lunes, 1 de noviembre de 2010

En la consulta del Licantropólogo

A continuación les ofrecemos una secuencia de La Halitosis del Hombre Lobo de Melitón Topollas, guión cinematográfico que aún no ha encontrado financiación, no sabemos por qué, aunque nos lo figuramos.

INT. CONSULTA DE LICANTROPOLOGÍA. DÍA.
Una consulta médica de licantropología de la Sanidad Pública que no se diferencia en nada de otra consulta de cualquier otra especialidad; por poner, de ésa donde te examinan la picha. El MÉDICO trastea en el ordenador portátil; estará escribiendo un informe o algo. La puerta se abre y entra PACO PEPE, que por el nombre debe tener la camisa metía por dentro y las orejas llena pelos.

PACO PEPE: ¡Doctor!
MÉDICO: ¡Buenos días, paciente! Haga el favor de bajarse los pantalones.
PACO PEPE: Pero si todavía no le he dicho lo que me pasa.
MÉDICO: Ya, bueno, pero es que se los abrocha muy altos. ¿Acaba de bajar de un cerro o qué le pasa?
PACO PEPE: Ah, qué alivio. Por un momento pensé que quería examinarme la picha.
MÉDICO: Sí, hombre; anda que tengo yo el día como para examinar muchas pichas.
PACO PEPE (se sienta): Usted verá, doctor. Mi nombre es Paco Pepe Pérez.
MÉDICO: ¿Y qué quiere que yo le haga? Yo soy médico, aunque hoy parezca un loco con estos pelos. Si quiere cambiarse el nombre, vaya al Registro Civil, que allí hay un funcionario especialista en cambiar nombres. A su madre la llama Maricarmen, fíjese.
PACO PEPE: ¿Y cómo se llama su madre?
MÉDICO: Maricarmen. Pero a ella le gusta que le digan Venancia la Pelona, vaya usted a saber por qué.
PACO PEPE: ¿Por qué supone que quiero cambiarme el nombre?
MÉDICO: Vamos, no me diga, Paco Pepe Pérez. Valiente porquería de nombre para un hombre lobo. Anda, que si yo hubiera tenido un hombre lobo en vez del niño cabezón que tengo, se me hubiera ocurrido ponerle Paco Pepe Pérez. Sí, hombre. Corriendo.
PACO PEPE: Ya, ya, pero qué iban a saber mis padres. Yo no nací hombre lobo, ¿sabe? A mí me mordieron.
MÉDICO: No me diga.
PACO PEPE: Lo que oye. Yo iba para agricultor, como mi padre, y el padre de mi padre, y el padre del padre de mi padre, y el padre del padre del padre de mi padre, que era teniente coronel, pero se retiró porque le gustaban mucho las acelgas y puso un huerto. Yo no lo llegué a conocer, pero me dijeron que se murió.
MÉDICO: Bien, déjeme que retome la conversación porque a usted no lo veo muy capacitado. Dice que una noche le mordió un licántropo.
PACO PEPE: Estamos. Fue culpa mía, en realidad, porque él animalito no era agresivo ni nada. Él estaba tan tranquilo bebiendo de la acequia y yo le tiré una piedra.
MÉDICO: Fantástico.
PACO PEPE: Total, que me mordió en la pantorrilla porque yo era menor de edad e iba en pantalones cortos de pana, y llegué a mi casa sangrando y lleno de mugre porque me caí tres veces por el camino y sin las papas que había ido a recoger y mi padre me cascó un garrotazo no me acuerdo por qué, pero de todas formas sigo pensando que la vida en el campo es muy saludable, no se vaya a creer.
MÉDICO: Prosiga, prosiga, que me está quemando la sangre.
PACO PEPE: Y entonces empecé a convertirme en hombre lobo, muy poco al principio, una poco de pelusa en la cara y en las nalgas. Mi madre se puso muy contenta porque pensó que me estaba haciendo un hombrecito, pero entonces empecé a gruñir y mi madre se asustó porque creyó que había pillado la tos ferina y me dijo “anda que te voy a llevar al praticante a que te ponga una inderción”, y yo le dije “Que no mama, que un bicho ma pegao un bocao”. “No tabrás tragao un chicle”, dijo mi madre, que siempre me asustaba diciéndome que si me tragaba un chicle tendrían que abrirme la barriga para sacármelo.
MÉDICO: Hay que ver.
PACO PEPE: Y poco después me hice hombrecito y ya me picaba cuando se me ponía el pirulo tiesecillo y empecé a salir las noches de luna llena y al día siguiente no me acordaba de dónde había estado. Hasta que una mañana mi madre entró el cuarto y vio una cabra destripada debajo de mi cama y se llevó un susto de muerte y tuvo que fregar con lejía. Y entonces mi padre sospechó lo que pasaba y me acostumbró a no transformarme en hombre lobo a fuerza de palos.
MÉDICO: Ya decía yo que me sonaba su historia. La leyenda dice que su padre le dejó sin paga un mes.
PACO PEPE: No, no; ya sabe usted cómo engordan las historias la gente de pueblo. Una vecina iba diciendo que en las noches de luna llena yo me metía en su huerto para coger chumbos, fíjese, y también decían que le había robado una escopeta al alcalde y no sé qué más.
