Chapman, disfrazado de militar, aparecía para detener el sketch, que según él se había convertido en un sinsentido!). El que os dejo a continuación es una de mis muestras de hombre en mostrador favoritas, gracias al enorme talento de esos dos cachos de genio llamados Stephen Fry y Hugh Laurie.

martes, 1 de julio de 2008

Antonino se pone fino

Mi amigo y compañero de curro Antonino me ha enviado esta foto de sus provisiones para el periodo (f)estival. Asimismo, ha hecho hincapié en que por favor aclare que los refrescos son sólo para acompañar los cubatas.




Qué belleza de las formas, qué precisión en la composición de los objetos... ¡No sabré mucho de arte, pero sé lo que me gusta!

Paul Heaton - Mermaids and Slaves

...la programación veraniega se relaja y ofrece contenidos más banales y "fresquitos"...
En Un beso de buenas noches de mil demonios vamos a ser menos. Esto es lo último de Paul Heaton, ex vocalista de The Housemartins y The Beautiful South, y probablemente el mejor letrista del mundo. ¡Tiene fuerza, garra, saber estar y el verbo más mordaz del actual panorama pop internacional! ¡Amigos, con todos ustedes, PAAAAAAAAUL HEATON! ¡ ¡WUH WUH WUH WUH!

lunes, 30 de junio de 2008

Telegrama desde la Luna


MI AMADA Y YO LLEGAMOS ANOCHE. STOP. A SALVO DEL PÉRFIDO LAVADO DE CEREBRO TELEDIRIGIDO QUE ASOLÓ AYER EL PAÍS. STOP. POR FAVOR AVISAR CUANDO SE HAYAN LIBRADO DE LOS ZOMBIS. STOP. SELENITAS MUY CONTENTOS. STOP. LES VA LA PRIVA COSA MALA. STOP. TEMPERATURA BIEN. STOP. GRAVEDAD CERO. STOP. HARTO COMPLICADO ORINAR AL AIRE LIBRE. STOP. APUNTAR SUS TELESCOPIOS AL SATÉLITE A ESO DE LAS DOCE. STOP. NO TEMAN. STOP. NO INVASIÓN EXTRATERRESTRE. STOP. SOY YO HACIENDO UN CALVO. STOP.

viernes, 27 de junio de 2008

Si no tenemos sitio ni para la bicicleta, ¿dónde vamos a meter la Luna?

