sábado, 20 de septiembre de 2008

¡¡El mundo peligra que no veas!!


INT. SALA DE JUNTAS DEL SERVICIO SECRETO. DÍA.
Una luz azulada alumbra escasamente una sala de unos doscientos metros cuadrados y casi totalmente desprovista de muebles. En el centro de la habitación vemos una larga mesa, alrededor de la cual se encuentran cinco hombres sentados e impecablemente trajeados. La tensión se puede cortar con un cuchillo y, acto seguido, introducirse entre dos rebanadas de pan cateto (pido disculpas por la soplapollez que acabo de decir).
JEFAZO: Señores, no tenemos tiempo que perder. He convocado esta reunión de emergencia porque la situación no puede ser más grave.
AGENTE1: ¡CHAN-CHAN!
JEFAZO: Kowalski, es usted imbécil, pero tiene razón. Estamos ante una auténtica situación "¡CHAN-CHAN!"
AGENTE2: ¿Tan grave es el asunto, jefe?
JEFAZO: ¿Está usted sordo, Callahan? ¿Qué parte de " Estamos ante una auténtica situación "¡CHAN-CHAN!" no ha entendido?
AGENTE2: La parte del estafilococo.
JEFAZO: ¿Qué estafilococo?
AGENTE2: Usted ha dicho, “Estamos ante una auténtica situación ¡CHAN-CHAN! y el estafilococo aureus...", no sé qué.
JEFAZO: No he dicho nada sobre el estafilococo aureus. (Al resto de los asistentes) ¿He dicho algo sobre el estafilococo aureus? (Los agentes se encogen de hombros o miran hacia otro lado distraídamente).
AGENTE2: Bueno, a mí me parecía que había mencionado algo al respecto.
JEFAZO: Callahan, no he dicho una mierda acerca del estafilococo aureus. En estos momentos, el estafilococo aureus me importa tres cojones. Estamos en estado de emergencia. La Seguridad Internacional está en juego.
AGENTE2: Joder, la cosa parece grave.
JEFAZO: La cosa ES grave, Callahan. Lo he dicho al principio. "La situación no puede ser más grave", he dicho.
AGENTE2 (da un silbido): Muy pero que muy grave, ¿eh?
JEFAZO: Sí, Callahan. Una gravedad de la hostia.
AGENTE2: ¿Respecto a qué?
JEFAZO: ¿Perdón?
AGENTE2: La situación no puede ser más grave, ¿que qué?
JEFAZO (suspira pesadamente): Que ninguna otra cosa en el puto mundo, Callahan.
AGENTE2: Coño, pues sí que es grave. ¿Lo sabe el Presidente?
JEFAZO: Le he telefoneado antes que a ustedes, agentes.
AGENTE2: ¿Y qué ha dicho?
JEFAZO: No estaba en casa. Había ido a recoger una mesita de noche que había encargado o no se qué coño. Le he dado el recado a la Primera Dama. Me ha dicho que el Presidente me llamaría luego, si eso.
AGENTE3: ¿A qué tipo de amenaza nos enfrentamos, jefe? ¿Octavius Starkweather ha vuelto a lanzar un ultimátum, quizá?
JEFAZO: No, Devereaux. Es algo mucho peor que Starkweather.
AGENTE2 (haciendo memoria): ¿Quién me dijo a mí hace poco que había visto a Starkweather en una ferretería?
JEFAZO: ¿Qué?
AGENTE2: Alguien me dijo, “Adivina a quién he visto comprando unos alicates”…
JEFAZO: ¿Un conocido suyo vio al Enemigo Público Número Uno, al Hombre Más Perseguido del Mundo comprando unos alicates?
AGENTE2: Un conocido o un familiar, no me acuerdo. (Para sí) Sí, hombre, ¿quién fue? Mmm… ¿No fue mi cuñado?
JEFAZO: ¿Pero qué me está contando, Callahan? 0’05 –nuestro espía más discreto, aquí presente- estuvo dos años persiguiendo a Starkweather por todo el planeta hasta que le perdió la pista en Tierra del Fuego… ¿y me está diciendo que su cuñado se cruzó con él en una puta ferretería?
AGENTE2 (evocador): Tierra del Fuego… Joder, qué nombre tan guay para un sitio.
JEFAZO: Vamos a ver, Callahan. Starkweather es el tipo que nos dejó en ridículo colándose en el avión del Presidente para mearse fuera del inodoro.
CEROCOMACEROCINCO (echándose al coleto un Martini con vodka): A veces pienso que no debimos provocarle publicando esas fotos de su madre en pelotas.
AGENTE1: Cerocomacerocinco, por el culo te la hinco.
CEROCOMACEROCINCO: Eres un cretino, Kowalski. ¡Kowalski, Kowalski…! Joder, mira que hay pocas palabras que rimen con “Kowalski”.
JEFAZO (carraspea): Señores, les agradecería que volviéramos al asunto que estamos tratando.
AGENTE3: Si no se trata de Octavius Starkweather… ¿Cornelius Pendragon, quizá?
CEROCOMACEROCINCO: Ah, Pendragon… Recuerdo bien a ese maníaco. Su único objetivo era destruir el mundo entero.
AGENTE3: ¿Llegó a destruir algo, quizá?
CEROCOMACEROCINCO: Un puesto de sushi ambulante. Se puede decir que su descabellado plan resultó un fracaso.
AGENTE1: Eh, ¿os acordáis del siniestro Doctor Micipote? Ése que al final no era doctor ni nada…
JEFAZO: Cierre el pico de una puñetera vez, Kowalski. ¿Se ha fumado un joint antes de entrar, o qué le pasa?
AGENTE2: ¿Y de Honorato Céspedes? ¿Os acordáis de él?
JEFAZO: ¿Quién cojones es Honorato Céspedes?
AGENTE2: Uno que hacía arreglos florales.
JEFAZO: ¿Y qué coño tiene que ver un menda que se dedicaba a los arreglos florales con nada de lo que estamos hablando, Callahan?
AGENTE2: Le dio por hacer el mal una temporada. No es que la floristería le dejara mucho tiempo para ello, claro está. Cerraba la tienda a las una y media, almorzaba y después de la siesta hacía el mal hasta las cinco, hora en que volvía a abrir la tienda. Cerraba a las ocho y media y hacía el mal un rato, paraba en cualquier sitio para picar algo, y seguía haciendo el mal hasta las once. Eso de lunes a sábado. Los domingos se iba con la mujer y los niños a tomarse una paella al campo y, si tenía un rato, hacía alguna putadilla. Se autodenominaba “Gran Villano Internacional y Maestro del Crimen”. ¿Cómo puede nadie aspirar a convertirse en un genio del mal llamándose Honorato Céspedes? Si sus padres le hubieran puesto, no sé, Lucius Moonshine o algún otro nombre magnífico como ése, otro gallo le habría cantado. Nadie le tomó nunca en serio, claro. ¡Ja! Menudo pringado. Los niños le tiraban piedras por la calle.
JEFAZO: Corríjanme si me equivoco, agentes, pero me parece que ninguno de ustedes está demasiado interesado en oír lo que tengo que contarles.
CEROCOMACEROCINCO: No se corte, jefe.
JEFAZO: La terrible amenaza a la que nos enfrentamos no puede ser filtrada a la prensa, porque cundiría el pánico en todo el mundo y… (alguien pega a la puerta) ¡Me voy a cagar…! ¡¿Quién es?!
(La puerta se abre y aparece el REPONEDOR, un trasunto de Ron Jeremy vestido con un mono)
REPONEDOR: ¿Se puede?
JEFAZO: ¿Qué cojones se le ofrece, caballero?
REPONEDOR: Soy el de la máquina de café. Alguien me ha llamado porque al parecer se ha agotado el chocolate.
AGENTE2: Sí, he sido yo. (Justificándose delante del resto) A mí es que el capuchino me gusta con chocolate. (Se vuelve hacia el Reponedor) Además, desde hace unos días la máquina no devuelve cambio.
AGENTE1: Anda que te no da coraje cuando pone eso de “Introduzca importe exacto”.
AGENTE2: Ya te digo, canijo.
JEFAZO (al Reponedor): ¿Va a tardar mucho?
REPONEDOR (abriendo la máquina de café que está junto a la puerta): Será sólo un minuto. ¿Vengo en mal momento?
JEFAZO (con una sonrisa más falsa que Judas –el apóstol, no la cerveza-): No, que va.
AGENTE2: ¿Qué nos decía sobre ese peligro que amenaza a la Humanidad, jefe?
JEFAZO: ¡Shhhhh! (señala con la mirada al Reponedor).
REPONEDOR (percatándose del tema): Ustedes como si yo no estuviera, oigan, que a mí los Secretos de Estado me la traen floja. Por un oído me entran y por otro me salen.
JEFAZO: Oh, si no estábamos hablando de Secretos de Estado, jaja. Estábamos hablando de… (mira al Agente3) Devereaux, ¿qué nos estaba contando sobre…?
AGENTE3: Eh… ¿Tetas y culos, quizá?
JEFAZO (apretando los dientes y lanzando una mirada asesina al Agente3): Sí, eso es. Hablábamos sobre… tetas y culos. Y… ¿qué es lo último en materia de tetas y culos, Devereaux?
(Suena el teléfono)
JEFAZO (cogiendo el auricular): Servicio Secreto, dígame… (cayendo en lo que acaba de decir) ¡Mierda!
PRESIDENTE (off): ¿Me ha llamado, Arbogast?
JEFAZO: Hace rato, señor Presidente.
PRESIDENTE (off): ¿Qué es eso tan urgente que tenía que decirme?
JEFAZO: Verá, señor Presidente… (tapando el auricular con la mano y dirigiéndose al Reponedor) Oiga, ¿le queda mucho?
REPONEDOR: Veo que se les ha agotado el descafeinado.
JEFAZO: No importa, aquí no tomamos descafeinado. Somos tipos realmente duros, ¿sabe?
PRESIDENTE (off): ¿Arbogast?
JEFAZO (poniéndose al aparato): Sí, señor Presidente. Verá... (carraspea) En estos momentos no puedo hablar.
PRESIDENTE (off): Escuche, Arbogast, acabo de comprar la mesita de noche más horrorosa de la historia de las mesitas de noche porque a mi mujer se le ha plantado en el higo, así que no estoy para que me toque las pelotas. Le doy tres segundos para que me cuente lo que pasa.
JEFAZO: No, no cuelgue, señor Presidente. Nos encontramos ante un asunto muy serio.
REPONEDOR (cantando): Y ese toro enamorado de la luna…
PRESIDENTE (off): ¿Quién cojones está cantando, Arbogast?
JEFAZO: Nadie, señor, yo… (tapa el auricular) Oiga, ¿le importaría dejar de cantar? Estoy hablando con el Presidente del país.
PRESIDENTE (off): ¿Arbogast?
JEFAZO (al aparato): Sí, señor, verá, la información que tengo que darle es de suma importancia, pero ahora mismo no estoy en condiciones de transmitírsela, así qué… no sé… ¿Me tiene agregado al Messenger, señor Presidente?
PRESIDENTE (off): Arbogast, yo también tengo una información de suma importancia que darle. Le informo de que se me están empezando a inflar los huevos.
JEFAZO: Por favor, señor, no cuelgue. En seguida se lo cuento.
PRESIDENTE (off): No me gusta hacer esperar al tipo que prueba mi comida, Arbogast. ¿Por qué no se atreve a decir lo que pasa? ¿De qué se trata? ¿Quiere hacerme alguna confesión íntima? Ya sé lo que es. La última vez que nos vimos me puso ojitos. ¿Es eso, Arbogast? ¿Le pongo?
JEFAZO: Qué cosas tiene, señor. No puedo decirle lo que pasa porque (haciendo pantalla con la mano) hay un civil delante, señor.
PRESIDENTE (off): Páseme con él.
JEFAZO: ¿Señor?
PRESIDENTE (off): Dígale que se ponga al aparato, Arbogast, a ver si sacamos algo en claro de todo esto.
JEFAZO: Sí, señor. (Suspira). Póngase al teléfono, que el Presidente quiere hablar con usted.
(El Reponedor, que no parece sorprendido en absoluto, se dirige al teléfono mientras se limpia las manos en el mono).
REPONEDOR (al aparato): ¿Quién es?
PRESIDENTE (off): Oiga, civil, ¿por qué no se larga de la habitación inmediatamente?
REPONEDOR: ¿Pero quién coño se ha creído que es? ¡Usted no manda en mí!
PRESIDENTE (off): Soy el puto Presidente de la puta Nación, eso es lo que soy.
REPONEDOR (poco impresionado): ¿Ah, sí? Pues siga rascándose las pelotas y deje a los demás que hagan su trabajo, que alguien tendrá que levantar el país.
PRESIDENTE (off): Oiga, ruina. El Jefe del Servicio Secreto tiene que comunicarme una información de suma importancia y no puede hacerlo mientras usted está delante.
REPONEDOR: Ah, sí. Creo que era algo acerca de tetas y culos…
PRESIDENTE (off): ¿Qué?
(El Jefazo le quita el auricular de las manos al Reponedor).
JEFAZO: Señor Presidente…
PRESIDENTE (off): Arbogast, ¿me ha llamado al Teléfono Rojo para hablarme sobre tetas y culos?
JEFAZO (echando con un movimiento de muñeca al Reponedor, que encoge los hombros y se va): No, que va, señor Presidente. No sé de dónde habrá sacado esa idea (asesina con la mirada al Agente3, que silba distraídamente).
PRESIDENTE (off): ¿Se ha largado ya?
(El Reponedor se acerca al Jefazo con un parte de trabajo en la mano).
REPONEDOR: Ya he terminado, jefe. ¿Me pone un sello?
JEFAZO (buscando en un cajón): Mierda. ¿Alguien ha visto el sello? (Los agentes niegan con la cabeza). ¿No? Ése sello que pone “Servicio Secreto”.
PRESIDENTE (off): Voy a colgar, Arbogast.
JEFAZO: ¡No! Señor Presidente, espere un segundito.
REPONEDOR: Yo sin el sello no me voy. Normas de la empresa.
JEFAZO (a los agentes): ¡Levanten el culo y ayúdenme a buscar ese jodido sello! (Al teléfono) Sólo un segundo, señor, se lo prometo (suelta el auricular sobre la mesa).
PRESIDENTE (off): ¡Me voy a cagar en todo, Arbogast!
(El Jefazo y los agentes buscan el sello por toda la sala; en cajones, debajo de la mesa…)
REPONEDOR: Oigan, que no tengo todo el día…

En el próximo episodio: Honorato Céspedes, Gran Villano Internacional y Maestro del Crimen, entra en un parque y pisa el césped… ¡a pesar de que hay un cartel que pone “No pisar el césped”! ¡CHAN-CHAN!

jueves, 4 de septiembre de 2008

Basado en hechos surreales (4)


Materiales de trabajo indispensables para el funcionariado. Hoy: El teléfono.

-¡Hey!
-¿Qué te cuentas, colega? ¿Pero tú no estabas de vacaciones, o de baja, o de asuntos propios, o de permiso sin sueldo, o desayunando, o algo?
-Sí, sí; es que pasaba por aquí y he recordado que tenía que llamar urgentemente a mi camello. ¿Puedo utilizar el teléfono?
-Estás en tu casa.
-¿Centralita? ¿Me puede pasar con un usuario, por favor?

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Basado en hechos surreales (3)

Una oficina situada donde antes había un garaje.
La luz natural no brilla ni por su ausencia. Nuestros protagonistas son un auxiliar administrativo y otro que solía serlo.

-¡Muy buenas!
-¡Coño, tío! ¿Te han vuelto a contratar?
-Dios no lo quiera. Es que estaba dando un paseo por aquí cerca y me he dicho, "Voy a pasarme a saludar".
-Pues mira qué bien. Oye... Sabes que esto es un edificio de la administración pública, ¿verdad?
-Claro.
-¿Y nadie te ha dicho nada cuando te ha visto entrar con el perro?
-Por cierto, ¿tendréis por ahí una papelera o algo para echarle agua? El animalito debe de estar seco con la caminata...

En su descargo, podemos alegar que quizá se trataba de un perro lazarillo, porque, aunque su dueño no era invidente, acostumbraba a ir a trabajar ciego los lunes por la mañana. Y también algunos martes.

martes, 2 de septiembre de 2008

Basado en hechos surreales (2)

La problemática del ciudadano escasamente versado en los trámites burocráticos.

Empleado público: Ahora, si es tan amable de escribir su dirección en esta casilla...
Usuario: ¿Mi dirección? ¿Eso qué es?

(A partir de ese momento, el cumplimiento de un formulario sencillo se convirtió en una auténtica pesadilla).

lunes, 1 de septiembre de 2008

Basado en hechos surreales


El lugar: Una administración pública cualquiera.
El día: Un viernes cualquiera.
La hora: Una cualquiera.
Nuestro protagonista: Un cualquiera (Auxiliar administrativo, para ser más exactos).
Nuestro protagonista aporreaba diligentemente las teclas de su ordenador, intentando quitar de en medio el trabajo que se había acumulado encima de su mesa durante sus tres cuarto de hora largos de desayuno (se ve que ese día desayunaba solo y no se entretuvo mucho). Miró con desesperación su reloj: todavía no era la hora del cigarrito, y el maldito ordenador no se había bloqueado en toda la santa mañana, así que las posibilidades de rascarse las pelotas un ratito eran más bien escasas. Pero los Hados son generosos con los empleados públicos; por la puerta entraba Manolo, un compañero que daba por concluida su baja de tres meses para incorporarse... a sus vacaciones.
-Menos mal que me voy de vacaciones; empezaba a estar acojonado.
-¿Y eso?
-Hombre, imagínate que me pasa algo durante el tiempo de baja. La inspección diría "¿Pero este tío no estaba de baja? ¿Qué coño hacía en los Caños de Meca?"
-¿Y qué coño te iba a pasar en los Caños de Meca?
-Joder, pues estuve a punto de tener un accidente.
-No me digas.
-Como te lo cuento. Por culpa de nuestro conductor, que tiró por una carretera comarcal.
-Bueno, si no conocía las comarcales... a lo mejor iba un poco despistado el hombre.
-Despistado, no. Lo que iba era borracho.
-¿Tiró por una carretera comarcal borracho?
-Claro, para que no lo pillara la Guardia Civil. Como el autobús no había pasado la ITV...