MÉDICO: Sí, es que lo más fácil del mundo es echarle la culpa al hombre lobo de todas las desgracias que ocurren en el pueblo.
PACO PEPE: Es usted muy comprensivo.
MÉDICO: Claro, hombre. Anda que no llevo tiempo quitándoles bolas de pelo de la garganta y lana debajo de las uñas y mugre y de todo, porque mira que son descuidados ustedes, que todo les trae por culo. Siga contando.
PACO PEPE: Total, que cuando me vine a la ciudad con un pan cateto y un salchichón en un hatillo y un cartón para taparme ya estaba bastante mejor y no iba por ahí devorando ganado excepto una vez que me comí media vaca porque mi novia me dejó por otro tío que se echaba desodorante.
MÉDICO: Caramba, qué mujer tan voluble.
PACO PEPE: Sí, pero después me recuperé y ya no iba por ahí cometiendo barbaridades, aunque la policía me puso una multa por hacer botellón donde no debía y hoy he venido aquí y usted me ha dicho lo de cambiarme el nombre y creo que le voy a hacer caso, mire usted.
MÉDICO: ¿Y qué nombre le apetece ponerse?
PACO PEPE: Todavía no lo he decidido. Algo que vaya más con mi personalidad, supongo, como Waldemar Lewandowski o algo así.
MÉDICO: Pero hombre, piense en su pobre madre, cuando lo llame por su santo.
PACO PEPE: ¿Sabe lo que pasa, doctor? Que cuando hay luna llena me convierto en polaco.
MÉDICO: Eso no es nada. La semana pasada traté a una señora que las noches de luna llena sale a la calle en alpargatas.
PACO PEPE: Hombre, yo no soy médico ni nada, pero diría que lo mío es peor.
MÉDICO: Hombre, pues sí. Yo era por decir algo. ¿Y en qué nota que es polaco?
PACO PEPE: Yo no lo noto, porque, como usted sabrá, cuando a los licántropos nos da la pájara y nos sale pelo, al día siguiente no nos acordamos de nada y nos levantamos sobresaltados porque no sabemos si la noche anterior hemos cerrado el butano. Yo es porque la gente me dice que no se me entiende nada.
MÉDICO: ¿Qué gente?
PACO PEPE: La gente esa. ¿Cómo les dicen? Los chinos.
MÉDICO: ¿Los chinos le dicen que no se le entiende?
PACO PEPE: Sí, sí; yo es que bajo mucho a los chinos de noche cuando se me acaban los mantecados.
MÉDICO: ¿Baja al chino a por mantecados?
PACO PEPE: Sí. A veces también compro una garrafa de aceite.
MÉDICO: ¡No diga más!
PACO PEPE: ¿Ya tiene un diagnóstico?
MÉDICO: No, es que ya me está mareando usted. Recapitulemos. A usted se le acabaron los mantecados.
PACO PEPE: Sí, y baje al chino a por una caja. No hay mucho más que contar.
MÉDICO (desorientado): Eeeeeeh… ya. Es que no era de eso de lo quería hablar. ¿Ve? Ya me ha confundido usted. Dígame, ¿cuándo empezó a darse cuenta de que era polaco?
PACO PEPE: Hará un mes o así. Verá, una noche me estaba comiendo un mantecado… ¿Qué está escribiendo?
MÉDICO: Lo del mantecado. Lo ha dicho usted tantas veces que me pareció importante.
PACO PEPE: Bueno, a lo mejor no tiene nada que ver. Es sólo una anécdota.
MÉDICO: ¿Quién es el médico, usted o yo? ¡Conteste mirándome las orejas! ¡No me diga que no se ha dado cuenta de que tengo una más grande que la otra!
PACO PEPE: Vale, vale, no se ponga así.
MÉDICO: ¿Por dónde íbamos? (mira la pantalla del portátil) Mantecados.
PACO PEPE: Sí, total, que antes de la transformación me di cuenta de que se me habían acabado…
MÉDICO: ¿Los mantecados?
PACO PEPE: Ajá. Entonces… ¿Qué está escribiendo ahora?
MÉDICO: “Mantecados” otra vez. Yo es que las cosas importantes las escribo siempre dos veces. Así, cuando repase su informe mañana, veré “Mantecados Mantecados”, y sabré que era un dato realmente remarcable. Claro, que cuando pase un tiempo y coja su informe para dar una conferencia o alguna otra tontería, no recordaré a qué venía esa gilipollez de los mantecados; pero para qué me voy a preocupar por eso ahora, si todavía falta un año o más. ¿Qué hizo luego de que se le acabaran los mantecados? ¿Bajar al chino?
PACO PEPE: Sí, bueno, bajé al chino, esto me lo han contado, y pedí otra caja…
MÉDICO: Un momento, un momento. ¿Había terminado de tragarse el último mantecado antes de transformarse en hombre lobo?
PACO PEPE: Pues ahora que lo dice usted, no. Lo tenía a medio masticar cuando salió la luna llena.
MÉDICO: Ahí lo tiene. Alégrese, hombre, que usted no se transforma en polaco ni nada. Lo que pasa es que está usted tonto y punto y pelota.
PACO PEPE: Hombre, pues me deja más tranquilo.