Estimados cosmonautas:
Las novias son un artefacto de funcionamiento misterioso. Una maquinaria impredecible que lo mismo te desarma con una sonrisa a traición que desvanece tus vagas y libidinosas esperanzas con un hachazo en forma de jaqueca; eso que tienes pegado a ti y que no eres tú pero a fin de cuentas. Hoy es el cumpleaños de la mía. Hace poco más de un mes, entre lingotazo y lingotazo de Judas, le pregunté si había algo que le gustaría que le regalara.
-Regálame la Luna -me dijo. No estoy seguro, pero supongo que fue después del segundo chupito de tequila.
Tengo que confesar que por un instante creí que se trataba de una broma; estaba convencido de habérsela regalado ya el año pasado. Me aclaró que el año pasado le regalé un silbato de platino y diamantes (siempre he sabido cómo agasajar a una dama), así que empecé a sopesar seriamente las dificultades logísticas de obsequiarle un presente de tal magnitud. Al fin y al cabo, ella me trajo hace unos años un Recuerdo de Marte; no iba yo a ser menos. Os presento a continuación y en exclusiva el detallado relato de cómo llevé a cabo tamaña empresa:
Día1: Salto de la cama y me lanzo a la calle. Vuelvo a casa porque una anciana repara en que he salido en gayumbos. De nuevo en la calle, enfilo hasta el Registro de la Propiedad. Quería averiguar si algún otro avispado mercanchifle se me había adelantado en eso de la compra de la Luna; había escuchado rumores de que el Gobierno de Estados Unidos tenía una opción sobre el satélite. Desgraciadamente, era domingo y el Registro estaba cerrado, así que me dirigí a la tasca de enfrente para rebajar los efectos de las Judas y los tequilas de la noche anterior con un zumo de tomate y unas cervecitas de graduación media. Si llego a sospechar que iba a encontrar tantos impedimentos en mi delicada misión, le habría sugerido a mi amada unos zapatos de tacón de aguja y una cena romántica en un desguace, algo que siempre le ha hecho mucha ilusión. Aproveché para indagar un poco sobre la disponibilidad de la Luna, pero me dio la impresión de que los parroquianos eludían el tema gracias al ingenioso método de caer inconscientes de sus taburetes debido a la intoxicación etílica. ¡Astutos cabrones! Cuando estaba a punto de marcharme, un tipo que acababa de salir de misa y cuyo nivel de sobriedad sólo podría calibrarse en términos relativos se acercó a mí.
-Eh, jefe, parece muy interesado en la Luna -dijo misteriosamente el individuo.
-Como cualquiera, supongo. ¿Sabes tú si la Luna tiene dueño?
-No tan rápido, poeta. Mmm...¿Si la Luna tiene dueño?... No recuerdo bien... Quizá usted tenga algo que me refresque la memoria, ya me entiende...
Después de media hora de Brain Training y tres cuartos de botella de Anís del Mono, el tipo me confesó:
-No, jefe, no me refería a esto. Estas secuencias numéricas me resultan fascinantes, pero si lo que quiere es información de confianza tendrá que... ya sabe...
-¿Hacerte una mamada?
-¡No, hombre, no! ¿Qué clase de enfermo eres tú? ¡Aflojar la mosca, tío!
-Aaaaah, coño. Haber empezado por ahí. A ver, ¿cuánto quieres?
-El tipo me lo susurró al oído.
-¡Coño! ¿Tanto?
-Un hombre de mundo como yo tiene vicios caros, jefe. Y no vea usted cómo se han puesto las entradas de la ópera. Por las nubes, oiga.
No era la primera vez que me topaba en mi vida con un yonqui de la lírica. La desesperación dibujaba sus duros contornos en la mirada de aquel hombre; no había que fijarse mucho para darse cuenta que el tipo necesitaba un aria como el comer. Así que le solté la guita a cambio de una información nada desdeñable: me aseguró que la Luna no tenía propietario conocido pero que, eso sí, le iba a tener que echar un pastón en reformas.
Día 2: Me pasé el día haciendo indagaciones para asegurarme que la información del tipo era fiable. Me entrevisté en la cárcel con un estafador de poca monta que había intentado subastar la Luna a través de eBay. El tipo, un tal Piero Piccialassia, estuvo a punto de timar a un ganadero de Oklahoma con todo el embolado.
-La Luna no está en venta, jefe. Se lo digo yo -me dijo Piccialassia a través del telefonillo de la sala de visitas-. ¿Y su novia no preferiría algo más manejable, como, no sé, como la Abadía de Westminster? Si la quiere, se la podría conseguir por un precio módico.
-Mmm… suena tentador, pero no, gracias; una vez se me ocurrió sugerírselo y se mostró muy ofendida. De todas formas, si el satélite no pertenece a nadie, no veo qué problema puede haber.
-Bueno, a lo mejor tendría que avisar a alguien, o algo. Quiero decir, usted no puede llegar a la Luna y decir, "A ver, ¿dónde construyo la alberca?" y esperar que nadie tenga nada que objetar al respecto.
Sabias palabras las de Piccialassia. Esa misma tarde me puse en contacto con los de la NASA para advertirles que me liaría a escopetazos con el primer astronauta que osara dar un pequeño paso en mi nueva y rutilante propiedad privada.
Día 3: Lo de amenazar a la NASA no fue una decisión muy astuta. Nada más levantarme descubrí que mi periquito había estirado la pata. El veterinario forense me dijo que su súbita muerte había sido provocada por una pequeña cantidad de veneno casi irrastreable mezclado en el alpiste.
Día 4: Me entero de que al veterinario le han endilgado no se qué feo asunto relacionado con el tráfico ilegal de mofetas y está cumpliendo condena en Guantánamo; sospeché en seguida que la CIA, alertada por esos cabrones de la NASA, estaba cerrando el cerco en torno a mí. Aprovecho la coyuntura para coger un avión con dirección a Tijuana.
Día 5: "Por el culo te la hinco", me dice a modo de saludo el insigne poeta mejicano Rigodón Pinchecabrón, uno de los mayores expertos en temas lunares de Centroamérica. Llego con la firme intención de alojarme en su casa hasta que pase la tormenta, pero me echa a la calle dos horas después tras haberle incendiado todo el piso superior, cagándose en mis difuntos y jurándome que jamás volvería a dejarme organizar una fiesta. En tan escaso tiempo, lo único que conseguí sacarle acerca de la Luna son estos inspirados versos:

Yo de la Luna no sé nada,
hijo de la gran chingada,
pero este tequila de fabricación propia
está padrísimo.

Día 6: Me reúno con un viejo compañero de escuela en las afueras de Roswell, donde trabaja como mecánico, no sin antes tirar unos huevos y hacer un calvo en la misma puerta de Cabo Cañaveral. Le cuento mi plan de viajar a la Luna para ver cómo anda el potaje y me confiesa entusiasmado que le parece una idea brillante; a continuación y sin previo aviso se pega un tiro en el pie. Cuando salimos del hospital, mi amigo me lleva a su desguace extraterrestre secreto, donde ha ido acumulando con el paso de los años un montón de chatarra del espacio exterior. Me parece perfecto; construir mi propia nave espacial es una de esas cosas que siempre he querido hacer pero nunca he visto el momento.
Día 7: Después de trabajar durante toda una larga noche, en la que sólo nos mantenía despiertos nuestra ilusión y cuatro gramos de farlopa, teníamos terminada nuestra nave, provista de casi todas las comodidades. La falta de tiempo nos obligó a descartar la idea del jacuzzi y la sala de masajes, pero, por lo demás, estaba muy completita: barra de bar, sillones de cuero, bola de espejos, un escenario... A mediodía nos damos cuenta de que lo que hemos construido tiene todas las características de un puticlub, siendo la más llamativa la de no servir para viajar por el espacio. Nos ponemos de nuevo manos a la obra y, a eso de las tres de la mañana, tenemos listo un coqueto cohete biplaza.
Día 8: Compruebo por Internet las condiciones meteorológicas lunares, por si tengo que llevarme una rebequita o algo. Me despido de mi amigo y le digo que apunte la nave en mi cuenta (no es la primera vez que me hace un favor; hace apenas un año le pedí que me construyera una costosa máquina del tiempo para viajar al pasado y evitar que me cascaran una multa por aparcar en zona azul). Coloco en la luna trasera un cartelito de esos de coña que dice, "Si puedes leer esto, es que te estoy derritiendo el fuselaje". La nave arranca a la segunda y salgo disparado hacia la estratosfera.
Día 9: Paro en la Estación Espacial Internacional para repostar y comprar tabaco.
Día 10: Alunizo en batería y me coloco mi traje de astronauta comprado hace un par de años en las rebajas porque, bueno, nunca sabes cuándo te va a hacer falta. Como en el fondo soy el típico friki nostálgico, quería que mis primeras palabras al poner el pie en la Luna fueran esas de "Es un pequeño paso para el hombre...", pero en vez de eso me salió un rotundo"¡Me voy a cagar en la puta que parió!" porque nada más salir de la nave pisé una boñiga. Ya sé que existe la opinión generalizada de que la Luna no está habitada (a pesar de lo cuál los americanos en su primer vuelo tripulado dejaron instalada una máquina de Coca-Cola, por si las moscas), así que imaginaos mi sorpresa cuando, mientras buscaba un cráter confortable donde plantar la tienda de campaña, una comitiva de selenitas salió a darme la bienvenida. Los selenitas, dicho sea de paso, serían físicamente idénticos a nosotros en el caso de que nosotros nos asemejáramos a un gato gigante con alas. Durante la opípara cena preparada en mi honor, el Excelentísimo Alcalde de la Luna me comenta que la escasez de agua en el satélite ha provocado la marcha de los más jóvenes a otros planetas con más recursos naturales. Y yo, sensibilizado desde mi más tierna infancia con los problemas de las zonas rurales intergalácticas y ahora mismo con la olorosa evidencia de que los selenitas llevan varios días sin ducharse, propongo un trato a los habitantes de la Luna: si me permiten regalar el satélite a mi novia, yo me comprometo a transportar regularmente unas garrafitas de ocho litros desde la Tierra, aunque me pilla muy a trasmano. El Alcalde apunta que si, aparte de las garrafas, puedo agregar un par de botellas de absenta de vez en cuando, el trato está cerrado.
Día 11, hoy mismo: Observo mi planeta natal desde aquí arriba y no veo el momento de partir hacia allá y mostrar a mi amada su regalo. Nena, ¿no te parece la Luna un sitio maravilloso donde mudarnos?

