jueves, 19 de junio de 2014

¡¡El Agente 0’05 llama a su mujer desde Estambul!!


INT. HABITACIÓN DE HOTEL. DÍA.
Una elegante habitación de hotel, preparada para recibir a un nuevo huésped. El inodoro está precintado, aunque nosotros no lo podemos ver; crean en nuestra palabra. Se abre la puerta y entra ¡CEROCOMACEROCINCO, el más discreto de los agentes del Servicio Secreto! El agente arrastra sus maleta con ruedas hasta el centro de la habitación y suelta su chaqueta sobre la cama. Tiene la camisa empapada de sudor y se nota que se acaba de aflojar la corbata en el ascensor. Se dirige hacia el teléfono y marca un número. La línea suena unos segundos hasta que alguien descuelga al otro lado.

ANGIE (off): Residencia del agente secreto Cerocomacerocinco y su esposa Angustias Míguez.
CEROCOMACEROCINCO: Angie, soy tu marido. ¿Te has parado a estudiar con detenimiento alguna vez el nombre de mi profesión? “Agente secreto”. La clave está en la palabra “secreto”.
ANGIE (off): Ay, hijo, perdóname por ir por ahí presumiendo de ti. ¿Qué quieres que le diga a la gente que eres? ¿Agricultor?
CEROCOMACEROCINCO: Funcionario. Ya lo hablamos la última vez.
ANGIE (off): Eso ya se lo dije el mes pasado a la Ramona, la de la frutería. ¿Te lo conté? Creo que te lo conté. Y la Ramona dijo, “¿Qué clase de funcionario? Porque hay muchas clases de funcionarios: Policías, médicos, maestros, esos que repintan los pasos de cebra y le cambian las bombillas a las farolas…”. Me puse nerviosa y le dije que de esos últimos. Ahora todo el barrio cree que te dedicas a repintar pasos de cebra y a cambiar las bombillas de las farolas. Y me da mucha rabia, por eso al teléfono digo tu verdadera profesión. Lo malo es cuando estás de viaje. Hace dos semanas, cuando atrapaste a ese líder terrorista, ¿te acuerdas? Virtudes la del quinto vino a cobrar la comunidad y me preguntó por ti. “Está repintando pasos de cebra en Kazajistán”, le tuve que decir. Ahí estuve rápida; le conté que formabas parte de un tratado internacional de intercambio de repintores de pasos de cebra. ¿Se dice “repintores” o “repintadores”? Porque si el que pinta es un pintor, y no un pintador, el que repinta será un repintor, vamos, digo yo.
CEROCOMACEROCINCO (masajeándose con dos dedos el tabique nasal): Angie, mira, acabo de llegar al hotel…
ANGIE (off): ¿Qué tiempo hace en Estambul?
CEROCOMACEROCINCO: Mucho calor. Estoy chorreando de sudor. Oye…
ANGIE (off): Ahora te quitas los zapatos y metes los pies en agua con sal, que si no se te hinchan que da susto verlos. ¿Tienen bidés en Estambul?
CEROCOMACEROCINCO: Cariño, ¿me quieres escuchar?
ANGIE (off): Ay, hijo, qué ciezo te pones. Dime.
CEROCOMACEROCINCO: Mira a ver si me he dejado el cargador del móvil en la mesita de noche.
ANGIE (off): ¿El del móvil tuyo o el del trabajo?
CEROCOMACEROCINCO: El del trabajo. No he mirado en la maleta, pero me da la impresión de que se me ha olvidado meterlo.
ANGIE (off): Espera que lo mire, que tengo el ilalámbrico… ilarámbrico…
CEROCOMACEROCINCO: Inalámbrico.
ANGIE (off): Iralámbrico.
CEROCOMACEROCINCO: I-na-lám…
ANGIE (off): Ah, mira, sí, aquí está. Te lo has dejado aquí, sí.
CEROCOMACEROCINCO: Mierda.
ANGIE (off): ¿Te hace mucha falta?
CEROCOMACEROCINCO: Pues claro que me hace mucha falta.
ANGIE (off): ¿Y no le sirve el cargador de tu móvil?
CEROCOMACEROCINCO: No, no le sirve. El móvil de empresa es un nuevo modelo de prueba desarrollado por nuestro Departamento de I+D+i.
ANGIE (off): ¿Y el italiano ese no te puede mandar otro cargador por correo certificado?
CEROCOMACEROCINCO: ¿Qué italiano?
ANGIE (off): El italiano ese del departamento. ¿Cómo has dicho que se llama? ¿Ildemassi?
CEROCOMACEROCINCO: ¡Qué Ildemassi ni qué cojones! ¡Yo he dicho Departamento de I-más-De-más-i!
ANGIE (off): ¿Y eso qué es?
CEROCOMACEROCINCO: Pues… (Suspira) El laboratorio.
