jueves, 26 de marzo de 2020

De cuando esperas aplausos y recibes un botellazo

Agarren la suya antes de entrar: les va a hacer falta

Estimados cogerri... colegi... corrige...:


-¿Quizá quiere decir "correligionarios", oh, Sabio?

-Vaya, sí, gracias. Para quedarle a usted tan pocos dientes, pronuncia con asombrosa fluidez las palabras con muchas sílabas.
-El truco está en vocalizar despacio, Maestro. Si lo intenta rápido, le sale atropellado.

Estimados correligionarios:


-¿Ves cómo tenía yo razón, mamá?

-¡Pero, hombre de Dios! ¡¿Cómo se le ocurre traer a su madre hasta aquí?! ¡¿Es que no sabe que estos días tenemos que velar por la seguridad de nuestros mayores?! ¡¿Que tenemos que salvaguardarlos del peligro que acecha ahí fuera?! ¡Usted y su madre, a la puta calle!
-Disculpe mi osadía, oh, Santo Varón, pero, como había oído rumores de que aquí daban de comer...
-¡Ah! Pobre iluso... Eso era antes, joven, cuando las latas de sardinas en escabeche caducadas nos salían por las orejas. Ahora ya no ofrecemos nada para picar. La cosa está muy mala.
-Lamento oírlo.
-Gracias. En estos tiempos aciagos se agradece de todo corazón la compasión de la gente que... ¡Pero, oiga! ¡No se vaya, que me encuentro muy solo!
-No, si no me voy. Es que ha empezado a picarme la raja del culo, ¿sabe usted? Y así de pie me rasco mejor. Aaaah, que gustito...
-¡Jean-Claude! ¡Jean-Claude!
Mi adusto mayordomo apareció como por ensalmo.
-¿Me llamaba, Milord?
-¡Coño, que susto me has dado, Jean-Claude! ¿Cómo se te ocurre aparecer así como por ensalmo?
-Le recuerdo que fue suya la idea de colocar una trampilla elevadora junto al atril, Señor.
-Ya, ya. Lo que pasa es que dejó de parecerme buena idea cuando empecé a caerme por el boquete de manera regular, mi zalamero lacayo. ¿No te diste cuenta de que la cuarta vez ya me reía con menos ganas? Y tú sabes que me gusta una costilla rota más que a un tonto una piruleta, pero...
-Se está yendo por las ramas, Señor.
-Sí, ya. Me estoy yendo por las ramas y estoy siendo muy zafio. Algunas cosas no cambian por mucho tiempo que pase, viejo amigo.
-No he podido evitar observar que la urgencia de su llamada era a todas luces desproporcionada. Como de costumbre, si me permite añadir.
-Pero qué insidioso eres, esbirro. A ver, cuando te dije que seleccionaras para mi triunfal conferencia de regreso a caballeros ilustrados, preferentemente de la nobleza o la alta burguesía, que fumen puros, con bigote y poco pelo en la cabeza, aficionados moderados al whisky de malta, que digan cosas como "¡Intolerable!" cuando están leyendo el periódico, y mujeres finas y cultas, de ese tipo de bibliotecarias maduritas con gafas que me ponen borriquillo... Cuando te dije todo eso, ¿qué entendiste, exactamente?
-Ruego sepa disculpar que mi operación de reclutamiento haya resultado un fiasco, milord. No hay mucho donde elegir estos días. Usted no lo habrá notado porque pasa más tiempo en la bodega de lo que cualquier ser humano en su sano juicio consideraría razonable, pero las calles están últimamente muy poco transitadas.
-Lo entiendo, Jean-Claude, pero seguro que había por ahí otros candidatos mejores que este... este...
-Aaah, qué gustito...
-¡Pero, coño! ¡¿Quiere dejar de rascarse de una puñetera vez?! ¡¿Pero cuánto le puede llegar a picar el culo a una criatura viviente, por Dios bendito?!
-Si ya no me pica, Maestro. Esto ya es vicio. Aaaah...
-¡Jean-Claude! ¡Exijo una explicación! ¡¿Dónde encontraste a este sujeto?!
-Sería mas ajustado a la realidad decir que fue él quien me encontró a mí, Amo. Tropezó con mi figura mientras huía de la policía con un pollo crudo en la mano.
-¡Ah! Le gusta el pollo. Eso lo cambia todo. Disculpe si le he juzgado mal, caballero, y póngame a los pies de su santa madre cuando se despierte.
-¿Ronca muy alto? Le puedo dar con el codo así...
-No, no turbe su plácido sueño. Soy un gran amante de la vida salvaje, y su madre me recuerda ahora mismo a un jabalí en celo. Ahí, cachondo perdido, el cabrón. Y, dígame, caballero, ¿es viuda su madre, por un casual?
-De verdad que lamento no ser su público ideal, Maestro.
-Oh, no diga eso, por favor; aunque no lo crea, yo antes disfrutaba de la adulación de muchos que eran como usted.
-¿Humildes?
-Drogodependientes. Ah, sí. El desconchado techo de esta sala ha albergado a cantidades ingentes de yonkis que se sentaban embelesados a oír mis palabras. Estas paredes con restos de orina, la mayoría resecos pero algunos de ayer mismo, creo que míos pero no me acuerdo bien; estas paredes, digo, han sido testigos de muchas discusiones acaloradas, de toneladas de perlas de sabiduría, de cantidad de intercambios de pareceres estimulantes, de los suficientes apuñalamientos como para que las autoridades me cerraran el chiringuito durante una larga temporada o dos -dije, evocador-. Disculpe que me ponga nostálgico, joven, y digo joven porque los estragos causados por la heroína no pueden ocultar la chispeante vivacidad de su mirada, pero echo de menos aquellos tiempos. Eh, ¿por qué aplaude?
-Me dio la impresión de que había terminado.
-¿Terminado? ¡Ja! Todavía no he dicho nada.
-Coño, pues, para no decir nada, le está quedando un poco largo.
-Como he dicho antes, mi querido joven, hay cosas que nunca cambian. ¡Ejem!