miércoles, 18 de junio de 2008

Matrimoniadas un taco de años antes de Cristo

INT. CUEVA. CREPÚSCULO.
Una neandertal se encuentra sentada sobre un peñasco agitando una maciza vara de madera, visiblemente impaciente. Por la entrada de la cueva entra MARIANO PICAPIEDRA, que se tensa cuando ve la cara de pocos amigos de su mujer.
MARIANO: ¡Manoli! No te hacía yo levantada a estas horas.
MANOLI (se levanta de un salto agitando la vara): ¡¿Dónde has estado?! ¡Espero encontrarme un mamut muerto en la puerta de la cueva, porque si no...!
MARIANO: ¿Un mamut? Huy, no sabes tú cómo está el tema de los mamuts este año. La cosa está fatal.
MANOLI (frunce el ceño): ¿Me estás diciendo que no has cazado ni uno?
MARIANO (nervioso): Es que, em, han debido emigrar al sur o algo.
MANOLI: ¿No te habrás pasado el día desparasitando a tus amigotes, verdad?
MARIANO: ¿Quién, yo? Pero qué dices, mujer. Qué ocurrencia.
MANOLI (se acerca a Mariano): Échame el aliento.
MARIANO: ¿Qué?
MANOLI: Que me eches el aliento.
MARIANO: Pero qué dices, Manoli, estás paranoica.
MANOLI (blandiendo la vara amenazadoramente): Mariano...
MARIANO: Vale, vale, mujer, no te pongas así (le echa el aliento a Manoli).
MANOLI: ¡Lo sabía! ¡Te apesta el aliento a piojos!
MARIANO: Bueno, cariño, lo reconozco. He estado desparasitando a un par de amigos y se me ha ido el santo al cielo.
MANOLI: ¿A un par? ¡A seis, por lo menos! ¡Mira como vienes, harto de piojos! ¡Tú por ahí de parranda todo el día y una aquí hecha una esclava!
MARIANO: Mujer, no te pongas así...
MANOLI ¿Que no me ponga? ¡Entre tu hijo y tú me vais a quitar de en medio! ¡Mira! ¡Mira lo que me ha hecho la mierda el niño en la pared de la cueva! ¡A palos le voy a quitar la tontería esa del grafiti!
MARIANO (mirando una pintura en la pared): ¿Ese soy yo persiguiendo un mamut?
MANOLI: Te tiene en un pedestal el niño. ¡Persiguiendo una lechuga te debería haber pintado! ¡Que no he visto tío más vago que tú!
MARIANO: Pero baja la voz, mujer, que en estas paredes son de papel.
MANOLI: ¿A que no sabes lo que me ha pasado hoy mientras tú estabas de juerga? ¡Que un oso ha intentado allanar la cueva! ¡Anda que no he tenido que darle empujones para que se fuera ni nada! ¡Estoy guarnía!
MARIANO: Anda, siéntate y descansa un poquito. Vamos a asar unos murciélagos.
MANOLI: ¡No habrás estado correteando jovencitas!
MARIANO: ¡Manoli, que ya me estás hartando los huevos!
MANOLI (tristona): Seguro que sí. Por eso pasas tanto tiempo fuera. No te apetece estar todo el día al lado de una anciana, ¿no es eso?
MARIANO: Que va, mujer, si te conservas muy bien para tu edad. No parece que tengas veinticinco.
MANOLI: No es cierto. Me estoy haciendo vieja. Cada vez tengo más arrugas y menos pelos.
MARIANO: No digas eso, chata. Sigues siendo muy peluda. ¿Tú has visto a las mujeres jóvenes de hoy día? No valen un duro, con tantas moderneces. Hay que ver la manía que les ha dado por quitarse los pelos de las manos.
MANOLI (más calmada): ¿De verdad me sigues encontrando mona?
MARIANO (abraza a su mujer): Bueno, te pareces mucho a una.
MANOLI (coqueta): Cómo sabes lo que una mujer quiere oír.