ANGIE (off): Los que construyen los cacharritos.
CEROCOMACEROCINCO: Equilicuá.
ANGIE (off): Pues vaya plan. Y, oye, ¿el móvil tuyo no te hace el avío?
CEROCOMACEROCINCO: Pero cómo me va a hacer el avío, mujer. Si el móvil de empresa tiene rayos X, infrarrojos, ultravioleta, láser…
ANGIE (off): Uy, el láser; no me lo recuerdes.
CEROCOMACEROCINCO: ¿Qué pasa?
ANGIE (off): No te lo iba a contar, pero es que me cuesta mucho guardar un secreto.
CEROCOMACEROCINCO: No me jodas.
ANGIE (off): El otro día te cogí el móvil del trabajo para llamar a mi madre.
CEROCOMACEROCINCO: ¿Qué?
ANGIE (off): La batería del mío se estaba cargando, y cogí el tuyo. Salí a hablar al balcón, ¿sabes? Para fumarme un cigarrito, porque como no te gusta que la casa huela a tabaco…
CEROCOMACEROCINCO: Abrevia, Angie.
ANGIE (off): Total, que cuando terminé de hablar con mi madre fui a colgar, y no sé a qué le di, que le pegué fuego al toldo.
CEROCOMACEROCINCO: ¡Me dijiste que había sido un tío con una bengala!
ANGIE (off): No. Fui yo con el láser. Perdona, Cerocoma.
CEROCOMACEROCINCO (se pasa la mano por la cara): Bueno, no pasa nada. Lo hecho, hecho está. Pero no vuelvas a toquetear mí móvil de empresa, ¿de acuerdo? Es un arma ultratecnológica peligrosísima.
ANGIE (off): Te juro que yo no he estado toqueteando el móvil. Solo aquella vez del toldo. Y, bueno, cuando me descargué la aplicación esa que suena como un pedo.
CEROCOMACEROCINCO: ¡¿Fuiste tú?!
ANGIE (off): Uy, qué alto se te escucha ahora.
CEROCOMACEROCINCO: ¡No se me escucha alto! ¡Estoy gritando!
ANGIE (off): ¿No te hizo gracia?
CEROCOMACEROCINCO: ¡Uy, una gracia que te cagas! Estaba intentando pillar a un importante traficante de armas cerrando un trato con un político corrupto y, en vez de una foto acusadora, les tiré un cuesco. No veas qué risa.
ANGIE (off): ¿Estás disgustado?
CEROCOMACEROCINCO (suspira): No, no estoy disgustado… Bueno, sí estoy disgustado, pero no por lo del toldo, ni porque me hayan prohibido la entrada a la Embajada de Ruanda por culpa del puto pedo. Es por mi mala cabeza. Necesito el móvil para infiltrarme en la guarida secreta de Octavius Starkweather.
ANGIE (off): ¿Ese quién es?
CEROCOMACEROCINCO: Octavius Starkweather. Mi archienemigo. Te he hablado de él cientos de veces.
ANGIE (off): ¿Ese que es calvo?
CEROCOMACEROCINCO: El calvo, sí.
ANGIE (off): ¿Y por qué no te compras un mono?
CEROCOMACEROCINCO: Angie, ¿te has vuelto loca, o estás manteniendo una conversación paralela con un organillero?
ANGIE (off): No me has entendido; me refiero a un mono de trabajo. Te compras un mono, te plantas en la guarida secreta, y les dices a los guardas que vienes a cambiarles las bombillas. Cómprate también si eso un bigote postizo, para que no te reconozcan. Se me acaba de ocurrir.
CEROCOMACEROCINCO: Sí, como estratega te vamos a contratar en el Servicio Secreto, no te jode.
ANGIE (off): Ay, hijo, es que nunca estás conforme con nada. Te he metido el pijama de algodón en la maleta, ¿lo has visto? Como, según tú, el de franela te da picores…
CEROCOMACEROCINCO: Sí, bien, mira, Angie, te llamo luego, ¿vale? Voy a deshacer el equipaje, meterme en la ducha, y después voy a llamar a Arbogast, que se va a poner hecho un verraco cuando le cuente lo del cargador.
ANGIE (off): Bueno, cena ligerito, ¿eh? Y nada de martinis con vodka, que al principio muy bien, pero luego te sientan como un tiro.

4 comentarios:

Elvis dijo...

jajajaja, si es que las mujeres se tienen que meter en todo para complicarlo aún más...
Saludos.

sangreybesos dijo...

Mira que le tiene dicho que deje en paz las armas ultratecnológicas peligrosísimas, pues nada...

Victoria dijo...

Que bueno!!!

Jamaz me perdia un episodio de ellos!!!Me hacian reir mucho...Eran muy buenos

Gracias por compartir
Abrazos

sangreybesos dijo...

Victoria: ¡Gracias a ti por seguir nuestras alegres peripecias, caramba!