martes, 26 de octubre de 2010

El niño que jugaba como si no

El Sr. X no eligió conscientemente ser empleado administrativo, porque, a diferencia de aquél que se decanta por la urología, la repostería o la mímica, todas opciones profesionales susceptibles de ser elegidas y sopesadas, el administrativo nace, como nacen los hongos o la propensión a tropezar con bordillos o padecer herpes labial de forma regular. Como sus padres intuyeron tempranamente que su vástago estaba condenado a esperar a la muerte entre albaranes (porque una cosa es vivir y otra ligeramente diferente esperar a la muerte), desde que era niño intentaron inculcarle cierto interés por la vida y al menos un mínimo apego hacia los temas relacionados con la imaginación, estando ellos mismos lejanamente emparentados con los oficios del arte (Mamá X gestionaba con pericia malabar una sala de exposiciones y Papá X dirigía la colección científica y divulgativa de la Editorial Estéril e Hijos). Así fue que un día, siendo mudos y progresivamente horrorizados testigos de que su hijo se sentía más inclinado a inventariar uno por uno guisantes congelados que a pegar patadas a una lata, Papá y Mamá X le regalaron la caja de una lavadora que acababan de adquirir, anhelando que ese contenedor, tan vacío y biodegradable y Este lado hacia arriba, activara en su retoño esa habilidad demiúrgica que permite a los niños convertir un reducido cubículo de cartón en una nave espacial, un coche de carreras, una angosta cueva o en cualquier otra cosa fácilmente imaginable o no; habilidad proclive a escabullirse por ese inadvertido primer escape en la Tubería de Gas de la Vida que es la adolescencia. El Niño X miró la caja con el recelo que produce la máscara de un chamán africano colgada de la pared del comedor de un contable, y accedió a introducirse en su interior debido a la insistencia de sus padres, que a cambio le prometieron permitirle hacer acopio de los pelos que el perro había esparcido por la casa con desasosegante arbitrariedad y guardarlos en tarros de cristal por razones nebulosas pero decididamente relacionadas con la proximidad de un invierno que se anunciaba particularmente frío, dado que el Niño X hacía gala de una capacidad de previsión peligrosamente preclara y poco recomendable en una edad en la que lo más normal es salir de casa con la bragueta abierta. Una vez dentro, el Niño X pasó la tarde jugando a ser una lavadora a la espera de que el propietario la desembalara, aunque secretamente sabía que seguía siendo una persona, información que decidió no compartir con sus padres, que parecían levemente esperanzados con su recién estrenada ubicación. Tras un somero análisis general de su nueva situación, el Niño X se dispuso a enumerar sus programas de lavado, que, tras un breve parlamento y puesta en común con su Hombre Interior, decidió localizar en su oreja derecha. Luego repasó metódicamente el cable de alimentación que emanaba de su pie izquierdo y el cajetín del detergente ubicado en su frente, pero se abstuvo de comprobar la eficacia de su sistema de desagüe, más por puro recato que por confianza ciega en el fabricante. Cuando comprendió que la hora de cenar, esa asesina de la diversión para el infante medio, se acercaba con su paso inexorable y pretendidamente ominoso, el Niño X le dijo a su madre, “Mamá, ¿te importaría desempaquetarme y echarme encima algo de ropa sucia cuando yo te lo indique? Blanca, si no es mucha molestia”. Ya fuera de la caja, hizo que su padre lo examinara minuciosamente en busca de algún desperfecto o disfunción, bien de fábrica o producido por el almacenaje y/o transporte, aclarando de paso que tenía dos años de garantía. Después, su madre seleccionó unos calzoncillos casi sin mancillar del cesto y los colocó en la cabeza de su hijo, que era consciente de que pasado un rato no se los podría volver a poner y listo, porque el poder de la imaginación, aunque teóricamente infinito, resulta notablemente incompetente a la hora de asear y desodorar prendas íntimas por si sola. Antes de acostarse, el Niño X les dijo a sus padres que a partir de entonces preferiría que se dirigieran a él como "Futuro Sr. X". Al día siguiente, Papá y Mamá X prefirieron no referir el tema y vieron alejarse la caja en el carro del recogedor de cartones con esa especie de impotente melancolía que ostentan las cajas de cartón cuando están plegadas.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Abraham, Patriarca del Pueblo de Israel en: Un sacrificio realmente duro.

Observen la cara de "¡¡Pero, coño!!" que ponía Abraham cada vez que Dios se le aparecía sin previo aviso.