Y en el próximo capítulo...

INT. CUEVA. CREPÚSCULO.
MARIANO PICAPIEDRA llega a su cueva y encuentra a MANOLI limpiando las estalagmitas.
MARIANO: Cariño, ya estoy en casa. ¿Donde está el niño?
MANOLI: No te lo iba a decir, pero ha entrado en la gruta con dos piedras.
MARIANO: Sigo diciendo que nuestra especie debería encontrar una manera más sana de cascársela.
MANOLI: No, no es eso. El niño quería darte una sorpresa...
Desde el interior de la cueva entra corriendo CHENCHO PICAPIEDRA.
CHENCHO: ¡Papá, papá! ¡Hoy en el colegio me han enseñado a hacer fuego!
MARIANO: Mira qué bien. Pues anda, ve encendiendo una hoguerita, que está anocheciendo y tu padre ve menos que un gato de sílex.

martes, 17 de junio de 2008

Northern State: Better Already

...Y yo era el que decía que no iba poner vídeos del youtube en mi blog. Nunca digas nunca.

¿Sabéis esa melodía que no os podéis quitar de la cabeza durante una temporada? Por culpa del fucking master Mike Patton y su sello discográfico, esto es lo que lleva un par de días sonando en mi cabeza (y en mi mp3):


viernes, 6 de junio de 2008

Jaime de Andrade, ese hombre

Estimados camaradas:
Hace años, bicheando por la sección de vídeos de El Corte Inglés, una de mis aficiones favoritas durante mi época de joven lobo solitario, (ahorraos lo comentarios; ya sé que suena patético) me topé de bruces con un VHS cuya portada rezaba, más o menos, "La película que escribió Franco". "Tócate los cojones", dije yo (bueno, lo pensé; en mi adolescencia yo soltaba muy pocos tacos en público). Bastante tiempo después descubrí que Raza (estrenada en 1942) estaba basada en una novela que el Caudillo firmó bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, y que en la película Paquito aparecía acreditado solamente como argumentista. Lo cuál, todo hay que decirlo, supuso un gran alivio para mi pequeño ego de guionista; sencillamente, no me explicaba como alguien tan, digamos, limitado en lo intelectual, podía haber solucionado satisfactoriamente los problemas (de estructura, diálogos, subtramas y demás parafernalia) que acarrea un guión de largometraje. Sin contar su larga y fructífera carrera como estrella absoluta del NO-DO, creado unos meses después del estreno de Raza, el Generalísimo no volvió a realizar más incursiones (de forma directa) en el negocio del cine, a Dios gracias, pero yo me pregunté durante una de mis frecuentes rascadas de huevos, "¿Y si al Caudillo le hubiera picado el gusanillo del cine después de Raza?" Esta semana en La Fiesta Sangrienta: ¡Franco goes to Hollywood! Bueno, o casi.

