miércoles, 23 de abril de 2008

Cómo chuparle los dedos de los pies a alguien sin que se dé cuenta

-¿En serio vas a seguir adelante con esa gilipollez?
-Prometí que lo hacía, y por mis santos cojones que lo hago.
Estimados guarreras:
Chuparle los dedos de los pies a alguien. ¿Se supone que es uno de los grandes placeres de la vida, o qué? Guardo una duda razonable al respecto, pero no estamos aquí para juzgar las aficiones de nadie. Como bien sabéis los tres o cuatro que seguís mis andanzas, en Un beso de buenas noches de mil demonios sólo estamos interesados en dos cosas: la verdad y la humillación pública.

-Mmm, señorita, borre eso de la humillación pública. A lo mejor queda un poco agresivo.
-Muy bien, señor.
-¿Lo ha borrado, señorita?
-Sí, señor.
-Esto, señorita, es consciente de que no sé leer, ¿cierto? Quiero decir, no se aprovechará de este hecho para incluir en mis post las morcillas que suelto a vuelapluma, ¿verdad?
-Pero qué cosas dice, señor.
-Bien, bien. No me gustaría quedar como un soplapollas delante de mis lectores. Que serán tres o cuatro, pero tres o cuatro con gran influencia en la esfera política y social.

Chuparle los dedos de los pies al alguien. Como dijo un gran pensador, ¿qué tiene de guay? Para averiguarlo, nuestro Departamento de Investigaciones sobre Esto y Aquello ha puesto en marcha un experimento pionero en este apasionante campo. Han leído bien; he dicho 'apasionante'. Porque habrá alguien que lo encuentre apasionante. Hay cada pirado en el mundo que no veas.

-Señorita, borre esa última frase. Parece que me desdigo continuamente.
-Borrada, señor.
Para ello, hemos seleccionado un Sujeto A y una Sujeta B y los hemos puesto en el tema.
A (metiéndose en la boca el pulgar del pie derecho de B): ¡Slurp!
B (lasciva): Te gusta, ¿eh?
A: Yo es que a esto no le veo la gracia, qué quiere que le diga.
Investigador (videocámara en mano): Pero hombre, ponga más ímpetu.
A: Oiga, después me pasará una copia de esto, ¿verdad?
Investigador: Usted escriba mañana "Fetichista de los pies" en Youtube.
A: Yo de esas cosas no entiendo. Me lo graba en una cinta y a tomar por culo.
Investigador: Que sí, hombre, que sí. Prosiga, por favor.
A: ¡Slurp!
B: Pero no seas tímido, tigre. Ponle más pasión.
A: ¡Slurp, slurp!
B: Eso está mejor. Y ahora, ¿te caben todos los dedos?
A: ¡SLURP! ¡Uargh!
B: Pero, hombre, ¿qué te ha pasado?
A: Disculpe, señora, es que me ha dado una arcada.
Investigador: Menuda mierda nos está saliendo.

-Corta la última frase del Investigador. Creo que puede empañar el resultado final.
-Como usted diga, jefe.

Como se ve, el experimento fue un éxito, y nos ayudó a comprender el avasallador regocigo que sienten algunas personas al chuparle los dedos de los pies a otras personas. A pesar de todo, nos dejó a todos los que participamos con mal sabor de boca. Sobre todo al Sujeto A. Porque chuparle los dedos de los pies a otro puede resultar muy satisfactorio, para el que le guste, vamos, pero, ¿cómo hacerlo sin que se den cuenta?
Para empezar, ¿por qué querría alguien chuparle los dedos de los pies a otro alguien sin que este último alguien se diera cuenta? Es un misterio. Pero la pregunta está ahí. Y merece ser contestada. Aunque a nosotros, particularmente, nos la trae al fresco. Nosotros sólo decimos cómo hacerlo. Las razones que tenga cada uno para hacerlo pertenece a la intimidad de las personas. Y, como dijimos más arriba, nosotros no juzgamos; contamos la verdad. Y humillamos públicamente.

-No, no; señorita, borre eso último. No quiero exponerme a una mala crítica.
-Borrado, señor.
-Gracias. Ya veo más cerca el Pulitzer.

Sólo diremos que, en fin, querer chuparle los dedos de los pies a alguien sin que se dé cuenta, bueno, es raro. No, no, por favor; no creáis que tenemos prejuicios contra ello, sucios bastardos.
-Señor, ¿quito lo de 'sucios bastardos'?
-No. ¿Por qué? Es sólo un apelativo cariñoso.