INT. CHOZA DE ABRAHAM. NOCHE.
Una austera choza israelí del siglo y pico antes de Cristo, por lo menos, con la usual escasez de comodidades de la típica choza israelí del siglo y pico antes de Cristo: una lavadora marca Phillips con pocos programas de lavado… yo qué sé. ABRAHAM duerme a pierna suelta en su mullida cama. Ha olvidado apagar la vela de la mesita de noche antes de quedarse roque. De repente, un cegador fogonazo de luz alumbra la estancia, acompañado de una estentórea voz que reverbera en las paredes de la habitación. Se trata de Yahvé, Creador de Todas las Cosas Incluidas las de Dudosa Utilidad; un anciano con túnica, barba y melenas blancas y sandalias de esparto.

YAHVÉ: ¡¡ABRAHAM!!
ABRAHAM (incorporándose con el corazón en un puño): ¡¡Pero, coño!!
YAHVÉ: Abraham, soy Dios.
ABRAHAM (se sienta al borde de la cama): Sí, ya; no tengo muchos conocidos que se materialicen en mi casa en medio de una luz cegadora. Porque eres tú, que si llega a ser el que vende tomates, lo cojo y lo mato.
YAHVÉ: Haz el favor de mostrarte más respetuoso en presencia de tu Creador.
ABRAHAM: Es que me pegas unos sustos de muerte, joder (se pone la mano en el pecho). Creo que hasta me ha dado un poco de taquicardia, tú.
YAHVÉ: Ya deberías estar acostumbrado.
ABRAHAM: Eso precisamente te quería comentar. Mira, aprecio mucho tus visitas, pero digo yo que podrías aparecerte en otro momento, que mira que el día es largo (coge de la mesita de noche su reloj Casio. Ya os he dicho que de esto hace un taco de años). Las cuatro de la mañana. Tengo que levantarme dentro de media hora. Ya sabes lo madrugadores que somos los israelíes. Como si no tuviéramos nada mejor que hacer a las cuatro y media de la mañana, la madre que nos parió.
YAHVÉ: Yo ayudo a los que madrugan.
ABRAHAM: Sí, ya. Qué casualidad que no te me apareciste el lunes, cuando me puse a pintar el establo.
YAHVÉ (carraspea): ¿El lunes? Huy, no sabes lo liado que estaba yo el lunes.
ABRAHAM: Pues anda que no me habría venido bien que alguien me sujetara la escalera. Me caí dos veces cuando fui a darle una mano al techo. Estoy deslomado.
YAHVÉ: Abraham, ¿tú me amas?
ABRAHAM: Coño, que tío más pesado. ¿Sabes? Para haber creado el Universo y Toda la Marimorena, eres de lo más inseguro.
YAHVÉ: ¿Me amas o no?
ABRAHAM: ¿Cómo puedes dudarlo? ¿Te acuerdas de que la semana pasada me pediste que sacrificara a mi hijo Isaac en tu honor?
YAHVÉ: Ah, sí. Qué risa cuando sustituí a tu hijo por un carnero cuando estabas a punto de degollarlo, ¿eh?
ABRAHAM (malhumorado): Sí, un descojone.
YAHVÉ: No te sentó muy bien.
ABRAHAM: Hombre, imagínate. Reconozco que a veces me dan ganas de estrangular con mis propias manos al niñato ese, que no da un palo el agua, el muy cabrón, pero… bueno, es el producto de mis gónadas, cojones, aunque sea un inútil y un vago de mierda. Claro, como tú no tienes hijos…
YAHVÉ: Yo tengo millones de hijos.
ABRAHAM: ¿Ah, sí? No lo sabía. En ese caso, ¿podría recomendarme un buen profesor particular? Porque digo yo que, si tienes tantos hijos, a alguno le habrán quedado las matemáticas para septiembre.
YAHVÉ: Soy el Padre de toda la Humanidad, zopenco.
ABRAHAM: Pues más a mi favor. ¿Y te comen bien las verduras? Porque lo que es mi Isaac sólo quiere macarrones.
YAHVÉ (suspira): Hablando de tu hijo… ¿Cómo se encuentra?
ABRAHAM: ¿Después de que estuve a punto de asesinarlo la semana pasada, dices? Pues imagínate. Más suave que un guante. Le entran sudores fríos cada vez que me ve trinchar la carne.