JOY ESLAVA. INT. - NOCHE.
FRANCO está acodado en la barra visiblemente achispado y escoltado por dos militares de alto rango más tiesos que la picha de un novio. Los militares dan sorbos cortos a sus cubatas mientras miran de reojo a las escandalosas mujeres de vida alegre que pasan a su lado.
FRANCO (excitado): ¿Y bien? ¿Qué os ha parecido?
MILITAR1: Un éxito, señor.
FRANCO: Sí. El cine estaba hasta la bandera.
MILITAR2: ¡Viva la bandera!
MILITAR1: ¡Viva!
FRANCO: Que no estáis de servicio, chavales. Relajad ese ano.
MILITAR1: ¿Señor?
FRANCO: ¿Habéis visto a esos jóvenes vitoreándome como si fuera una estrella del cinema en la alfombra roja? "Fraaaaaanco, Fraaaaaaanco". ¡Qué tiernos muchachos!
MILITAR2 (carraspea): Sí, sí. He coincidido en el aseo de la sala con el crítico de cine de "Arriba". Ha dicho que Raza es probablemente el mejor filme de la Historia. Y seguía alabando sus virtudes después de soltarle los huevos.
MILITAR1: Y, digo yo, habría que ir pensando en retirarse, ¿no, Señor?
FRANCO: ¡Pero si la fiesta no ha hecho más que empezar! Anda, tómate otra copita de cazalla. El Caudillo invita.
MILITAR1: Huy, no, Señor, que me conozco. Como me tome una copa de más me tiro al pasodoble y empiezo a arrimar cebolleta cosa mala.
FRANCO: Menudo julay. ¿Y tú qué dices?
MILITAR2: ¿Yo? Esto, mañana tengo que dirigir un pelotón de fusilamiento, y preferiría no llegar tarde. Me gusta ofrecer personalmente el cigarrillo a los condenados.
FRANCO (a un joven soldado que pasa a su lado): ¡Que no me entere yo que ese culito pasa hambre!
MILITAR1: ¡Señor! Ay... ¿No cree que debería soltar ya la botella de aguardiente?
FRANCO: ¿Sabéis, muchachos? Estaba pensando en la próxima.
MILITAR1: ¿En la próxima qué, Señor?
FRANCO: Pues qué va a ser. ¡En la próxima película!
MILITAR2: ¿En la próxima... película?
FRANCO: Se me está ocurriendo que podría llamar a esos de Jolivú. Me ha gustado eso del cine a mí. Ir a fiestas, codearme con los famosos...
MILITAR1: ¡Pero usted es más famoso que nadie, Excelencia!
FRANCO: No me digas. ¿Soy más famoso que Ginger Rogers?
MILITAR2: Bueno, a nivel mundial, quizá Ginger Rogers sea más famosa que usted. Pero ella no controla con mano de hierro el destino de toda una nación.
FRANCO: Vaya cosa. Lo cambiaría todo por acudir a un estreno agarrado del brazo de Clark Gable. ¡Menudos ojazos!
MILITAR: ¡Pero, Señor!
FRANCO: Creo que les voy a proponer a los estudios americanos un filme autobiográfico. ¿No hizo Chaplin uno sobre Hitler?
MILITAR2: Sí, bueno, Señor, lo censuramos el año pasado. Era una parodia intolerable.
MILITAR1: Señor, con todo mi respeto, no creo que dedicarse al negocio de las películas sea lo más adecuado para un hombre de su categoría. Un Jefe de Estado está para otros menesteres.
FRANCO: ¿Cómo cuáles?
MILITAR1: Ahí me ha pillado. Errr... no sé. ¿Inaugurar embalses?
FRANCO: Que le den por culo a los embalses. ¿Quién creéis que podría hacer mi papel?
MILITAR2: Déjeme pensar... ¿Edward G. Robinson?
MILITAR1 (suspira): ¿James Cagney?
MILITAR2: ¡Bela Lugosi! Viene que ni pintado, vamos.
FRANCO: Yo estaba pensando en Gary Cooper. Ah, y mañana recordadme que os pegue un tiro a ambos.
MILITAR1: La verdad que Gary Cooper sería ideal.
MILITAR2: ¡Lo tengo! ¡Boris Karloff!
FRANCO: Ah, no, de ninguna manera. Ningún puto ruso va a interpretar mi papel.
MILITAR1: Eh, Señor, creo que es inglés.
FRANCO: ¿Y se llama Boris? ¿En qué coño estaba pensando su madre?
MILITAR2: He leído que es un apodo, Excelencia.
FRANCO: ¿Un apodo?
MILITAR2: Sí, su nombre artístico, que resulta más sonoro que su verdadero nombre, William Henry Pratt. Es como usted, que se llama Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde, pero todo el mundo le conoce como El Caudillo o Franco a secas.
FRANCO: Mmm, no es mala idea lo del nombre artístico. Me lo imagino en los títulos de crédito, "A film by Franco".
MILITAR2: ¿Qué le parece Frank Franco?
FRANCO: ¿Te has vuelto tartamudo de repente?
El Militar1 le rompe a Franco la botella de aguardiente en la cabeza.
MILITAR2: ¡¿Qué estás haciendo!?
MILITAR1: Tranquilo, mañana no se acordará de nada con la borrachera. ¿Y qué hacías tú llevándole la corriente?
MILITAR2: ¿Y qué otra cosa podía hacer? ¡Es el puto Franco, por amor de Dios!
MILITAR1: Anda, ayúdame a llevarlo al coche. Diremos que de repente se ha sentido indispuesto. Nadie sospechará.
MILITAR2: Muy bueno. ¿Y si nos preguntan por los cristales clavados en la calva?
Los militares levantan del suelo a Franco.
MILITAR1: ¿Sabes? Quizá el Caudillo pueda cumplir su sueño, después de todo. ¿Y si hiciéramos un noticiario semanal que se proyectara antes de todas las películas? Franco podría salir inaugurando embalses y hospitales.
MILITAR2: Valiente coñazo.
MILITAR1: Qué dices. A la gente le va a encantar.
Salen de cuadro.