Estimados correligionarios:


No he venido aquí a hablar de lo difícil que es pronunciar "correligionarios" muy rápido, pero, de todas formas, yo lo dejo caer. Pruébenlo, ya verán que a la cuarta se equivocan. Pero no ahora; después. Como digo, no he venido a hablar de eso, pero ya no pueden quitárselo de la cabeza, ¿a que no? No, no he venido aquí a hablar de eso (Silencio expectante). En absoluto (Otro silencio expectante un poco más largo que el anterior). Mmm... Ah, ya me acuerdo. No, verán, es que me he pasado la noche en vela preparando el discurso de hoy, lo que pasa es que cuando abrí mi viejo buró vi que estaba desprovisto de pluma y tinta. Lo que sí encontré allí fue una botella de aguardiente casero (Aplausos. "Qué bárbaro", comenta el único asistente despierto). Pero no se hagan ilusiones. Esta mañana no quedaba una sola gota de aguardiente en la botella. Culpa mía, me temo; de haber sabido que el aguardiente se evapora con tanta rapidez, jamás me habría introducido el corcho por el ano. Esta mañana, al despertar y darme cuenta de lo sucedido, me he llevado un disgusto tan grande que no he podido evitar maldecir la química elemental ni contener el vómito. Ya sé lo que están pensando: otro buró de principios del siglo XX tallado de manera exquisita a tomar por culo. Todavía se puede abrir, pero mejor no; ayer cené papa asada, de esas con muchos tropezones. Total, que lo que les venía yo a decir es que no recuerdo palabra por palabra el elaborado discurso que dejé cándidamente al cuidado exclusivo de mi memoria a corto plazo, pero voy a intentar resumir los puntos más importantes en términos generales:


1. El Departamento de Granitos de Arena que No Hacen Ni Puñetera Falta de Un beso de buenas noches de mil demonios, en imprescindible colaboración con el Departamento de Recuperación de Textos que Nadie en su Sano Juicio Habría Solicitado y la inestimable aportación del Departamento de Baile en una Jaula y del Departamento de Poner Nombre a Otros Departamentos Haciendo un Uso Arbitrario de las Mayúsculas y las Minúsculas, se complace en anunciar que a estas alturas del enunciado se acaba de incorporar el Departamento de Concreción y Reconducción de Discursos para presentar el punto número 2.


2.  Para regocijo de propios y extraños o quizá para todo lo contrario, la Administración de Un beso de buenas noches de mil demonios, consciente de la excepcional situación en la que el mundo se halla sumido y con el firme propósito de hacer más llevadero todo este asunto o quizá todo lo contrario, ha decidido devolver el serial "¿Conoce usted su ojete?" al lugar del que nunca debió salir, en opinión de sus múltiples detractores, es decir, de aquí mismo, y lo hará en versión corregida y aumentada pero dudosamente mejorada bajo el nuevo titulo de "El Apocalipsis según se mire".


3. Ahora sí, pueden aplaudir.



No hay comentarios: