miércoles, 29 de octubre de 2008

Ruiz propone un tema

¡Atención, niños! El tío Michael aconseja: "Drógate con moderación. Es tu responsabilidad".


Estimados espantajos:
Seré sincero con vosotros: a mí Halloween siempre me la ha traído al pairo (abucheos y expresiones de decepción generalizados. Alguien entre el público asistente hace algo de provecho y se saca un moco). Yo soy del día de Todos los Santos de toda la vida de Dios, venerable celebración que aprovechamos para recordar a nuestros muertos, al contrario que el resto de los días del año, que aprovechamos para acordarnos de los muertos de los demás. ¿A qué viene ahora esa chuminada de disfrazarse? Yo nunca he ido a llevar flores a la tumba de mi tía abuela vestido de El Zorro, aunque ganas no me han faltado. ¿Y eso de pedir caramelos de puerta en puerta? ¿De repente somos pobres, o qué?
-¡Señor! ¡Eh, señor! -me interrumpió un adorable mocoso de no más de nueve años.
-¿Sí, pequeño bambino?
-Mi mamá siempre me dice que no acepte caramelos de extraños porque llevan droga.
-Tu madre es una mujer razonable, muchacho, aunque baje a la frutería hecha una piltrafa. Yo, al contrario que tú, niño mimado, padecí una infancia desgraciada, y mí santa madre me enseñó a no despreciar comida gratis. A los diez años mi aspecto era tan lamentable que los extraños me ofrecían caramelos rellenos de metadona. Así que hazle caso a tu madre, hijo. Estudia, lleva una vida sana, sé un buen ciudadano; haz que tu padre se sienta orgulloso de ti cuando salga de la cárcel. ¿Te ha quedado claro, pequeño gran hombre?
-Tengo pipí.
-Pues yo tengo pipí y caca, así que yo prime.
Mi zalamero mayordomo pareció materializarse de la nada.
-¿Milord?
-¡Joder, Jean-Claude, te tengo dicho que no seas tan sigiloso al andar, que me das unos sustos de muerte! ¿Dónde están los tacones de aguja que te compré?
-Los he llevado al zapatero, señoría. Tenían las tapillas muy gastadas.
-¿Para qué me interrumpes, lacayo? Ahora ese pequeño bastardo se meterá en la toilette antes que yo, y seguro que me deja la tapa llena de orines.
-Mis disculpas, eminencia, pero me veo en la obligación de llamar su atención sobre dos asuntos que a buen seguro serán de su interés.
-Escupe.
-El primer asunto es relativo a su indumentaria, señor.
-¿Qué le pasa a mi indumentaria, insolente?
-No he podido evitar advertir que está impartiendo su osada conferencia en calzoncillos, señor.
-Soy consciente de ello, Jean-Claude. No veas lo difícil que me resulta atraer la curiosidad de mis seguidores últimamente. ¿El segundo asunto tiene que ver con el teléfono inalámbrico que portas en tu inseparable bandeja, exasperantemente fiel criado mío?
-Indudablemente, señor. Su amigo el señor Ruiz pregunta por usted.
-¿Ruiz, el Pequeño Freak? Qué alegría me das, Jean-Claude; hacía tiempo que no sabía nada de ese mamoncete.
-Ahí se las ventile, milord -dijo mi sobrio mayordomo pasándome la terminal.
-Ruiz, muchachote, ¿qué te cuentas?
-¡Hola, señor! -saludó Ruiz al otro lado de la línea-. Eh, señor, no es por molestar, pero... eh... he oído que me ha llamado... mamoncete, señor.
-¡Pero mi querido muchacho! No hay motivo para sentirse ofendido. Mamoncete no es más que un apelativo cariñoso, como, no sé, como hijo de la gran puta, por ejemplo -expliqué.
-Disculpe, señor, pero... ah... hijo de la gran puta no me parece un apelativo excesivamente cariñoso.
-¿Cómo que no? Mi bisabuelo me lo decía constantemente. "No me robes la pensión, hijo de la gran puta", "No me abandones en esta gasolinera, hijo de la gran puta". Ah, que gran hombre, mi bisabuelo. Aún resuenan en mis oídos sus últimas palabras: "No me incineres que todavía estoy vivo, hijo de la gran puta".
-Ya. Mmm...
-¿Cuál es el motivo de esta grata sorpresa, hijo de la gran puta?
-Ah, señor, no me gustaría parecer irrespetuoso, pero preferiría que no me llamara así.
-Claro, claro, Ruiz; disculpa tú a esta vieja mula; no puedo evitar que la emoción me embargue. ¿Lo entiendes, verdad?
-Sí, sí; cómo no. Vera, señor, me, ejem, me gustaría proponerle algo. Es, bueno, una especie de favor personal.
-Claro, claro, hijo; lo que quieras. ¿De qué se trata? Espera, no me lo digas. Quieres que te acompañe a comprar condones, ¿es eso? -suspiro-. Ay, estos niños crecen sin que te des cuenta. Un día tienen la tos ferina y al siguiente, poluciones nocturnas. Porque tu ya eyaculas, ¿verdad, hijo?
-Er, claro, señor, desde hace ya unos años. ¿Pero qué edad cree que tengo?
-¿Te has echado novia?
-Ejem, no, señor. Yo... eh... digamos que todavía no he encontrado a la mujer adecuada.
-No me jodas, hombre; anda que estás tú como para exigir. Sin duda, entenderás que no a todas las mujeres les guste que les derramen cera caliente en los pezones.
-Oiga, ¿por quién me ha tomado? A mí no va ese rollo, ¿sabe?
-Mil perdones, hijo. Quién lo hubiera dicho, con la pinta de pervertido que me llevas.
-¿Pero qué dice? ¿Qué tiene de pervertida mi camiseta de Naruto?
-¿De quién?
-De Naruto.
-Por el culo te la embuto.
-¡Oiga, me tiene ya hasta las narices!
-¿A qué viene ese súbito acceso de ira, caballerete?
-¡Y le tengo dicho que no me llame "caballerete", que me parece muy paternalista!
-Noto que se te ha agriado el carácter desde la última vez que nos vimos, Ruiz. ¿Sabes? Estoy pensando hasta en paralizar los trámites de tu adopción.
-¿Qué? ¿Pero cómo piensa adoptarme? ¡Yo ya tengo padres!
-Tenías.
-¿De qué está hablando? Estoy viendo ahora mismo a mi madre tumbada en el sofá.
-Por poco tiempo. Un pajarito siciliano amigo mío me ha asegurado que a tu madre le quedan pocas croquetas por freír.
-¿Perdone?
-Nada, nada; que digo que qué se te ofrece.
-Ah, sí. Verá, señor, había pensado que, como el viernes es Halloween y tal, podría proponer a sus lectores una maratón de cine de terror, ya sabe. Yo le paso unos divx y usted los comenta. Creo que a sus admiradores les podría interesar su opinión sobre algunos clásicos señeros del género.
-Mmm, no sé; no estoy muy seguro de que el tema sea del agrado de mis seguidores. Mi target ideal no va por ahí, ¿sabes?
-...
-¿Ruiz? ¿Estás ahí?
-Sí, sí, señor.
-Menos mal; qué susto me has dado. Por un momento creí que te estabas masturbando.
-No sabía que su blog tuviera un target de público, señor.
-Claro que sí, muchacho. El perfil promedio del lector de Un beso de buenas noches de mil demonios es el de un/a joven de entre 20 y 40 años interesado por la zoofilia.
-Permítame que disienta, maestro, pero, hum, yo soy lector suyo y, bueno, no estoy para nada interesado en la zoofilia.
-¿En serio? ¿Me estás diciendo que jamás has acariciado lascivamente a un babuino?
-No, señor; qué cosas dice usted.
-Pues no sabes lo que te pierdes. ¿Películas de terror, dices? Bueno, tendré que aplazar el cautivador artículo sobre hemorroides que había preparado para el viernes…