jueves, 29 de mayo de 2008

Parece que refresca (II): Mi ponencia


I Ciclo de Conferencias sobre Nada en Particular.
Salón de Actos de la Universidad de Villalacia. 30 de febrero 2008.

Estimadas comadres:
Acúsenme de presuntuoso, si quieren, pero sería faltar a la verdad si omitiera el hecho de que mi conferencia causó gran expectación entre el público asistente. De hecho, me fue concedido un tratamiento de estrella: el vigilante jurado de la Universidad insistió en escoltarme hasta el estrado. Creo que el pobre muchacho se sentía un tanto avergonzado por haberme confundido en la puerta con un mendigo. Me compadecí del chico; una vez terminada la charla, me dirigí al rector y le convencí de que el puesto de vigilante era demasiado poco para alguien de su talento. El rector, conmovido por mi discurso altruista y por una amenaza de demanda, se puso en seguida manos a la obra e instó al vigilante a que buscara un trabajo de acuerdo con su preparación gracias al sencillo método conocido como "despido improcedente". Después me contaron que el muchacho andaba buscándome como loco para darme efusivamente las gracias y presentarme a su rottweiler, pero mi modestia me impelió a salir de la ciudad en el primer camión de verduras que aceptó esconderme. Qué le voy a hacer; en el fondo, tengo alma de filántropo.

