miércoles, 17 de septiembre de 2014

Un post del blog de moda de Regina Wilkinson (escrito por su primo Paco Pepe)

 Entrevista a Arnoldo Pértigas, modisto. Y muy famoso, por lo visto.

Yo no sé ustedes, pero yo veo a esta bajar por la calle y me cambio de acera.

Buenas, soy Francisco José Pedernales Wilkinson, pero todos en el pueblo me conocen como Paco Pepe el inglés, porque mi bisabuelo por parte de madre era de Ósfor, que no sé cómo se dice bien. Yo siempre he dicho Ósfor. Mi bisabuelo también pasó una temporada en Quémbrich, donde estudió anatomía forense, y después se vino de vacaciones a España y conoció a mi bisabuela y la dejó preñada y se quedó aquí sembrando papas y criando gallinas. Y bueno, no he venido aquí para contaros la historia de mi familia. Mi prima Regina no ha podido escribir el artículo de hoy porque, como dice ella, se encuentra indispuesta, así que me ha mandado una hoja con preguntas, un radiocasete pequeñito para grabar y un billete de autobús para la ciudad y me ha encargado el recado de entrevistar al diseñador de moda Arnoldo Pértigas. A la paz de Dios.

Buenas tarde, señor Pértigas. Mi prima Regina me manda decir que la excuse, que le ha sido imposible venir porque se encuentra indispuesta.
Sí, sí, estoy enterado. Nada grave, espero.

No, nada. Se está cagando viva.
Oh. ¿Gastroenteritis?

¿Se dice así ahora? Yo siempre le he dicho “cagalera”. Bueno, cuando voy al médico no le digo “Doctor, tengo una cagalera que me estoy yendo por la pata abajo”. Eso se lo digo a usted, en confianza. Al médico le digo que tengo el vientre suelto, y él ya me entiende. Le deja a uno el cuerpo hecho una porquería, ¿que no? Bueno, qué le voy a contar yo a usted, con lo canijo que está.
Eh, ejem, ¿pasamos a la entrevista?

Claro, claro, perdone. Que si no, nos vamos a pasar todo el día hablando de la cagalera de la Regina, y después la gente lee esto en el interné y le pregunta “¿Se te ha pasado ya la cagalera, Regina?” y le deja dibujado unos muñequitos de mojones… ¿Los ha visto usted? Unos muñequitos así que son mojones chiquititos con ojos. La gente es muy cabrona.
Eh, ¿lleva las preguntas preparadas? Su prima me dijo que se las había enviado.

Sí, sí, me las apuntó en un papel, pero, ¿sabe lo que pasa? Que no sé dónde lo he dejado. Yo para mí que había echado la hoja en el petate, pero por lo visto me la dejaría encima de la mesita de noche o no sé dónde, así que he escrito yo unas preguntas en el autobús de camino para acá.
Vaya por Dios.

Le van a gustar, ya verá. Se me ha ocurrido hacer la entrevista desde el punto de vista de uno que no entiende mucho de moda.
Veo que tiene su propio y original estilo periodístico.

Sí, será, pero lo verdad es que no tengo mucha idea de moda, aunque podrá comprobar que hoy me he puesto mis mejores pantalones de pana para verle a usted.
Bueno, no es que el beige descolorido por el sol sea el tono estrella este año, pero...

El dobladillo de la pernera izquierda está un poco descosido porque un gorrino me ha mordido el pie justo antes de salir y mi Jacinta no ha podido cosérmelo porque se iba el autobús.
Natural.

Anda, que lo contenta que debe de estar su madre... Críe usted hijas para esto. ¡Que lo vas enseñando todo, zagala!

Bueno, pasemos sin más dilación a la entrevista, ¿se dice así, dilación? Porque, si usted quiere, pasamos con más dilación. ¿No?
Creo que ya nos hemos dilatado bastante.

Sí, jajaja, qué finos son ustedes, los que llevan coleta. Oiga, qué colonia tan fuerte lleva usted, ¿no?
¿Le gusta? Es mi nueva fragancia, “Eau de Fleur Pour Homme”.

Espere que la apunte, que le se la voy a comprar a mi padre por Navidad. O-de-flé…
Eh, ¿sabe usted francés?

¿Y a usted qué le importa? ¿Acaso le he preguntado yo por sus estudios?
No, verá… El nombre de la fragancia está en francés.

Hostia. Y eso, ¿por qué?
Pues porque… Mire, es muy largo de explicar. Cosas de diseñadores, ¿entiende?

Bueno, pero si voy a Segismunda la droguera y le digo, “Segis, un tarro de Odeflé Pulgón”, ella me entiende, ¿no?
No es “Pulgón”, es… Mire, ya le regalo yo un bote, ¿de acuerdo?

No es para mí, es para mi padre. Yo no estilo mucho eso de los perfumes. Bueno, de vez en cuando me refriego un nabo por el cuerpo, y voy echando una tufarada a puchero que da gloria olerme. Pero no todos los días, se vaya usted a creer; solo lo hago para alguna ocasión importante, como la boda de un hermano o…
¿Quiere empezar de una vez con la entrevista, por el amor de Dios?

¡Jajajaja!
¿Qué le pasa ahora?

Que cuando digo “nabo”, me refiero a un nabo de la huerta, no al que usted está pensando. ¡Que yo no soy como ustedes, los que llevan coleta!
¡¿Qué está usted insinuando?!

Porque sabrá lo que es un nabo, ¿verdad?
¡¡Cómo no voy a saber lo que es un nabo!!

Hombre, lo mismo que yo no sé francés, pues digo, “A lo mejor este no sabe lo que es un nabo”. Como su mundo y el mío son tan diferentes…
Mire, amigo, le voy a ser sincero. Me pone usted enfermo.

Bueno, bueno, no se irrite, que ya empiezo con la entrevista. Primera pregunta: Eeeeeh… Vaya por Dios. Es que, como he escrito la entrevista en el autobús, ¿se lo he dicho? pues con tantos baches no entiendo mi letra. ¿Puede usted ayudarme?
Hay que joderse. A ver, traiga acá… Vaya letra fea que tiene usted, caramba. ¿Qué pone aquí? Ma… ¿Maricón? ¡¿Pone maricón?!

Sí, bueno, era parte de una pregunta que ya no me hace falta hacerle.
¡¿Pero qué cojones se ha creído?! ¡Eso es lo que me revienta de ustedes, la gente normal! ¡Se creen que porque diseño moda pierdo aceite! ¡Están cegados por sus estúpidos prejuicios! ¡Ceporro!

¡Eh, que usted no es el más indicado para hablar de los prejuicios de los demás! ¡Que, solo por ser de pueblo, ya me ha tomado usted por un ceporro!
¡Es que es usted un ceporro!

¡Y usted un maricón!
¡Ceporro!

¡Maricón!
¡Ceporro!


Buen, pues esta es la entrevista que le he hecho a Arnoldo Pértigas; espero que os haya gustado a vosotros y a mi prima Regina, que si quiere puede cambiar un par de cosas, como lo de que está con cagalera, y decir que la ha hecho ella. Y total, que esta mi primera experiencia como periodista ha sido muy satisfactoria y me ha resultado muy grato conocer al gran diseñador Arnoldo Pértigas, al que desde aquí mando un saludo si está leyendo esto. ¡Maricón!