lunes, 9 de junio de 2014

Postales desde la tasca de enfrente (No, la de al lado de la farmacia, no. La que hace esquina. Esa.)

Estimados aficionados al abuso de la absenta y a la consiguiente inflamación del alma:
El Departamento de Bellas Artes, Artes que No Están Mal, Artes por Llamarlas de Alguna Manera y Artes que Estarían Mejor con una Bolsa en la Cabeza de Un beso de buenas noches de mil demonios tiene el privilegio de ofrecerles una selección de fotomontajes pertenecientes a la exposición Postales desde la tasca de enfrente (No, la de al lado de la farmacia, no. La que hace esquina. Esa.), del artista italiano Giancarlo Pelucci. Pelucci, de setenta y dos años, ha sido nombrado recientemente "Artista Emergente Más Viejo del Año" por la prestigiosa revista Harticultura, dedicada a las disciplinas creativas realizadas con productos de la huerta. "En mi primera época utilizaba un manojo de cebollinos a modo de pincel", revela Pelucci en una entrevista incluida en la citada publicación. "Tenía doce años, y eran unos cuadros un tanto naif, me temo. Realicé toda una serie dedicada a la masturbación; se podría decir que era mi tema recurrente en aquella época. De estilo abstracto, naturalmente. No quería que mi madre se diera cuenta". Y continua: "Mi madre hacía los mejores linguini del mundo, pero, gracias a Dios, no se le daba bien captar el subtexto de una obra artística. Un día, ante uno de mis cuadros, me preguntó si le había puesto título. Le respondí que se llamaba El primer día de primavera, lo cual no era del todo cierto. El título completo era Este soy yo, acariciándome la pirola el primer día de primavera". En otra parte de la entrevista, un poco más abajo y a la izquierda, el artista relata que, "Un crítico de arte amigo de la familia accedió a echar un vistazo a mis cuadros a petición de mi padre. Fue entonces cuando recibí mi primera alabanza; el tipo dijo que mi obra dejaba vislumbrar una sensibilidad poco frecuente en un niño de tan corta edad.  Una hora después cambió súbitamente de opinión, cuando descubrió que le había introducido una rata muerta en un bolsillo del gabán". Pelucci pasó su infancia y adolescencia en Florencia, y la mayor parte de su vida adulta en la cárcel. "He de reconocer que nunca he sido un gran entendido en arte. Solía frecuentar la Galería Ufizzi en mi juventud, sobre todo para comprobar qué cuadros estaban torcidos. Cierto día me encontraba delante de El Nacimiento de Venus, de Botticelli, y después de contemplarlo durante media hora larga, llegué a la conclusión de que algún imbécil lo había colgado mal. Como no encontré cerca a ningún empleado del museo, decidí corregir el ángulo yo mismo, con tan mala fortuna que el cuadro se me vino encima y el lienzo se rasgó. Allí estaba yo, con la cabeza asomando a través de una de las grandes obras maestras de la pintura del siglo XV", recuerda Pelucci, abochornado. "Los carabinieri fueron muy desagradables conmigo. Me dijeron cosas del tipo '¿Qué, querías verle de cerca la concha a la Venus?'. Muy deprimente todo". Durante su larga estancia en prisión, Pelucci se mantuvo alejado del arte. "Yo quería olvidar todo ese mundo, pero no me fue fácil, sobre todo al principio", afirma. "Dentro de la cárcel encontré demasiadas tentaciones, y algunos de mis compañeros eran muy crueles. Había uno que solía acercarse a mí en le patio y decirme, 'Eh, Pelucci, ¿por qué no echas un vistazo a estos grabados de Goya? Son unos facsímiles muy buenos. Venga, hombre, si lo estás deseando. ¿Qué puede pasar?'. Afortunadamente, con el paso de los años dejé atrás mi pasado. Como todo el mundo, por otra parte", dice suspirando. "La llama del arte se volvió a reavivar en mi interior mucho tiempo después, cuando asistí a un curso de Windows que me impuso mi agente de la condicional", afirma el artista con un brillo de satisfacción detrás de las legañas. "Los fotomontajes me han ofrecido una nueva forma de expresar mis inquietudes artísticas. Mis viejas manos están demasiado entumecidas para agarrar con firmeza un manojo de cebollinos". Los textos de las obras que hemos seleccionado para ustedes han sido adaptados al castellano muy libremente por nuestro colaborador Ganímedes Pisto, que, aunque está especializado en ruso, posee algunas nociones de italiano, debido a que una vez fue increpado por el chef de una trattoria por atreverse a criticar la textura de su salsa boloñesa.








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