miércoles, 11 de junio de 2014

El Plan B del demonio inexperto


           Para impresionar a su jefe, el miembro más joven de las huestes infernales (a quién llamaremos “Andrés” para proteger su verdadera identidad) se propuso poseer un cuerpo mortal antes del mediodía. No tenía ninguna experiencia en el tema y, descartando los objetivos habituales de tales menesteres, niñas de doce años y sacerdotes en plena crisis de fe, se decidió por un mendigo notoriamente conocido en el barrio por su obcecado desapego a eso que la mayoría de sus conciudadanos había convenido en llamar “realidad”. Podríamos decir que durante los primeros días la empresa se saldó con un fracaso absoluto; el mendigo en cuestión ya se convulsionaba y vomitaba bilis con bastante eficacia sin ayuda de ningún demonio poseedor. Por otro lado, las costras y escarificaciones que empezaron a adornar su ya demacrado rostro fueron tomadas por sus respetables vecinos como señales inequívocas de lepra o de peste negra. Andrés cayó en la cuenta de que sus diabluras estaban pasando bastante desapercibidas tanto en este mundo como en el de abajo, así que el sexto día resolvió cambiar de táctica: Condujo el cuerpo poseído del mendigo hacia una cabina de teléfonos, aclaró dentro lo humanamente posible el timbre aguardentoso de su voz, marcó el número de un importante periódico que apoyaba al partido político en la oposición y, con una dignidad inusitada en un hombre que cinco minutos antes estaba buscando comida en la basura, se expresó con estas palabras:
            -Señores, tengo en mi poder una información confidencial referida al presidente de la nación que puede resultarles de sumo interés.
            A partir de ese momento, el ascenso del joven demonio fue fulgurante.

2 comentarios:

Elvis dijo...

Hizo bien en llamarse Andrés... Por aquello del interés. Bastante fiel a la realidad.
Saludos.

sangreybesos dijo...

Gracias, Elvis. "Reflejando la realidad con un espejo que no conoce el Cristasol", podría ser el lema de este blogarito. ¡Un saludo!