domingo, 5 de julio de 2015

Algunas notas dispersas acerca de la brochabilidad

Ya a la venta en Carrefour

       En los últimos años, el concepto de brochabilidad ha traído de cabeza a algunos de los más eminentes eruditos del planeta, y a un puñado de los menos eminentes también. De hecho, algunos de los eruditos más subnormales han estudiado el tema con fruición. Tomemos, por ejemplo, el caso del profesor en Metafísica y Otros Asuntos Complicados de Poner en Práctica Nemesio Guisadillo, que afirma que la brochabilidad, o cualidad de Lo Potencialmente Brochable, es la medida de la incertidumbre ante un conjunto de botes de pintura, de los cuales solo se va a utilizar uno. “Esto desde un punto de vista entrópico, naturalmente”, concluye el profesor, y se queda tan pancho. “Para que unos zopencos como vosotros lo entendáis”, continúa el profesor cuando creíamos que ya había concluido y estábamos recogiendo los bártulos, “imaginad al Ser ante la Cosa y su Puta Madre; en este caso, digamos que el Ser en liza es Paco Jesús Camacho, pintor de brocha gorda, la Cosa un muro que se extiende hasta el infinito y que necesita una mano de pintura como el comer, y su Puta Madre un muestrario de botes de pintura que Paco Jesús jamás ha utilizado antes, porque, no sé, porque la marca que está acostumbrado a usar la han retirado del mercado por la alta toxicidad de alguno de sus componentes, yo qué sé. Dejadme en paz”, dice Guisadillo. “Digamos que Paco Jesús se a acercado a su proveedor habitual para hacer acopio de material y encuentra el local cerrado, con un folio escrito a mano y fijado con celofán a la persiana metálica que dice ‘Cerrado por comunión de mi chiquillo’. Paco Jesús se caga en todo lo que se menea porque quiere empezar cuanto antes con la mierda esa del muro que se extiende hasta el infinito, y…”. Interrumpimos al profesor para preguntarle si el muro que se extiende hasta el infinito tiene gotelé. “No sé. Sí, podría ser. Sería una putada si así fuera. Pero es probable, sí”, concede Guisadillo. “Total”, sigue, “que Paco Jesús se encuentra en la disyuntiva existencial de volver al día siguiente por la mañana, lo cual supondría no empezar a pintar por lo menos hasta mediodía, o buscar el material en otro sitio y empezar el trabajo a primera hora del día siguiente. Elige la segunda opción porque, bueno, es un muro que se extiende hasta el infinito y que, en el peor de los casos, tiene gotelé y, a causa de ello, requiera extremo cuidado para no acabar parcheado”. Y quizá necesite dos manos, añadimos. “Bueno, yo eso lo veo como una ventaja”, asegura el profesor. “Porque, al ser un muro tan largo, al llegar al final, podemos estar seguros de que el principio del muro estará seco del todo”. Señalamos que, si el muro es infinito, Paco Jesús jamás llegará al final por mucho que corra. “Bueno, es teóricamente imposible, en efecto”, dice Guisadillo. “Pero Paco Jesús es un pintor español, de Vélez Málaga, concretamente, y, cuando se la planta algo en los cojones… A él, que se trate de un muro infinito le suda la polla. Tiene que terminar el trabajo y punto. Anda que no es nadie el Paco Jesús”, afirma el profesor. Insistimos en que sería una tarea absolutamente inabarcable, incluso desde el punto de vista de la física teórica. “¿Quién está contando la historia, vosotros o yo?” Usted. “Entonces, dejad de tocarme los huevos. ¿Por dónde iba?”, nos pregunta. Le decimos que Paco Jesús está esperando su turno en la cola del puesto de castañas asadas. “Ah, sí, pues eso; Paco Jesús está allí, todo ufano con su cucurucho de castañas asadas… Un momento, yo no he dicho nada acerca de un puesto de castañas asadas. ¿Me están prestando ustedes atención?”. Sí, sí.  “Eeeeh… Ah, ya; encuentra la tienda cerrada, sí. Entonces decide acercarse a una gran superficie en busca de la pintura, aunque no le agrada en exceso la forzada cordialidad que desprenden los vendedores de semejantes comercios, pero bueno, no le queda otra. Cuando llega al centro comercial encuentra el pasillo de la pintura contiguo a ese donde están expuestos los neumáticos, porque, desde un punto de vista cosmológico, la disposición armónica de los centros comerciales es solo aparente. Superficialmente, puede parecer que la cercanía entre la sección de cosmética y la parafarmacia guarda cierta relación lógica, pero esta relación es solo una entelequia de tres pares de cojones”. Disentimos educadamente. El Ser puede comprar un maquillaje con efecto bronceado para resultarle atractivo a su Ser-Pareja y luego dirigirse al pasillo paralelo para elegir unos condones que se adapten a la particular idiosincrasia de su pene. En ese caso, la relación lógica resulta aplastante. “Puede ser, pero su ejemplo abarca solo el minúsculo porcentaje de orden que invariablemente persiste en un sistema abocado al caos”, explica Guisadillo. Asentimos como si lo hubiéramos entendido, y continúa: “Si cambiamos los parámetros de la Cosa o Cosas, su relación lógica dejaría de funcionar; por ejemplo, tomemos una barra de labios y un bote de agua oxigenada. Resulta complicado encontrar la correspondencia lógica de manera inmediata. Bueno, a no ser que te vaya el rollo sado-maso, claro”. Le rogamos a Guisadillo que continúe, pues a nosotros el rollo sado-maso nos va cantidad. “Imaginemos que el Ser, esto es, el usuario de la barra de la labios, pretende utilizar esa barra de labios, esto