lunes, 4 de agosto de 2014

Un post del blog de viajes de Nicasio Mortero

Hausenboldt, por ahí fuera de España.

09:21, hora local. Llego al aeropuerto muerto de sueño y con los huevos congelados. Después de recoger la maleta busco instintivamente el McDonald´s, pero resulta que no lo abren hasta las diez. Tengo demasiado apetito como para esperar, así que tomo nota mental de poner una hoja de reclamaciones a la vuelta y me dirijo a la cafetería del aeropuerto. El camarero me saluda en inglés. Me pregunto por qué todo el mundo me habla en inglés cuando estoy de viaje en un sitio extranjero. ¿Parezco acaso un puto guiri? Aunque chapurreo algo de inglés, es algo temprano para calentarme el tarro, así que le señalo al camarero la máquina de café y le pido un bocadillo de zurrapa, porque no sé quién me dijo una vez que zurrapa se pronunciaba igual en todos los idiomas menos en chino. Hago el gesto de comer y lo acompaño de las palabras “Ñam ñam”, por si no le ha quedado claro al pobre chaval, que tiene pinta de becario. Se le ha debido acabar la zurrapa, porque me trae unas asquerosas galletitas saladas con el café. Le pido una hoja de reclamaciones.

10:19. Salgo de aeropuerto, me meto en un taxi y le enseño al conductor un papel donde tengo apuntados el nombre y la dirección del hotel. Me cobra nueve con ochenta por un trayecto bastante corto. Trato de explicarle que no soy guiri, así que no debería sentirse obligado a intentar timarme. Incluso le enseño los pies para que vea que no llevo chanclas y calcetines blancos. El tiparraco no entra en razones y le pido una hoja de reclamaciones, que relleno sobre el capó.

10:44. Nada más llegar al hotel solicito la hoja de reclamaciones, por ir adelantando. El conserje se muestra extrañado cuando le señalo el cartel que dice lo de “tenemos hojas de reclamaciones a disposición del consumidor” (cartel que he aprendido a distinguir instintivamente, venga en el idioma que venga). Cuando cae en la cuenta de que no voy a dirigirme a él en ingles, intenta saber el motivo de mi queja moviendo los hombros hacia arriba. Finalmente se da por vencido y me da la hoja de reclamaciones. Me ha puesto a huevo el motivo de la queja: “El conserje se ha mostrado reticente a entregarme la hoja de reclamaciones”. Arranco otra hoja del libro para luego y subo a mi habitación.

11:56. Salgo del baño de la habitación con menos ganas de poner hojas de reclamaciones. Me meto otra vez en el baño; se me ha olvidado ducharme.

12:40.  Decido ir a ver con mis propios ojos la mundialmente famosa estatua de la localidad que estoy harto de ver en fotos. Es idéntica. No sé por qué me molesto siempre en visitar los monumentos locales. 

Vete tú a saber a quién coño representa la estatua esta.

13:01. Me meto en un típico restaurante de la ciudad para probar alguna roña local. Digo típico porque está decorado con madera barnizada, y si algo he aprendido en mis viajes es que no hay nada más típico en cualquier parte del mundo que un local de restauración decorado con madera barnizada. El menú viene sin fotos, así que no sé qué coño voy a pedir. Se acerca el camarero y, cuando se percata de que no soy un parroquiano habitual, establecemos el siguiente diálogo:

CAMARERO: Do yo speak english?
YO: Fuck you.

Yo solo quiero darle a entender que sí, que tengo nociones de la lengua del Bardo, pero el tío se muestra ofendidísimo. Anda y que se joda. Esto último me gustaría habérselo dicho, pero en ese momento no me sale el equivalente en inglés.

14:22. Finalmente almuerzo en un McDonald’s, donde todo el mundo es siempre muy amable conmigo y parece saber lo que quiero. De todas formas, pongo una hoja de reclamaciones por el horario de apertura de su establecimiento del aeropuerto, que esa mañana se me había olvidado.

Típico comistrajo de la localidad.

15:06. Vuelvo al hotel y me tumbo en la cama para echarme una siestecita, no sin antes poner el despertador del móvil para levantarme a las cinco; a las cinco y media tengo una visita guiada por la ciudad.

19:15. El móvil está estropeado o yo no sé poner bien el despertador. No solo me he perdido la visita guiada; el móvil, en vez de encima de la mesita de noche, donde lo dejé, está en el otro extremo de la habitación, partido por la mitad. Cojo la hoja de reclamaciones que me subí por si acaso y la relleno. Si hubiera querido que me asignaran una habitación embrujada, lo habría especificado.

19:24. Bajo a recepción para exigir que me cambien de habitación. Al poco rato un tipo nervioso que debe de ser el gerente se me acerca y mantenemos la siguiente conversación:

GERENTE: What’s the matter, sir?
YO: Fuck you.

20:40. En comisaría me requisan el pasaporte. El agente me pregunta algo en inglés y yo intento explicarme lo mejor que puedo.

22:06. Me despierto en el calabozo con un terrible dolor de cabeza. Al principio ando un tanto desorientado, pero no tardo en recordar lo ocurrido: En algún momento del interrogatorio alguien sacó un táser. Creo que fui yo, pero todavía no le tengo cogido al tranquillo al cacharro y seguramente me apliqué a mí mismo una descarga eléctrica de mil pares de cojones. Al cuarto de hora aparece un intérprete. Suspiro aliviado; por fin alguien con quien poder comunicarme.

INTÉRPRETE: Señor, mucho me temo que las autoridades locales se están planteando deportarle.
YO: Anda y que te jodan.