martes, 27 de enero de 2015

El último pichatriste


Casi todos los especialistas menos unos pocos coinciden en que, de entre todos los poetas de ultimísima hornada, Georges Lastimere es quizá el que más grima da. Máximo exponente de la corriente conocida como pichatristismo, su tercer libro, Suicidémonos juntos, pero empieza tú, ha causado una auténtica conmoción en los círculos literarios europeos, la mayoría de los cuales se ha echado a la bebida después de que la Editorial Chienne et Fils anunciara una segunda edición. Esta colección de poemas en prosa de métrica beoda ofrece un nuevo recorrido por las obsesiones de Lastimere: la desesperación cotidiana (“Pues nada, aquí, en el fondo del abismo. ¿Y tú, qué tal?”),  los recuerdos de infancia (“Mami querida, suelta despacio ese soplete”), el desamor (“A solas con tu enfermedad venérea”), el bloqueo creativo (“ ”), entre otras no menos deprimentes. El Departamento de Estudios Poéticos y Mierdas de Esas de Un beso de buenas noches de mil demonios tiene la satisfacción de compartir con ustedes una de las creaciones contenidas en el citado libro, titulada “El Infierno es un restaurante italiano muy chungo”, en sospechosa traducción de nuestro colaborador Ganímedes Pisto, experto en Lenguas Vivas, Lenguas Muertas y Lenguas a las que les Quedan Dos Telediarios. Ah, se joden.

            La Muerte
            disfrazada de repartidor de pizzas
            pegó al portero electrónico
Su pedido, susurró con voz ominosa
A mí tú no me engañas
Tú eres la Muerte. ¡La Muerte!
Que no, hombre, que no, mintió ella.
Que le traigo una pizza
con un huevo frito en medio,
como a usted le gusta
¿Tiene aceitunas negras?
Porque si tiene aceitunas negras
la devuelvo
Espere, que lo compruebo…
Aaaah, mierda
No la quiero
Pero, hombre, dijo la Muerte,
Quítele las aceitunas
y a tomar por culo
Ni hablar
Que aunque se las quite
dejan el regustillo
Joder, que tío tan delicado
¡Ya voy, Juliette! ¡Ya voy!
¿Está hablando conmigo?
Con mi mujer…
¡Coño, Juliette!
¡Que no es uno de mis amigotes!
¡Es la Muerte, que me quiere llevar con ella!
¡La Muerte!
Oiga, no tengo toda la noche…
¿Cómo que no vuelva tarde?
¿Adónde crees que vamos?
¿A jugar al chinchón?
¡Es la Muerte, Juliette!
Quiere que la acompañe
a ese lugar
del que nadie vuelve jamás
¡No, no me estoy refiriendo a Perpignan!
¡Golfa!
¿Quiere las alitas de pollo, al menos?
¡No! ¡Aléjate!
Vuelve con tu guadaña y tus alitas de pollo
bañadas en sabrosa salsa barbacoa
a la ciénaga a la que perteneces,
bestia inmunda
Sus muertos, oiga
¿Mis muertos?
¿Acaso tienen un mensaje para mí?
¡Habla, Muerte, habla!
¿Qué desean decirme mis ancestros desde el Otro Lado?
Que le folle un pez
¡Oh, aciago, enigmático mensaje,
que trae a mi mente fatídicos augurios
y la molesta imagen de dos atunes
entregados al carnal refocile!
Quizá necesite dos vidas
para descifrarlo
¿Qué más, Muerte?
¡Yo necesito saber!
¿Muerte?
¿Muerte?
¿Qué es lo que oigo, Muerte?
¿Son las tenebrosas voces de mis antepasados,
que reclaman mi presencia desde el Otro Lado?
¿O eres tú arrancando un ciclomotor?
            Eh… ¿Muerte?