Por nuestra experiencia, debemos decir que los lugares públicos no son un buen sitio para poner en práctica el asunto. El porqué es un tema que trae de cabeza a psicólogos, científicos y pervertidos en general de todas las épocas. Según un informe del Departamento de Podología de la Universidad de Wisconsin, "Sólo un 0'0000000000001% de la población mundial toma como una conducta aceptable que un desconocido le chupe los dedos de los pies en la playa por la puta cara". ¿Por qué son tan susceptibles las personas descalzas? El citado informe aventura la arriegada hipótesis por la cuál una persona descalza está de peor hostia que una persona en chanclas. En palabras de los propios investigadores, "Una persona descalza está de peor hostia que una persona en chanclas (A barefoot person is of worse wafer than a person in chanclas)". Y, me atrevo añadir, no es sólo que la falta de calzado le agrie el humor a uno, es que encontrar a un desconocido lamiéndote los dedos de los pies le quita las ganas de vivir a cualquiera. Yo es que lo veo y me descompongo. Que no lo criticamos, ojo, pero como te vea alguna vez reptando hacia mis pies en la playa, te juro que te tiro la barbacoa en la espalda.
Si descartamos a los desconocidos en los lugares públicos, ¿qué nos queda? El círculo de confianza, naturalmente. En estado de letargo, preferiblemente. Donde, todo hay que decirlo, las opciones también son reducidas. Porque chuparle los dedos de los pies a un tío que no conoces de nada es raro, pero chupárselos a tu padre debería tener cárcel. La mejor opción es tu pareja, receptora, a veces inconsciente, de tantos y tantos vicios inconfesables. Nuestra recomendación es que lo intentes a altas horas de la madrugada, cuando el sueño es más profundo. Nunca, repetimos, nunca lo pruebes con el alba, porque corres el riesgo de que la saliva no se seque lo suficientemente rápido, y a nadie le gusta despertar con la desagradable, y más frecuente de lo que se piensa, sensación de tener los pies húmedos. Otro caso diferente es, por supuesto, que tu pareja y tú desarrolléis la práctica como si de cualquier otro jueguecito erótico se tratase: "Yo me hago la dormida, tú me chupas los dedos de los pies, yo hago amago de despertarme...", fantasía que puede resultar tan excitante como aquella de dejar a tu mujer en el polígono, dar una vuelta con el coche y volver a recogerla como si fuera una prostituta. He dicho.

-Milord.
-¿Sí, Jean-Claude?
-Acaba de recibir una invitación de la Asociación de Amigos de los Pies. Al parecer su post les ha dejado muy impresionados y les gustaría brindarle un homenaje y ofrecerle una ponencia durante su Convención Anual.
-Mmm, no sé. Jean-Claude, ¿habrá barra libre?
-Sí, señor. Han insistido en que le comunique que podrá chupar todos los dedos de los pies que quiera.

4 comentarios:

Silderia dijo...

Por si no los sabías, eso es un fetichismo innato de todos y cada uno de los componentes de esta sociedad, unos pies bonitos y bien cuidados despiertan más potencia sexual que el mirar fijamente las tetas de una pechugona y un buen masaje, con un poco de crema y subiendo suavemente por el muslo..... Uh! no quiero ni pensarlo bueno, bueno, lo dicho, esto es solo un comentario.

Un beso de buenas noches de mil denomios

Rocío. dijo...

jajajajajaaaaaaaaaaaaaa......... me llevo riendo tres minutos seguidos sin poder parar!!!!!!!!!!! cómo se te ocurren estas cosas infelíz???? jajajajajjaaj me parto ....
sólo puedo añadir:
jajajajajajaja
jajajajajajajaj
jajajajajaaaaaaaaaaaaaa
(con lagrimillas en los ojos, mi vecino creo que está asustado pensando que el jocker se ha apoderado de la vecina de abajo!!)

un beso!!!!!!

pd. Slurp??? siempre has sido el put amo con los efectos especiales!!!!!!!!!! jajajajaja

Rocío. dijo...

Y cuando digo siempre, quiero decir toda la vida...
Eres un mostro tío. está todo grabao...!
muás!

sangreybesos dijo...

Lo he visto. ¡Lo grabaste todo con mi cámara!