Después de la emotiva presentación de mi persona llevada a cabo por un brillante ex alumno de la Universidad, que había acudido al evento aprovechando un permiso penitenciario, me dirigí a la tarima acompañado por los sones de una vieja y melancólica canción country cuya letra narraba cómo un vendaval arrancó de cuajo el cobertizo del tío Obadiah. Cuando subí al estrado, la sala entera se puso en pie. Una hora después, los asistentes volvieron del bar y comprobaron con disgusto que yo había empezado mi discurso sin ellos. Pero aún mayor fue su decepción cuando descubrieron que todavía no había terminado. La afortunada única testigo de la primera parte de mi ponencia fue la limpiadora que había entrado a quitar los chicles de los asientos. Nunca le estaré lo suficientemente agradecido a aquella mujer; la entusiasta atención que prestó a mis palabras, con la boca abierta y los ojos desorbitados, me llenó de gozo y me animó a seguir adelante. Al día siguiente supe que la amable señora, sorpresivamente diagnosticada de un principio de esquizofrenia, había solicitado la jubilación anticipada.

Antes de seguir con mi conferencia, creí conveniente aclarar que mi atuendo, tachado por algunos de extravagante, no es fruto de una "obsesiva fijación por crear tendencias", como acostumbran a señalar mis críticos; es sólo que con el paso de los años he llegado a considerar innecesario llevar pantalones. Entre ustedes y yo, llevo décadas pillándome la minga con la cremallera, y cada vez que me miro desnudo al espejo (cosa que hago con frecuencia) me da la impresión de que me han trasplantado el pene de Frankenstein.

Proseguí sin más dilación con el tema que nos ocupaba y sobre el cuál versa el grueso de mis estudios: las propiedades nutritivas del lomo en manteca, asunto controvertido donde los haya, por cuanto en diversas culturas se considera que sube el colesterol. En la Antigua Grecia, sin ir más lejos, el tema era causa de grandes discusiones entre socráticos, partidarios de la corriente mantequista, y aristotélicos, fervientes defensores del chicharronismo.

La velada iba viento en popa hasta que un imbécil muy respetado en determinados círculos académicos y reconocido aficionado al aguardiente comentó lo barata que les había salido a él y a su señora la depilación láser en los glúteos. En el estrado, hice un denodado esfuerzo por reconducir la atención hacia la razón que nos había reunido a todos allí: el frío que hacía en la calle.
Llegados a este punto, debo admitir que no soy muy partidario de las conferencias, digamos, formales, donde el ponente diserta interminable y fatigosamente en un tono de voz monocorde. Soy consciente de que ese tipo de charlas pueden resultar muy aburridas; por eso, desarrollé la segunda parte de mi exposición con mi célebre imitación de un gangoso. Hay que decir que esta maniobra sembró cierta polémica entre mis oyentes; en señal de protesta, algunos de ellos se negaron a dejar de roncar. Otro de mis innumerables y humildes aciertos fue dinamizar mi charla con ayuda de la tecnología. Una de mis opciones durante los preparativos consistía en crear una presentación en Power Point (también llamado flipantemente Punto de Poder), pero la descarté en cuanto se me pasó el efecto del peyote. Así que eché mano del más tradicional método de las diapositivas. Lamentablemente, la primera que proyecté fue una de mi perro lamiéndose el prepucio, lo cuál motivó el súbito abandono de la sala por parte de un nutrido grupo de oyentes. Gracias a Dios, los desertores volvieron del aseo a los cinco minutos, visiblemente más calmados y de mejor humor.

En la ronda de preguntas, aclaré las múltiples dudas que había suscitado mi ponencia entre los asistentes, como por ejemplo "¿podemos atacar ya el buffet libre?", y afronté estoicamente las críticas, casi todas referentes a mi familia. Finalmente, y como es costumbre en estos eventos, terminamos hablando sobre tetas y culos.