YAHVÉ: Ya veo. ¿Tú dirías que la experiencia le ha traumatizado?
ABRAHAM: Hombre, traumatizado no sé si se ha quedado. Se ha vuelto tartamudo de repente, si eso sirve de indicativo.
YAHVÉ: Se le pasará.
ABRAHAM: ¿Y lo de despertar en medio de la noche entre alaridos terror y empapado en orina, también se le pasará? Es que no veas las noches que me está dando. Lo he tenido que mandar a dormir al pajar.
YAHVÉ: Bueno, bueno; ya iré yo a hablar luego con él. Soy muy buen psicólogo.
ABRAHAM: ¿Eso qué es?
YAHVÉ: Una profesión que me acabo de inventar. Tú no lo entenderías; está en latín.
ABRAHAM: Ya… Y digo yo, ¿qué se te ofrece? Es que, verás, se está haciendo tarde y me queda mucho por esquilar, ¿sabes?
YAHVÉ: Ah, sí. El motivo que me ha traído hasta aquí. Ejem. Abraham, tienes que ofrecerme otro sacrificio.
ABRAHAM: ¿Ahora mismo? ¿Pero tú te crees que las ovejas se ordeñan solas, o qué?
YAHVÉ: ¿Me amas, Abraham?
ABRAHAM (suspira, hastiado): Que sí, que sí, cojones. ¿A quién tengo que matar ahora?
YAHVÉ: ¿Pero tú cuántas veces te crees que te voy a pedir que mates a alguien?
ABRAHAM: Yo qué sé. Como tus caminos son inescrutables y eso…
YAHVÉ: No, no. Esta vez no se trata de nada tan dramático.
ABRAHAM: Ah, menos mal. Y bien, ¿de qué se trata? Pide lo que desees a tu humilde siervo.
YAHVÉ: Chúpame la polla.
ABRAHAM (perplejo): ¿Señor?
YAHVÉ: Ya me has oído.
ABRAHAM: Sí, sí, te he oído; pero, bueno, es que me has dejado atónito, joder. Es que no lo entiendo. ¿Has estado haciendo turismo sexual por Sodoma y Gomorra, o qué te pasa?
YAHVÉ: Hijo mío, esto no tiene nada que ver con la satisfacción homoerótica. Sólo necesito una prueba de tu amor incondicional por tu Creador.
ABRAHAM: Es la excusa más cutre que he oído para obtener sexo.
YAHVÉ: ¿Vas a poner pegas a todo lo que te ordene?
ABRAHAM: No, que va. Lo único que digo es que, bueno, si tú eres mi Padre… ¿no será incesto eso que quieres? Ya sé que en estos tiempos está muy de moda, pero…
YAHVÉ: ¿Estás intentando utilizar la lógica con Alguien que puede crear un universo con la punta del cipote?
ABRAHAM: Que nooo. Ay. Me avisarás, por lo menos.
YAHVÉ: ¿De qué tengo que avisarte?
ABRAHAM: Pues ya sabes, hombre. Me avisarás cuando, eh, cuando… Cuando alcances la… la epifanía. ¿No?
YAHVÉ: Ah, ni hablar. Te la tragas.
ABRAHAM: ¿La epifanía? Pero, oye, ¿no me sentará mal? Quiero decir, ¿no me provocará ningún efecto secundario la… la Sagrada Lefa1?
YAHVÉ: Hombre, pues no me había parado a pensar en ello. Cagarás Gloria, supongo (suelta una carcajada). Discúlpame. Humor divino.
ABRAHAM: Valiente faena. Hacerle una mamada al Creador precisamente yo, que tenía que hacer el amor con mi mujer a través de un agujero en la colcha.
YAHVÉ: Bueno, piensa que siempre hay una primera vez para todo.
ABRAHAM: ¿Eso es todo lo que puedes decir para consolarme?
YAHVÉ: ¿Tú quieres ir al Cielo cuando te mueras, o no?
ABRAHAM: Manda cojones. Yo que me las prometía tan felices hoy paseando por el campo con mis ovejas, y nada más despertar me encuentro con un tío omnipotente haciéndome chantaje sexual. Tus caminos son inescrutables que te cagas, ¿eh?
YAHVÉ: ¿Quieres dejar de quejarte y demostrarme tu amor de una vez?
ABRAHAM (arrodillándose): Hay que joderse. Te habrás lavado antes de venir, ¿no?
En ese momento entra en la habitación ISAAC.
ISAAC: ¿P-papá? (ve a su padre en tan delicada tesitura). ¡¡¡PAPÁ!!!
ABRAHAM (a Yahvé): Hala, yo toda la vida intentando darle una buena educación para que sea un hombre de provecho, y vienes tú, y en menos de dos semanas...


