jueves, 28 de mayo de 2009

Joyas del cine español que no le importan a nadie: De Aquí a Sebastopol (1966)

Estimados sarandongas:
Mi entrañable amigo Ruiz, El Pequeño Freak, además de ser un gran conocedor de su propio pene, dato que no viene al caso pero que mencionamos sólo por cuestiones ornamentales, es todo un experto en todo lo que es ese cine español que la mayoría del populacho, o bien no conoce, o bien se la trae al fresco.

-No te imaginas la cantidad de grandes películas que no ha visto casi nadie –me comentó en cierta ocasión con la perilla llena de restos de patatas fritas “Casa Paco”.
-¿A ti cómo te gustan los pezones?

Tengo que reconocer que nuestra conversación de aquel día no nos condujo a ninguna conclusión satisfactoria, pero semanas más tarde, cuando tuve que guardar cama por culpa de una infección provocada por un agujero de bala en el hombro, y sumido en el más profundo de los aburrimientos, eché mano de algunos vetustos VHS que mi buen amigo me había prestado, después de firmarle un recibí y dejarle en prenda la pierna ortopédica de mi tío abuelo Jacinto.
Entre la impresionante colección de rarezas que atesoraba el buen Ruiz, me llamó la atención la titulada El Muerto que Pasó a Saludar (1972) que, hasta hace bien poco, arrastraba una leyenda negra: algunas fuentes indican que la noche de su estreno en Madrid murió un joven de Leganés, a la postre único espectador en la sala, aterrado por los horrendos sucesos narrados en la película. En consecuencia, el filme se retiró de cartel al día siguiente. Sin embargo, una reciente investigación llevada a cabo por el historiador y crítico Ernesto Flamenking puso al descubierto que quien había muerto durante la proyección era el ciudadano ucraniano Bilbil Tezenko, que falleció a los ciento dos años en su casa de Kiev debido a una obstrucción intestinal. Por si el chasco fuera pequeño, unos días después se supo que el deceso no se había producido en la misma franja horaria que la citada proyección, sino tres años antes.
Pero la película de la que os quiero hablar hoy es De Aquí a Sebastopol, protagonizada por la folklórica Manolita Tocotó, hoy tristemente caída en el olvido pero que en sus tiempos de gloria llegó a recibir hasta tres y cuatro cartas semanales de su prima la de Badajoz. Manolita fue un descubrimiento del avispado productor discográfico Ulises Nodoyuna, un donostiarra de carrera más bien errática que a principios de los sesenta compuso y produjo temas para grupos pop como Los Desconocidos o Don Nadie y sus Mindundis, ambos de muy escasa repercusión. Decidido a tomar un nuevo rumbo que levantase su carrera, Nodoyuna tomó bajo su manto a Manolita, con la que primero contrajo matrimonio y después la sífilis. Por razones meramente comerciales, Nodoyuna cambió el apellido de nacimiento de Manolita, Schenkelbrüegel-Schenkelbrüegel, de los Schenkelbrüegel-Schenkelbrüegel de Triana de toda la vida de Dios, por el más sonoro de Tocotó. El ascenso de Manolita al estrellato es narrado por Nodoyuna en su inédito libro de Memorias, cuyo manuscrito fue hallado por la señora Conchi Norro en no sé dónde y utilizado para detener una fuga de agua de su lavadora:

Yo conocía a un operador de cámara del NODO que me debía algunos favores, y cuando llegó el momento de promocionar a Manolita, supe que había llegado la hora de cobrárselos. Él quería pagarme mi peso en calzoncillos, pero le convencí de que me dejara asistir al rodaje de uno de sus reportajes. Estaba decidido a convertir a Manolita en una estrella de la noche a la mañana, así que cuando llegamos allí la empujé contra Franco en el momento en el que el Generalísimo se disponía a salvar a un bebé de una casa en llamas [Como todo el mundo sabe, estas imágenes se perdieron durante la misteriosa y tristemente célebre plaga de langosta que arruinó buena parte de los archivos del NODO, junto a otras de igual o mayor valor, como la llegada del Caudillo a la Luna]".