Ya lo habéis oído, sordas. ¡El próximo viernes 31, Maratón de Halloween en Un beso de buenas noches de mil demonios! ¡AMAZING! (Asombroso) ¡HORRIFYING! (Horripilante) ¡BOLLOCKING! (Acojonante) ¡PA’ CAGARSE LA PATA ABAJO, CANIJO! (To shit the leg down, you thin man).

lunes, 27 de octubre de 2008

El post que nunca estuvo aquí


"Hermano, ¿me das algo para una Duff?"
¡Hey, troncos!
Soy el culo de un tío que está haciendo un calvo (ver foto inferior), y estoy aquí para tirarme un cuesco y para comunicaros que el autor de esta sacrosanta bitácora vuelve esta semana con todos vosotros y trae un porrón de novedades, entre las que nos gustaría destacar dos: ¡Posts nuevos y posts que el autor no había publicado antes! Por si fuera poco, el autor también os tiene preparados posts que no habíais leído con anterioridad, y, además, posts que no están repetidos. Posts desconocidos para vosotros y posts que nunca os han presentado. Posts originales y posts recién hechos. Posts que jamás han visto la luz y posts que tampoco. Y de propina, una sorpresa muy especial: ¡Posts diferentes a los otros posts! ¡Estamos que lo tiramos, señora!


Al autor le hacen un taco de gracia los culos que hablan

miércoles, 22 de octubre de 2008

Unas palabras de mi portero

¡Eje, pollos!
Soy el portero del vecino que escribe en el internés este, y ma mandao decir que no sa muerto ni ná, que va. Esques tá más liao cun trompo el hombre, escribiendo unos guijones pa no se qué, pero dentro de ná estará otra vez aquí para contaros más chistes guarros, de esos de "¿Ande está la señora?", "Pos creo que en el servicio, porque se iba peyendo por el pasillo". Asín que no irse, ¿en?

No es un afoto del autor; que más le gustaría a ése que ser un pato disfrazao.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Diarreas mentales y de las otras

Sí, ya sé que la foto es repetida; pero es que me parece un cagadero de lo más elegante, oyes.

Estimadas señoritas:
Cómo ya sabéis los que seguís mis alegres peripecias, la semana pasada estuve con cagalera (también denominada "diarrea" en círculos académicos y fiestas de postín), así que tuve mucho tiempo para pensar entre chicate y chicate, e inexplicablemente, por uno de esos mecanismos de asociación de ideas que nunca llegaré a comprender del todo, hice una nota mental que decía así:

(Nota mental: Comprar un cuaderno para anotar las notas mentales, que después se me olvida todo).

Y después ésta otra:

(Segunda nota mental: Estoooo… ¿en qué estaba yo pensando?)

[Es nuestro deber aclarar que el autor también olvidó la primera nota mental, así que bajó al chino pero no recordó que tenía que comprar el cuaderno. Eso sí, se trajo una espumadera, así que no se puede decir que el viaje fuera en balde].

El caso es que cuando se me olvida una buena idea siempre exclamo “¡Mierda!” (antes exclamaba “¡Voto a bríos!”, pero abandoné la costumbre cuando mi catequista empezó a mirarme raro), así que volví a repetir la asociación de ideas: “Mierda-Diarrea”, y me encerré en la toilette para un segundo asalto. Esta vez me llevé algo para leer; se trataba del Diccionario de la Lengua Española. Empecé a leerlo con fruición, aunque he de decir que por el título esperaba que el contenido fuera un poco más picante. Y heme en tamaña tesitura cuando encontré la definición de la palabra “Diarrea”:

2. f. Dispersión de grupos humanos que abandonan su lugar de origen.

Como os podéis imaginar, mi sorpresa fue mayúscula, y mi determinación inapelable; hice firme propósito de tratar a la mierda con más respeto, ahora que sabía que era un ser humano como tú y como yo.
Mayor fue aún mi sorpresa cuando descubrí que la palabra cuyo significado estaba mirando era “diáspora” y que “diarrea” se encontraba un poco más arriba.

1. f. Síntoma o fenómeno morboso que consiste en evacuaciones de vientre líquidas y frecuentes.

“Uy, sí, un morbo que te cagas”, pensé en voz alta (reflexión que provocó que mis padres se plantearan seriamente echar la puerta abajo, alarmados por la posibilidad de hallarme intoxicado por los efluvios de mi propio detritus).
Entonces me planteé, ¿de dónde viene la expresión “Que te cagas”? ¿Por qué la utilizamos cuando nos referimos a algo con intensidad superlativa? ¿Por qué decimos “Tengo un sueño que te cagas” y no “Tengo unas ganas de cagar que te duermes”? ¿O “Tengo un hambre que te cagas” y no “Tengo unas ganas de cagar que comes”?
Para ilustrar lo que digo, una foto de un mojón seco:

Nota: La administración de Un beso de buenas noches de mil demonios advierte que el autor perdió el interés por las pajas mentales por cuanto no implicaban necesariamente acariciarse el prepucio.