1 "Semen" en hebreo antiguo.

lunes, 23 de agosto de 2010

Muy pronto....

...un castor rascándose el sobaco.



Un beso de buenas noches de mil demonios: Fracasando miserablemente a la hora de crear expectación desde 2007.

martes, 20 de julio de 2010

A lo mejor lo que voy a decir es una tontería...

...pero, si alguna vez maldices tu suerte por haber sido abducido por extraterrestres, recuerda con resignación que siempre hay una primera vez para todo.

jueves, 20 de mayo de 2010

La madre de Supermán se hace la permanente

INT. PELUQUERÍA DE SEÑORAS. DÍA.
Una peluquería de señoras de las de toda la vida. MARTHA ‘MA’ KENT está sentada bajo un secador. En el secador contiguo se encuentra GERTRUDE, otra parroquiana de Smallville.

MARTHA: …total, que al final el niño se pone un jersey y unos pantalones del mismo color, así azulones, y yo le digo “Hijo mío, no te vayas a creer que te voy a dejar ir a combatir el mal vestido así, que parece que vas en chándal”…
GERTRUDE (interrumpiendo): ¿Tu hijo el epiléptico?
MARTHA: ¿Qué? No, no. Mi hijo el que tiene superpoderes.
GERTRUDE: Ah. ¿Quién me había dicho a mí que era epiléptico? Bueno, es igual. El chándal.
MARTHA: Sí, sí. Bueno, pues le digo, “¿Por qué no te pones encima de los pantalones los calzoncillos rojos que te regalé en fin de año?”
GERTRUDE: Eso está muy bien, llevar ropa interior roja para entrar en el año con buen pie.
MARTHA: Sí. Dicen que trae buena suerte.
GERTRUDE: Naturalmente; yo siempre me compro unas bragas rojas en fin de año. Un año se me olvidó, y para qué; al día siguiente hubo una invasión extraterrestre.
MARTHA: Sí, me acuerdo bien. Mi Clark salvó el mundo.
GERTRUDE: Ay, qué orgullo de hijo. Igualito que el mío, que lleva siete años para sacarse la carrera.
MARTHA: Mi Clark me ha salido muy listo. Hombre, nosotros hemos intentado darle una buena educación, no le dejábamos irse a los futbolines con los otros niños ni nada; pero en lo inteligente ha salido a sus padres biológicos. Como eran unos genios científicos de otro planeta, pues... (Suspira) Que en paz descansen, los pobreticos.
GERTRUDE: Y lo elegante que va siempre, con su capa y todo…
MARTHA: Yo la capa se la veo muy larga, ¿tú ves? Un día se me ocurrió meterle el dobladillo, y no veas que drama. Me dijo, “¡Pero mamá, cómo se te ocurre dejarme la capa tan corta! ¡Que Lex Luthor se va a reír de mí!” Y yo le dije, “Pues si Lex Luthor se mete contigo, tú le dices que es un calvo”. Pero a mi Clark no le parece bien meterse con los defectos de la gente, y mira que tiene enemigos feos. Como el Brainiac ése, que es enterito verde.
GERTRUDE: ¿Pero el Brainiac no era amiguito de tu hijo?
MARTHA: No; el que es su amiguito es el tátara-tátara-nieto o no sé qué de éste que te digo; Brainiac 5, que es del futuro, de la Legión de Superhéroes.
GERTRUDE: ¿Y sus padres le pusieron Brainiac 5? Qué nombres compuestos tan raros ponen en el futuro. Ya lo podrían haber bautizado, no sé, Brainiac Gustavo. Anda, que si llega a venir al pueblo… “¿Y tú de quién eres?” “Del Brainiac 4”. Vaya plan.
MARTHA: Para nombres horrendos, el del enano ése de la Quinta Dimensión que viene siempre a fastidiar a mi Clark. Mr. Pitiliki o cómo se diga.
GERTRUDE: Mr. Mxyzptlk.
MARTHA: Jesús, te lo sabes tú mejor que yo.
GERTRUDE: Será porque lo he dicho sin pensar. Seguro que si lo intento otra vez, no me sale. Mr. Mlz… Mr. Mzp… ¿Lo ves?
MARTHA: ¿Qué vas a poner hoy de comer?
GERTRUDE: Pues unas berzas, creo.
MARTHA: Mira tú qué rico.

miércoles, 19 de mayo de 2010

El infame proyecto perdido de Rocco Siffredi

Rocco interpretaba a un científico y follaba menos que nunca.

Iba a titularse, tentativamente, Cariño, me he encogido el miembro viril (Honey, I shrunk my manly member o Miele, i ristretta il mio membro virile para el mercado italiano).

Nota: La Administración de Un beso de buenas noches de mil demonios desea pedir disculpas al respetable por la bajísima estofa del chiste. Originalmente estaba protagonizado por la mujer del doctor Szalinski y la menguante temperatura del agua de la ducha: Cariño, he encogido el termo. El autor quisiera alegar en su defensa que, bueno, que es muy tonto.

martes, 18 de mayo de 2010

Pequeño atentado a las buenas maneras del joven aristócrata Wesley Harrington en el Club de Campo

-¡Coño! -exclamó Wesley, el sobrino tarambana de Sir Charles Harrington III, cuando derramó por accidente el vaso de whiskey sobre su chaqueta de tweed nueva.
En seguida miró a su alrededor, para comprobar con desagrado que a ojos de las damas había pasado de ser el soltero más atractivo de la comarca al más prometedor tema de conversación de la mañana siguiente.
-¿He dicho "¡Coño!"? -dijo Wesley.
-Dos veces, con ésta -contestó la urraca de Lady Wollstonecraft.
-Ustedes disculpen. Quería decir "¡Parteexternadelaparatogenitalfemenino!"
De todas formas, la gerencia del club ya llevaba días planteándose su expulsión a causa de cierto lamentable incidente en el que se encontraban implicadas la hija menor de Lord Axelrod y una mesa de billar.

lunes, 17 de mayo de 2010

El amor, a veces

-Abrázame, mi querida Antoinette -dijo François.

En realidad, François pretendía que su prometida, al acercarse, apreciara mejor los efluvios del pedo que se acababa de tirar.

sábado, 15 de mayo de 2010

Tweedledee, Tweedledum, o viceversa, o El Principio de la Complementariedad, o Una Divagación sobre la Simetría en la Obra de Lewis Carrol...

...u Otro Puñetero Título innecesearia e injustificadamente más largo que el post propiamente dicho.

TWEEDLEDEE: Tengo un hambre que te cagas.
TWEEDLEDUM: Y yo unas ganas de cagar que te lo comes.

Y todos tan contentos.

Nota: La Administración de Un beso de buenas noches de mil demonios desea aclarar que de ninguna manera tiene intención de hacer apología de la coprofagia. Aunque no nos posicionamos a favor ni en contra (que cada cual aguante su cirio, o el de otro), a título personal nos gustaría decir que como práctica nos parece ligeramente desagradable y como tema de conversación inadecuado en determinadas circunstancias.

viernes, 14 de mayo de 2010

La mala costumbre de preparar el desayuno antes de lavarte la cara

Hoy, en vez de café, me he preparado un agua calentita.

Me he acordado de coger la cafetera, desmontarla, llenar de agua el depósito, volverla a montar y abrir la espita del butano antes de aplicar la llama al fogón.

Pero he olvidado echar el puto café molido.

Asco de viernes, tú.

miércoles, 28 de abril de 2010

Tú y tus ideas

El autor con su guante de rascarse las pelotas

Estimados amantes de la Patafísica:
La Administración de Un beso de buenas noches de mil demonios se complace en comunicar que su máximo responsable y principal ideólogo se encuentra en medio de un tormentoso proceso creativo cuyos resultados se prevén gozosamente catastróficos. El arriba mencionado asegura que ya informará de todo a su debido tiempo y que espera estar de vuelta con todos ustedes a la mayor brevedad posible. En otro orden de cosas, parece que está mejor del ácido úrico y se mantiene sobrio la mayor parte del tiempo.
Para que la espera no se haga tan larga, éste su blog amigo tiene el orgullo de presentarles el siguiente vídeo del sinpar Chiquetete.

lunes, 12 de abril de 2010

"Hombre cascándose unas pajas con las dos manos", de Rembrandt

Bueno, en realidad, Zittend mannelijk naakt (1646), uséase, Un notas sentado en pelota picá, pero hombre, no me digáis:

Pínchese para agrandar... la imagen

A continuación, el Departamento de Trabajitos y Estudios Finos de Un beso de buenas noches de mil demonios tiene el dudoso gusto de ofrecerles un extracto del libro La Masturbación en la Pintura de la Edad de Oro Holandesa (Ed. Bitch & Sons), del afamado crítico de arte Inutilio Vivo della Storia.

Hombre cascándose unas pajas con las dos manos ha sido objeto de polémicas realmente acaloradas1 en las esferas del Arte. Un vistazo somero a este excelente grabado suscita una pregunta fundamental: ¿Qué momento de la libre expresión onanista del individuo trata de representar? Los primeros estudiosos de la obra de Rembrandt sostienen que sin duda el modelo se encontraba justo en mitad de la faena cuando fue inmortalizado, ofreciendo como prueba irrefutable la posición de las piernas: la derecha delante de la izquierda, en un intento de mantener el equilibrio y evitar caerse del taburete en el epifánico momento del clímax. Por otra parte, los segundos estudiosos de la obra del Maestro opinan que tal afirmación era una soberana gilipollez, ya que se conocían pocos casos de holandeses que hubieran sufrido un vahído después de hacerse una manola, y que Rembrandt tenía la prudencia de ofrecer a sus modelos un bocadillo de atún o una pieza de fruta con la intención de evitar una posible bajada de tensión arterial después del orgasmo. Estos segundos estudiosos consideran que la obra representa el momento previo al solitario abrillantado, sugiriendo que el espacio fuera de campo al que se dirige la mirada del modelo estaba probablemente ocupado por el célebre e irremediablemente perdido grabado de Rembrandt Mujer desnuda con un pepino en… con un pepino ¡Ejem!, según las crónicas de la época, una de las obras más inspiradoras del Maestro. Por otra parte, los defensores de la corriente premanolista añaden que una detenida observación de la obra demuestra una alarmante escasez de presencia genital en la obra. Como no podía ser de otra manera, este razonamiento sorprendió a los críticos que habían confundido el dedo pulgar de la mano derecha con el prepucio. Pero nos consta la existencia de una tercera corriente de opinión, de reciente creación, conocida como postmanolista, o postgallardista, que defiende la teoría de que la obra pretende retratar justo el instante posterior al desperdicio, argumentando la mal disimulada toallita perfumada que cubre el bajo vientre del modelo y su expresión de “Ay, qué a gustito me he quedao”.

