miércoles, 26 de agosto de 2009

Entrevista con un poltergeist de esos

Carol Aaaaaaanne, cómete el pollo

Estimados amantes de los intríngulis, que, como haber, hay gente pa tó:
El Departamento de Investigaciones sobre Esto y Aquello de Un beso de buenas noches de mil demonios se complace en presentar un documento espeluznante no apto para personas con afecciones cardiacas y/o recién salidas de la peluquería, que no es nuestra intención que la gente vaya diciendo de usted “Mira ése, con taquicardia y encima despeinado”. Y es que nuestros investigadores han llevado a cabo una entrevista en exclusiva con el señor Fausto Capelotas, poltergeist titular de la infame Mansión de la Sombras, que se encuentra orientada al norte, y en veranito muy bien, pero en invierno hace un biruji que no veas. A continuación les ofrecemos la transcripción íntegra de este acongojante documento.


POLTERGEIST: Dame veneno, que quiero morir, dame veneeeenoooo…
INVESTIGADOR: Oiga.
POLTERGEIST: …que antes prefiero la muerte que vivir contigo, dame veneeenooo…
INVESTIGADOR: Ejem, señor.
POLTERGEIST: …ay, para morir. ¡Coño!
INVESTIGADOR: Disculpe…
POLTERGEIST: Que susto me ha dado, caballero.
INVESTIGADOR: No era mi intención.
POLTERGEIST: ¿Qué? Espere, que me quito lo auriculares.
INVESTIGADOR: Sí, eh, buenas noches.
POLTERGEIST: Buenas. ¿Qué se le ofrece?
INVESTIGADOR: Verá, soy un investigador paracientífico.
POLTERGEIST: Ah, pues mira qué bien. ¿Y a qué se dedica?
INVESTIGADOR: Investigo fenómenos paranormales y esas tonterías.
POLTERGEIST: Ya. Qué contentos deben de estar sus suegros con usted.
INVESTIGADOR: ¿Le importaría contestarme unas preguntas?
POLTERGEIST: ¿Quién, yo? Uy, si yo no sé nada de fenómenos paranormales. Nunca me ha sucedido nada raro. Bueno, miento. Una vez se me apareció el fantasma de Alejandro Magno y me quitó una pestaña que se me había metido en el ojo. Al principio me dio un susto de muerte, pero después no vea usted qué alivio.
INVESTIGADOR: ¿No es usted un portergüei de esos?
POLTERGEIST: ¿Un qué?
INVESTIGADOR: Un portergüei. Como el de la película.
POLTERGEIST: Me va a disculpar…
INVESTIGADOR: No, discúlpeme usted a mí. Es que soy del sur y, como sabe, en el sur nos comemos las ezes.
POLTERGEIST: ¿Que en el sur se comen ustedes las heces? Pues no, no lo sabía. Pero no se las comerán así al natural, ¿verdad? Les echarán orégano o algo.
INVESTIGADOR: No, jaja, creo que me ha entendido. Las eses. Nos comemos las eses. Coño, qué difícil de pronunciar.
POLTERGEIST: Oh, qué bochorno. Había entendido que a ustedes les gustaba comer mierda. Jaja, qué susto me he llevado. Como la dieta mediterránea está en expansión, ¿sabe? Cualquier día se pone de moda y estamos todos comiendo boñigos, yo qué sé, a la boloñesa. Boloñiguesa, podrían llamarlo. O hamburguesas de boñigos, boñiguesas. O bollos de boñigo, bollogos. O, rizando el rizo, bollos de higo con boñigos, bolligos. Que digo yo que a lo mejor no va mal para el tránsito intestinal. ¿No dicen que lo que se come, se cría? Ahí lo tiene. Pero, en fin, cosas más raras se han visto. Si hay gente que come hormigas fritas y saltamontes cubiertos de colacao y no le da un cólico en el frítico ni nada. Que no critico sus gustos culinarios, quiero decir. Por mí como si revientan todos ustedes.
INVESTIGADOR: ¿Un cólico dónde?
POLTERGEIST: En el frítico. Un órgano que tenemos por aquí, que te duele cuando te da un cólico. No sé si sirve para algo más, no soy anatomista. ¿Por qué no me deja en paz?