Según cuenta Nodoyuna, Franco se quedó a la vez prendido de una tramoya y prendado de la muchacha: “Estaba tan embelesado viéndola taconear que hasta se le olvidó fusilarnos”. Y continúa: “En ese momento supe que el Generalísimo en persona iba a ayudar a Manolita a introducirse en el mundo del cine. Que Dios lo bendiga”. El Caudillo, echando mano de su genio estratégico, le presentó a Manolita a José Luis de Castro Armendáriz, que al parecer estaba muy relacionado en la industria cinematográfica. Desafortunadamente, dos meses después Nodoyuna se enteró de que el tal de Castro, “era acomodador. ¿Quién iba a imaginarlo, con semejante nombre y con la importancia que se daba? Nosotros creíamos que el andoba era productor de cine, porque una vez nos comentó que había probado la carne de pato”.
Viendo que la carrera de Manolita no levantaba el vuelo, Nodoyuna vendió la mansión señorial de sus padres para disgusto de estos, que tuvieron que mudarse a un albergue utilizado como residencia habitual por varios millones de piojos. Con el dinero reunido, Nodoyuna financió una película independiente a mayor gloria de Manolita. Según relata en sus Memorias: “Hacer cine independiente en aquella época era algo tremendamente irregular y dificultoso. Hay que tener en cuenta que la censura cinematográfica era realmente dura; una vez tuve una discusión muy fuerte con un censor a causa de una secuencia de mordisquitos en el lóbulo de la oreja; la verdad es que yo no pensaba dar mi brazo a torcer, pero aquella noche encontré una cabeza de caballo en mi cama y decidí reescribir la secuencia durante unas vacaciones en el Pirineo Francés”.
La película resultante se tituló Te espero en Pernambuco (1964), y resultó un aplastante fracaso de crítica y público. “Estaba desolado”, recuerda Nodoyuna. “Pero no estaba dispuesto a tirar la toalla, y envié una copia de la cinta al Festival de Cannes. Estaba totalmente convencido de la calidad de la película”, afirma el productor, que sufría episodios de enajenación mental transitoria desde los seis años de edad. Entre el jurado de aquella edición del Festival se encontraba el afamado realizador japonés Hitano Ozu, que había empezado su carrera como ayudante del oscarizado cineasta Akira Karakiwi y que el año anterior había conseguido un éxito considerable con su ópera prima El Mar de las Flores de Loto, distribuida en España con el erróneo título de El Mal de las Floles de Roto. Ozu, impresionado por las dotes interpretativas y la mirada considerablemente bizca de Manolita, viajó a España para conocer a la diva. “Cuando se presentó en mi casa, lo eché a empujones”, rememora Nodoyuna. “¿Qué otra cosa iba a hacer? Era un chino, por amor de Dios”. Después de aclarar el malentendido, Ozu le propuso a Nodoyuna rodar una película juntos protagonizada por Manolita. “Cerramos el trato en una whiskería”, explica innecesariamente Nodoyuna. El guión resultante, titulado tentativamente La Niña del Azafrán, narraba la odisea de Harry, un periodista americano que viaja a Madrid desoyendo los consejos del director de su magazine, que le asegura que nuestro país ha sido recientemente invadido por una tribu vecina. Nada más llegar, el periodista se siente subyugado por las costumbres españolas, como la de beber hasta caer inconsciente. En un tablao conoce a la renombrada bailaora Manolita Vargas, La Niña del Azafrán, que primero le tira un coñac a la cara y después le besa apasionadamente. Aturdido por el temperamento de la mujer española, el periodista propone a Manolita hacer un reportaje sobre el día a día de una artista del tablao. Manolita acepta, no sin antes tirarle otro coñac a la cara, éste con dos cubitos de hielo. El periodista tiene que vencer el recelo de la tía de ésta, que tiene una salud delicada y no ve con buenos ojos al americano.

TÍA: ¿Y de dónde dices que es el periodista ése?
MANOLITA: De… ¿de dónde me ha dicho? Es que habla muy mal el cristiano. (Haciendo memoria) De Chin… De Chin…
TÍA: ¿De China? No será de China. Mira que en cuanto lo vea aparecer lo echo de aquí a empujones…
MANOLITA: No, tía, de China no. De Chin… ¡De Chinchinati!
TÍA (removiendo la perola del potaje): Uy, de Chinchinati. Hay que ver los nombres tan raros les ponen los americanos a sus pueblos. Anda que aquí no hay nombres de pueblos bonitos, como Valdemorillo, o Navalagamella…

Por si fuera poco, el representante de Manolita, Pacorro Gámez, está perdidamente enamorado de la artista y no soporta que el americano la ronde.

PACORRO (agarrando a Manolita de ambos brazos): Anda, chata, dame un besito. ¡Que me tienes loco, Manolita!
MANOLITA: Suéltame, Pacorro, que me haces daño.
PACORRO: No seas tonta, mujer…
MANOLITA (liberándose de las garras de Pacorro): ¡Toma! (le suelta una galleta). Eso por fresco.
PACORRO: Manolita, mi Manolita. ¿Por qué no me quieres?
MANOLITA: Porque eres mezquino y ruin.
PACORRO: ¿Eso qué es? ¿Quién te ha enseñado esas palabras? ¿Tu novio el inglés?
MANOLITA (desairada): No es inglés, es americano. Y no es mi novio. Aunque no me importaría. Es mucho más hombre que tú.
PACORRO: ¿Ése, más hombre que yo? ¡Ja! ¡Donde esté el producto español, que se quite todo lo demás! ¡Que el otro día lo vi en la piscina, Manolita! ¡Que no tiene ni un pelo en la espalda!

En un intento de librarse del nuevo y molesto pretendiente, Pacorro lía a Harry para que debute como novillero en la Plaza de las Ventas, experiencia de la que se salva por los pelos y que da lugar a numerosos momentos cómicos. Después de un hilarante dúo musical entre Manolita y un peluquero mariquita y un paseo en sidecar por la Gran Vía a ritmo de dabadabadá, el mezquino Pacorro miente a Manolita sobre la enfermedad que padece su tía; Pacorro le asegura que la única forma de salvar la vida de la anciana es llevándola a un especialista americano. Para reunir el dinero necesario, el taimado representante le consigue a Manolita un bolo en Sebastopol, donde, al parecer, la bailaora es toda una celebridad. Manolita, con lágrimas en los ojos, se despide de Harry en el aeropuerto, no sin antes dedicarle la canción “Tu recuerdo me seguirá de aquí a Sebastopol”. Harry, desolado, echa mano de sus contactos en Estados Unidos y descubre que el pretendido especialista americano no es más que un camelo; además, la tía de Manolita empieza a encontrarse bastante mejor en cuanto le extirpan la vesícula y medio pulmón en la casa de socorro. Harry saca un billete de avión para Sebastopol, dispuesto a reencontrarse con Manolita. Cuando llega allí, nadie parece tener noticias de la bailaora. Harry empieza a desesperarse; cuando está a punto de darse por vencido, encuentra por casualidad a Manolita pidiendo limosna en la puerta de una iglesia y postrada en una silla de ruedas. Manolita le cuenta a su amado que había sufrido un terrible accidente de tráfico cuando se dirigía a realizar un espectáculo; Pacorro ha muerto en el siniestro, y Manolita ha perdido las dos piernas. Harry, conmovido, le dice a Manolita que la seguirá amando con o sin piernas; entonces aparece la Virgen de Fátima y le devuelve las piernas a la bailaora como premio por su bondad.
Reconozco que la historia se nos fue un poco de las manos al final”, confiesa Nodoyuna. “En un primer borrador del guión, la tía de Manolita se enteraba del accidente de su sobrina y moría del disgusto, pero sólo aparentemente. Cuando Manolita recuperaba las piernas, su tía volvía de la muerte y los médicos le diagnosticaban catalepsia”, revela Nodoyuna. “Fue idea del chino […] O, bueno, japonés; la verdad es que no me quedó muy claro. El Comité de Actividades Antiespañolas nos dijo que ni hablar, que en España no volvía de la muerte ni Dios. Que en Francia, que eran todos unos liberales apestosos y todo el mundo hacía lo que le daba la gana, vale, pero lo que era aquí…
La película se estrenó con el título definitivo de De Aquí a Estambul en el Cine Humedades de la capital española en sesión doble con la comedia El Hombre, Como el Oso. Al día siguiente, el exhibidor y propietario de la sala se declaró en quiebra por razones que se desconocen, pero que se intuyen.Tras este nuevo fiasco, Nodoyuna abandonó el cine y alcanzó un moderado éxito como empresario de puticlubs. Manolita Tocotó, al año siguiente de De Aquí a Estambul, se embarcó en una gira mundial que empezó en Ciudad de México y finalizó diez kilómetros a las afueras. Manolita sólo llegó a participar en una película más, El Karateca y la Cupletista (1974), de deprimente recuerdo. Por su parte, Hitano Ozu, enamorado de España, se cambió el nombre por el de Ozú Hitano y se quedó a vivir diez años en nuestro país hasta que una noche volvió a Tokio mostrando evidentes signos de intoxicación etílica.

martes, 5 de mayo de 2009

El autor y sus MEMEces

Pero, hombre; ¿aquí, delante de todo el mundo?
Estimados bandarras:
Mi amada Silderia me ha lanzado un MEME de esos que los llaman y con ello me ha brindado la oportunidad de escribir un post exento de mis habituales y jocosos chistes sobre boñigas, aunque intentaré colar alguno en cuanto vea la oportunidad para que la cosa no decaiga.
Para los que no estén familiarizados con el término ‘meme’, ahí os dejo la definición que he encontrado en la Wikipedia, para que luego digáis que en Un beso de buenas noches de mil demonios primamos los chistes sobre boñigas en detrimento del propósito pedagógico:

Mem (od gr. mimesis – naśladownictwo). W memetyce to nazwa jednostki ewolucji boñiga kulturowej, analogicznej do genu będącego jednostką ewolucji biologicznej. Termin został wprowadzony przez biologa Richarda Dawkinsa w książce Samolubny gen.

Ahora que ha quedado todo meridianamente claro, podemos pasar a las preguntas:

¿Un lugar para relajarme?
Cualquier sitio donde se vuelquen mesas y se lancen botellas. Mi club de ajedrez, por ejemplo.

¿Te echas la siesta?
Sólo una vez, en 1992. Desperté en un camión de ganado. Debo reconocer que la experiencia no satisfizo mis expectativas.

¿Quién ha sido la última persona a la que has abrazado?
A mi amada Silderia, para evitar que se liara a mamporros con la presidenta de la comunidad de vecinos. Y el pasado sábado a una farola, a la que confundí con un entrañable amigo.

¿La última cosa que has comprado?
Dos botellas de absenta y cinco gramos de farlopa. Y un desfibrilador, por si la fiesta se anima.

¿Qué escuchas ahora mismo?
“¡Yeraiiiiii, súbete a la acera, que te va a pillar un coche!” La vecina de al lado, deduzco. “¡Como baje p’abajo te vi’arrancar la cabeza!”, añade.

¿Tu estación favorita del año?
¿Sabéis esa en que, incluso si te sudan los pies un taco y se te escuecen las ingles, estás contento? ¿Verano, dices? Pues será.

¿Qué tienes en tu armario del baño?
Como bien aclara mi amada Silderia, no tenemos armarios en el baño. De hecho, no tenemos ni baño. No se me caen los anillos por mear desde el balcón. La orina revitaliza las plantas, refresca el asfalto, abrillanta los coches y regenera los folículos capilares.

Di algo de la persona que te pasó este meme.
Esperad, que la tengo aquí al lado.
-Cariño, ¿qué digo de ti?
-¿Dónde?
-En el meme este que me has pasado.
-Lo que me dices siempre: “Las estrellas, a tu lado, son una puta mierda”.
Pues eso, que las estrellas, a su lado, son una puta mierda.

Si pudieras tener una casa totalmente amueblada, gratis, en cualquier parte del mundo, ¿dónde te gustaría que estuviera?
En la luna, que para eso se la regalé a mi amada por su pasado cumpleaños. Yo me abrigo y a tomar por culo.

¿Lugar favorito de vacaciones?
La luna, nuevamente. Ya sé que en Marte hace más calorcito, pero no veas lo que hay que andar allí para comprar un kilo de nísperos.

¿Cómo tomas el café?
Con azúcar de sobre, así me imagino que es cicuta y que soy el objetivo de una pérfida conspiración en la corte de Luis XIV. ¿Cómo que eso no es normal?

¿Qué le pides a la vida?
Que me siga señalando con el dedo.

¿Qué echas de menos?
El Renacimiento. Estaba todo más barato.

¿Qué estás leyendo ahora mismo?
Hoy mismo me he terminado de leer un post-it que empecé la semana pasada, “Comprar leche”. Ahora estoy buscando otra obra del mismo autor, “Comprar cuchillas de afeitar”.

¿Cuál es tu comida favorita?
Las quiero a todas por igual. Bueno, entre vosotros y yo, la niña de mis ojos es el solomillo de buey a la piedra.

¿Vivirías tu vida de otra manera a como la vives ahora?
Si tuviera una segunda oportunidad, pasaría menos tiempo en el suelo y más encima de los muebles. Y todas las tardes me pondría un rato cabeza abajo, que es algo que he hecho muy poco en esta vida. Como todos, supongo.

¿Volverías a crear el blog?
Ya te digo. Sobre todo si lo borrara por accidente.

No podrías vivir sin…
Los órganos vitales. Ésa estaba tirada.

¿Con qué celebridad te identificas?
Con Jesucristo. Tengo entendido que, al igual que yo, él tampoco podía orinar cuando había gente a su alrededor. Entraba un apóstol en el baño preguntando “Eh, Jesús, ¿qué quieres de guarnición?” y se le cortaba la meada. Que sí, que lo contó San Mateo en no sé dónde.

¿Qué prenda (ropa, calzado o complemento) tienes en casa que tenga mucho valor sentimental para ti y explica por qué?
Pues no sé; la verdad es que no me visto muy a menudo. ¿Una mancha de Nocilla en el smoking es un complemento? Mmm, no sé… Cuando voy a alguna fiesta en el club de golf, suelo llevar conmigo un enano de jardín, para parecer el más interesante de los dos.

¿Cuál es tu color favorito?
El que vino del espacio. Combina con todo.

¿Cambiarías algo de ti mismo?
Hay momentos en que tengo problemas por culpa de mi doble personalidad, así que cualquier día de estos me lío a hostias y me quedo solo.

Un sueño…
Vez coherente una alguna escribir frase.

¿Cuál es tu olor o perfume favorito?
El verde.

¿Te consideras una persona positiva?
Una de mis personalidades opina que sí, la otra habla muy poco del tema.

¿Qué le pides a un amig@?
Que me diga si es hombre o mujer. La intolerable dictadura de la arroba me toca los cojones, vuesa merced.

¿Dónde tienes el corazón?
En un frasco.