es, la Cosa, para resultar libidinoso y pegarle un mordisco como un demonio al Pene Idiosincrático, esto es, su Puta Madre, y… Otra vez nos hemos desviado del tema.” No, qué va; vamos bien. “No, no, ¿de qué estábamos hablando? El pasillo de la pintura, sí. Bueno, pues imagínense un pasillo infinito cuyos expositores están repletos de bidones de pintura, ninguno de los cuales resulta familiar a Paco Jesús”. Preguntamos si el pasillo de los neumáticos es también infinito. “Hombre, yo no lo he visto, pero me calculo yo que sí”. Coño. “Sí. Hasta ruedas de tractor, debe de haber allí. En fin, que Paco Jesús se encuentra ante una inacabable variedad de marcas de pintura desconocidas para él. Está ante lo que algunos con pelos de loco como yo conocemos como Incerteza Absoluta. ¿Cómo reacciona Paco Jesús ante semejante dilema?”. A nosotros que nos registren. “Preguntándole al vendedor”. Ah, claro. “Lo que pasa es que el vendedor lleva allí dos días trabajando, y encima ese preciso día está sustituyendo al encargado de la sección de pinturas”. ¿Para qué sección fue contratado originalmente? “Enseres de jardín, a mí qué coño me cuentas. Como os iba diciendo, Paco Jesús no encuentra ningún indicativo que le confirme cuál, de entre toda esa infinidad de pinturas, posee las mejores prestaciones en materia de brochabilidad, aunque en alguno bidones se pueda leer claramente ‘Excelente brochabilidad’, ya que Paco Jesús no sabe si, en efecto, la pintura contenida en esos bidones es óptimamente brochable o solo se trata de un reclamo comercial. Porque Paco Jesús, aunque se encuentra en una situación desconocida, sí que posee cierta experiencia en su terreno. Por ejemplo, sabe que los productos en cuyo recipiente se puede leer ‘Calidad Extra’ son en realidad una porquería”. Asentimos, tratando de que nuestra mirada no delate que guardamos en el lavadero un bote de aguarrás calidad extra. “Dicho esto, a Paco Jesús solo le queda, o bien fiarse de la sabiduría precognitiva conocida como instinto o bien asumir una elección arbitraria, lo cual a escala cósmica significa la misma mierda. Añadamos a la ecuación el hecho de que la variedad es infinita, sí, pero el centro comercial cierra a las diez y ya son las nueve menos cuarto. Así que Paco Jesús se ve obligado a elegir una pintura al azar, nombre científico dado a la Divina Providencia, y pasa por caja, no sin antes añadir a la cesta dos tarros de rodajas de piña en almíbar que le ha encargado su parienta”, dice el profesor. “Debo aclarar que cuando hablo de un solo bidón de pintura estoy haciendo una reducción al absurdo, naturalmente. Para transportar el número de bidones de pintura necesario para pintar un muro que se extiende al infinito, Paco Jesús precisaría, como mínimo, de un Contenedor Transversal de Antimateria, pero solo dispone de una mierda de furgoneta desguarnecida de la que le quedan aún dos letras por pagar”. Guisadillo hace una pausa, pensativo. “Miento; tres letras, porque la última le vino devuelta al banco”. ¿Qué es un Contenedor Transversal de Antimateria?, preguntamos. “Un chisme revolucionario cuyo funcionamiento nadie entiende”. ¿Tan sofisticado es? “No solo es sofisticado”, afirma Guisadillo, “sino que su inventor, el egregio profesor Joseph Von Bastich, guardó el folleto de instrucciones en un cajón y ahora no lo encuentra. Ya saben ustedes que, a día de hoy, los folletos de instrucciones siguen siendo uno de los misterios más puñeteros de la ciencia. Te llevas meses, o años, viendo el puto folleto de la lavadora cada vez que abres el cajón, y, cuando de verdad te hace falta…”. No lo encuentras, finalizamos la frase del profesor. “En efecto. El mismo Von Bastich lleva años estudiando este molesto fenómeno, y ha formulado una hipótesis según la cual los folletos de instrucciones han logrado por medios desconocidos provocar la formación de microagujeros negros a través de los cuales acceden a una dimensión paralela repleta de folletos de instrucciones”. Y de calcetines desparejados, probablemente, añadimos nosotros. “Sí, bueno, eso habría que verlo”, dice Guisadillo mientras nos lanza esa familiar mirada desafiante que nos han dedicado tantos y tantos hombres de ciencia a lo largo de nuestra extensa trayectoria divulgativa cada vez que proponemos una teoría insensata. “¿Qué iba diciendo antes de que se me fuera otra vez la perola?”, pregunta Guisadillo. Ni puta idea, confesamos cuando hemos comprobado que llevamos tres años sin cambiarle las pilas a la grabadora. “Ah, sí. Paco Jesús se dirige al sitio del muro que se extiende hasta el infinito asaltado por las dudas. La posibilidad de que la pintura que ha elegido sea idealmente brochable es de una entre un millón, aunque él calcula que es de una entre dos millones porque, bueno, es pintor, no un experto en estadística, y además ese día se ha levantado un poco depre y lo ve todo muy negro. Entonces llega al sitio y, ¿qué se encuentra?”. ¿Qué?, preguntamos, ahítos de expectación. “Que el muro ha sido derribado”. Coño, qué bajón. “No, que va”, dice el profesor. “A nivel particular este hecho arroja un resultado no concluyente acerca del asunto de la brochabilidad, pero, a la larga, y desde un punto de vista global, es lo más conveniente. Tengan en cuenta que las partes que el muro separaba se han reunificado. El sistema funciona”. Todo eso está muy bien, pero Paco Jesús se ha quedado sin cobrar, no te jode.