INVESTIGADOR: Un cólico nefrítico, querrá decir.
POLTERGEIST: Sí, eso, un cólico en el frítico. Lo que pasa es que ustedes se comen las eles. Entonces, usted lo que quiere saber es si yo soy…
INVESTIGADOR: Un poltergeist. ¿Lo he dicho bien? Es que la palabra tiene tema.
POLTERGEIST: Desde luego. Es que es un término alemán y, como la mayoría de los términos alemanes, tiene muy mala pipa.
INVESTIGADOR: O mala follá, también se dice. Desaborido, para entendernos.
POLTERGEIST: Claro, claro. Fíjese en otras palabras alemanas, fíjese. Achtung, por ejemplo.
INVESTIGADOR: Uf, Achtung, qué palabra tan antipática. Es la primera vez que la escucho y ya me cae mal. Y eso que no me ha hecho nada, pero es que yo soy muy de primeras impresiones. ¿Sabe usted que significa Achtung?
POLTERGEIST: Sí, es algo así como “Cuidado, no vayas a tropezar con esa cacerola”.
INVESTIGADOR: ¿Todo eso?
POLTERGEIST: Los alemanes es que son muy sintéticos, como el poliéster. Es una palabra que se suele utilizar mayormente en la cocina. Note que la terminación “tung” tiene una connotación muy cacerolesca. Nadie suele utilizar “Achtung” lejos de los fogones.
INVESTIGADOR: Ahora que lo dice, no creo haber escuchado jamás a un alemán exclamar “Achtung” mientras se rasca la espalda, o lo que sea que le pique a un alemán.
POLTERGEIST: ¿Insinúa que a los alemanes no les pican las mismas partes del cuerpo que al resto de la gente?
INVESTIGADOR: Sí, bueno; entre usted y yo, siempre evito sacar ese tema en público.
POLTERGEIST: Me hago cargo. Un asunto polémico, el de los picores.
INVESTIGADOR: No lo sabe usted bien. Estoy haciendo un estudio sobre el tema.
POLTERGEIST: ¡Qué me dice! Cuénteme usted algo, hombre, no me deje con la intriga.
INVESTIGADOR: Cómo no. ¿Sabía usted, por ejemplo, que durante la Dinastía Edo los japoneses evitaban rascarse la entrepierna delante de las tumbas de sus parientes? Les parecía una falta de respeto para con sus difuntos más cercanos.
POLTERGEITS: ¡Oh! ¡Qué anécdota!
INVESTIGADOR: Eso no es nada. Los noruegos, por ejemplo, sólo se rascan los sobacos en presencia de un notario.
POLTERGEIST: ¡Caramba! ¿Y a qué se debe tal comportamiento?
INVESTIGADOR: Vaya usted a saber. Anda, que menudos son los noruegos. Cualquiera les pregunta nada. Los noruegos es lo que tienen.
POLTERGEIST: ¿Que son muy reservados?
INVESTIGADOR: Que se pasan el día hablando en noruego. Y yo no entiendo ni papa de noruego. El noruego se parece mucho al alemán, ¿sabe? Ninguno de los dos se entiende si no se conoce.
POLTERGEIST: ¿Y el sueco? ¿Conoce usted el sueco?
INVESTIGADOR: No lo sé. ¿Eso qué es?
POLTERGEIST: Otro idioma que tampoco se entiende si no se conoce.
INVESTIGADOR: ¿Otro? Vaya por Dios. Hay más idiomas que no conozco de los que yo imaginaba. A ver si a alguien le da por inventar idiomas que conozcamos. Uno con palabras como “encimera”, “falacia” o “retornable”.
POLTERGEIST: Interesante. ¿Y cómo llamaría usted a ese nuevo idioma?
INVESTIGADOR: No sé. Lo llamaría… “Mindungo”, a lo mejor. ¿Hay algún idioma que se llame Mindungo?
POLTERGEIST: No sé. Me parece harto improbable, de todas formas.
INVESTIGADOR: Mindungo, entonces. ¡Ja! Ya verá cuando se me acerque un noruego y le empiece a hablar en Mindungo. Se va a cagar. Él me va a preguntar cualquier cosa en noruego, y yo le voy a decir “La encimera retornable es una falacia”. Se va a quedar de una pieza.
POLTERGEIST: ¿Qué quiere decir?
INVESTIGADOR: De una pieza, así, no de dos ni de tres piezas, ni de doscientas treinta y siete, pongamos por caso. De una sola, vamos.
POLTERGEIST: No, no. “La encimera retornable es una falacia”. ¿Qué quiere decir?
INVESTIGADOR: Ah, disculpe. Creí que usted entendía el Mindungo.
POLTERGEIST: ¿Yo? No, no. ¿Le he dado esa impresión?
INVESTIGADOR: Sí, bueno; como parece usted un hombre de mundo…
POLTERGEIST: Oh, no crea; los poltergeists salimos muy poco. Coño, sí que es difícil pronunciarlo en plural. Poltergeists.
INVESTIGADOR: Hum, sí. Le diré lo que vamos a hacer. Vamos a crear una palabra que signifique portergüei de esos en Mindungo.
POLTERGEIST: ¿Haría usted eso por mí?
INVESTIGADOR: Faltaría más, hombre. Quiero decir, poltergeist.
POLTERGEIST: ¿Y qué palabra podía ser?
INVESTIGADOR: ¿Qué le parece, no sé, “Estengcrackensk”?
POLTERGEIST: Uy; muy complicada me parece ésa. Imagínese que doblan la película “Poltergeist” al Mindungo. “Dos entradas para Estengcrackensk para la sesión de las diez menos cuarto”. La gente no iría a verla por miedo a quedar en ridículo delante de la taquillera. Preferirían ver una película con un título más fácil de pronunciar, como, no sé, “El apio”, por ejemplo.
INVESTIGADOR: No sé usted, pero yo no iría a ver una película titulada “El apio”. Digamos que como título tiene una fuerza dramática más bien limitada. ¿De qué podría tratar una película titulada “El apio”? De poltergeists seguro que no. O estengcrackensk, como se les conoce ahora.
POLTERGEIST: Yo veo el argumento muy claro. Un hombre va a comprar apio, ¿vale? Digamos que ese día hace frío y a nuestro protagonista se le apetece una sopa de verduras bien calentita. Eso es lo que se conoce en el lenguaje cinematográfico como “motivación del personaje”.
INVESTIGADOR: No, si tiene su lógica, pero de todas formas, ¿por qué querría nadie hacer una película sobre un tipo que va a comprar verduras?
POLTERGEIST: ¿Por qué no? ¿Acaso no hicieron una trilogía sobre un pintor de brocha gorda? ¿Cómo se llamaba?
INVESTIGADOR: Ah, sí. “Pintor de Brocha Gorda”, “El Regreso del Pintor de Brocha Gorda” y “El Pintor de Brocha Gorda Ya No Vive Aquí”.
POLTERGEIST: No, no. Me refiero a Poltergeist 1, 2 y 3.
INVESTIGADOR: Permítame sacarlo de su error, caballero. La saga Poltergeist no trataba sobre pintores de brocha gorda en absoluto. Lo remarcan en los créditos finales. “Cualquier parecido con cualquier pintor de brocha gorda…”, etc. “Ningún pintor de brocha gorda ha resultado herido…”, etc.
POLTERGEIST: Considéreme sacado. ¿Debo deducir que el término “poltergeist” no significa “pintor de brocha gorda” en alemán?
INVESTIGADOR: Eeeeeh, no, creo que no. No sé lo que significa. Ah, sí. “Fenómenos extraños”, me parece. Oiga, me he dado cuenta de que estoy empezando a entender el alemán.
POLTERGEIST: Entonces supongo que ni soy un poltergeist ni nada.
INVESTIGADOR: Ahora que lo dice, ya me parecía a mí raro encontrar a un portergüei encalando una pared.

Próximamente: Una entrevista con un poltergeist güeno güeno de verdad auténtico del Líbano en el post titulado “Entrevista con un poltergeist güeno güeno de verdad auténtico del Líbano”. Coming soon: An interview with a truly gud gud poltergeist authentic from Libano in the post entitled “Interview with a truly gud gud poltergeist authentic from Libano”.
Además: La verdadera historia detrás de la realización de “El Apio”, una de las joyas recientes más desconocidas de la cinematografía nacional, y con razón.