1En su libro sobre la naturaleza agresiva de la especie humana Hostias como panes, el sociólogo Teodoro W. Mesita de Noche afirma “Las polémicas siempre resultan acaloradas porque a nadie se le ocurre encender un ventilador en medio de una discusión. ‘Anda, Darwin, que después de que abramos la ventana para que corra el aire, se te va a caer el pelo, buena pieza’. Pues no, oiga. Menuda soplapollez”.

sábado, 20 de marzo de 2010

El autor y su amada contraen matrimonio

...que siempre resulta prefrerible a contraer, yo qué sé, hepatitis.
¡Pues eso, que, después de algo menos de seis años de relación y algo más de un año de convivencia, mi amada Silderia y yo hemos decidido darnos el "Ah, bueno, qué cojones"!

CONCEJAL: ¡¿Qué dice usted?!
SANGREYBESOS: Eeeeeeeh, que sí, que quiero. ¿Se puede fumar aquí?
CONCEJAL: ¡Claro que no, ceporro!
SANGREYBESOS: ¿Y tirar arroz en la puerta?
CONCEJAL: Que no, que no; a ver si el alcalde resbala y se nos escoña.
SANGREYBESOS: Pues si lo sé me caso en un bar, oiga, que por lo menos puedo hacer un calvo a gusto.
CONCEJAL: ¡Un respeto, caballero, que estamos en el Excelentísimo Ayuntamiento!
SANGREYBESOS: ¿Y se puede decir "cipote" aquí dentro?


Hala, la que hemos liao
¡¡¡Nos vemos a la vuelta de esa ciudad donde Van Gogh perdió la oreja!!! ¡¡¡Agárrate los machos, Amsterdam, que allá vamos!!!

martes, 19 de enero de 2010

No es el típico post inútil de las 10.000 visitas

Fe de erratas: Donde pone "en un mes" debería poner "en algo más de dos años". En realidad, cogimos prestada la imagen de la página web "Economía real", a la que aprovechamos para hacer publicidad gratuita, y así hacerles la pelota en un intento de evitar que nos demanden por plagio. De todas formas, si nos dicen que quitemos la imagen, pues la quitamos, que en este blog somos todos unos cagones patéticos. Y no olviden visitar Economía real, la mejor web sobre economía.

Bueno, sí que es el típico post, etc, etc.
¡¡La Administración de Un beso de buenas noches de mil demonios se complace en anunciar que esta santa casa ha alcanzado la friolera de 10.000 (DIEZ MIL) VISITAS EN SOLO ALGO MÁS DE 2 (DOS) AÑOS!! Cuando supimos la noticia, nos peinamos hacia atrás y nos tiramos a la calle para recoger algunas reacciones del lector de a pie. Desgraciadamente, el lector de a pie decidió justo ese día coger el autobús, porque las farolas no las van a quitar solo porque a él le guste leer y caminar al mismo tiempo, no te jode, así que nos conformamos con cualquier mindundi que pasara por la calle. De todas formas, estábamos convencidos de que un acontecimiento de tamaño calibre no podía dejar indiferente a nadie.

“Por mí, como si se la pica un pollo”.

-Uno al que sí le era indiferente, maldita sea su estampa

"No tengo ni idea de quién es usted. ¿Qué coño es un blog? Como no me suelte llamo a la policía”.

-Uno al que confundí con otro

"Te lo mereces, hijo. Siempre he dicho que eras mi digno sucesor”
-Miguel de Cervantes, que resucitó un momento para decirme esto y luego se murió otra vez, así que no hace falta que os molestéis en comprobarlo. Hacedme el favor de no ser cabrones.

"Le repito que, por mí, como si se la pica un pollo”.

-Uno al que pregunté dos veces por error

"Felicidades por tu merecido éxito. Un beso de buenas noches de mil demonios es como un regalo caído del cielo justo encima de tu cabeza. Pero no un regalo cualquiera, sino uno de esos que se ponen encima de la mesa del comedor. Algo así, redondo, como de mármol. ¿Me das algo suelto para un café y un bocadillo?”.

-Un teórico de mi obra

“Por mí, como si se la pico”.

-Un pollo

“Eso le pasa por preguntar a un pollo”.

-Uno que me vio preguntar al pollo

“¿No le da vergüenza, preguntar a un pollo? ¿Qué sabrá el animalito de Internet?”.

-Uno que hasta hace un momento estaba mirando una obra

“Valiente mierda. Sé de blogs que tienen 10.000 visitas en dos días”.

-Treinta y ocho de los encuestados

Para celebrarlo y agradecer la preocupante confianza que habéis depositado en mi humilde persona, estoy preparando para todos vosotros una cosa sobre piojos. ¿Qué esperabais? ¿Shakespeare?

Nota poco importante: La Administración de Un beso de buenas noches de mil demonios desea aclarar que tan solo una patética tercera parte de las visitas las hizo patéticamente el autor desde una IP diferente.