Estimados pichilanguis:
Me comentaba ayer mi amada Silderia que la noche anterior había estado viendo en el Canal Odisea un documental sobre la relación entre el sexo y la comida, perteneciente a una serie sobre alimentación. Entre otros gozosos descubrimientos, como que al parecer no había mejor afrodisíaco en el mundo que una buena chuleta con un viaje de papas, me llamó la atención sobremanera el hecho de que el sabor de los alimentos pasara al semen. Así que he puesto a trabajar al recién creado Departamento de Investigaciones sobre Esto y Aquello de Un beso de buenas noches de mil demonios, con el fin de contrastar la información arrojada por el citado documental y de paso echarnos unas risas. Para ello, hemos seleccionado a un Sujeto A, que dos horas antes del experimento se ha jincado un menú previamente pactado, y una Sujeta B, una consumada felatriz de la categoría de Jeanna Fine y además afamada enóloga, aptitudes que nos han incitado a la creación del término semenóloga, palabra de la que estábamos muy satisfechos hasta que el camarero nos dijo que era una chorrada y nos dio el bajón. A continuación os presentamos en exclusiva los resultados de nuestro rompedor estudio.
B: Muy bien, cariño, concéntrate.
A: Es difícil con este tipo mirándome. ¿No debería estar detrás de una mampara o algo?
Investigador (sentado en una silla a escasa distancia de los Sujetos A y B): Usted a lo suyo.
A: ¿Y me tiene que grabar, oiga?
Investigador (carraspea): Sí, estooooo... es esencial para, ya sabe, ejem, el estudio de los resultados del experimento.
A: Como mañana vea esto colgado en Internet, vuelvo y le meto fuego al chiringuito.
B: Tú como si no estuviera, cariño. Anda, apunta al interior de la copa de vino.
A (dándole a la matraca): ¡Buf! A ver si se cree que soy el puto Orzowei. Ya podía haber cogido un bol de cereales para recoger el... la muestra.
B: Qué poco glamur, cariño.
A: No, si a mí me encanta el cristal de bohemia. Lo que digo es no sé si voy a ser capaz de acertar en el blanco. ¡Buf, buf!
B (motivada): Te gusta, ¿eh, cabrón?
A: ¡Pero oiga, señora!
B: Disculpa. Pensé que te iba el rollo duro.
A: Yo soy más bien de los románticos. Y, digo yo, a lo mejor es un atrevimiento, pero ¿no podría usted... ya sabe... poner algo de su parte?
B: ¡GLOMPFS!
A (tenso): Hombre, yo me refería a que podría decirme cosas bonitas al oído. No hacía falta que se la metiera en la boca, buena mujer. ¡Buf! ¿Le puedo decir que la fela usted muy bien? ¡Buf! Aparte, señora, que me voy. Ya sigo yo a partir de aquí.
B: Apunta a la copa, apunta a la copa...
A: ¡ÑIAAAAAAUAUAUAUAUAAAAARRRRGGH!
Investigador: ¡Joder! ¡Joder! ¡Hala, el traje de pana a la tintorería!
B: Que eyaculación tan violenta.
A: ¿Qué esperaba? Llevo más de un mes reservándome para este experimento.
Como puede observarse, la primera tentativa fue un fracaso, pero no nos desanimamos. Ya con el Sujeto A más relajado, el segundo intento resultó como sigue:
B: ¡GLOMPFS!
A: Hala, hala, lo de esta mujer es puro vicio. Disculpe, si pudiera usted evitar mordisquearme el prepucio... Eso está mejor. ¡Buf, buf!
Investigador (grabando por encima del hombro del Sujeto A): Así, así, hasta el fondo...
A: ¡Pero, oiga! ¿Le importaría mantener una postura imparcial en todo este asunto?
Investigador: Es que es usted de un soso que no veas, caballero.
A: Coloque la copa, señora. Aunque no sé yo si sería mejor que lo tomara a granel.
B: Venga, tú puedes, campeón.
A: ¡Ñaca!
B: ¿Ves? Ha caído casi todo dentro de la copa, y el resto en tus mocasines.
A: ¡Me cago en mi puta calavera!
Investigador: ¿Y bien?
B (alzando la copa y paladeando un poco del, ejem, producto): Um, tiene un ligero aroma estofado.
Investigador: El guisadillo que se ha tomado de primero.
B (después de otro sorbito): Tiene mucho cuerpo, sin duda. Has comido carne, ¿verdad?
A: Un chuletón de buey que no se lo salta un gitano.
B: Ajá. Y deja como un regusto picante...
Investigador: Se ha puesto morado de jalapeños y de chile con carne.
B: Y postre, a ver... (se mete otro lingotazo entre pecho y espalda) ...un yogur con bífidus.
A: Coño, que precisión.
B: Y un capuchino. Con dos de azúcar y tres churritos.
Investigador: Extraordinario, extraordinario. Ahora, si no te importa arrodillarte (abriéndose la bragueta)... te aseguro que no has probado unas torrijas como estas en tu vida.
Me comentaba ayer mi amada Silderia que la noche anterior había estado viendo en el Canal Odisea un documental sobre la relación entre el sexo y la comida, perteneciente a una serie sobre alimentación. Entre otros gozosos descubrimientos, como que al parecer no había mejor afrodisíaco en el mundo que una buena chuleta con un viaje de papas, me llamó la atención sobremanera el hecho de que el sabor de los alimentos pasara al semen. Así que he puesto a trabajar al recién creado Departamento de Investigaciones sobre Esto y Aquello de Un beso de buenas noches de mil demonios, con el fin de contrastar la información arrojada por el citado documental y de paso echarnos unas risas. Para ello, hemos seleccionado a un Sujeto A, que dos horas antes del experimento se ha jincado un menú previamente pactado, y una Sujeta B, una consumada felatriz de la categoría de Jeanna Fine y además afamada enóloga, aptitudes que nos han incitado a la creación del término semenóloga, palabra de la que estábamos muy satisfechos hasta que el camarero nos dijo que era una chorrada y nos dio el bajón. A continuación os presentamos en exclusiva los resultados de nuestro rompedor estudio.
B: Muy bien, cariño, concéntrate.
A: Es difícil con este tipo mirándome. ¿No debería estar detrás de una mampara o algo?
Investigador (sentado en una silla a escasa distancia de los Sujetos A y B): Usted a lo suyo.
A: ¿Y me tiene que grabar, oiga?
Investigador (carraspea): Sí, estooooo... es esencial para, ya sabe, ejem, el estudio de los resultados del experimento.
A: Como mañana vea esto colgado en Internet, vuelvo y le meto fuego al chiringuito.
B: Tú como si no estuviera, cariño. Anda, apunta al interior de la copa de vino.
A (dándole a la matraca): ¡Buf! A ver si se cree que soy el puto Orzowei. Ya podía haber cogido un bol de cereales para recoger el... la muestra.
B: Qué poco glamur, cariño.
A: No, si a mí me encanta el cristal de bohemia. Lo que digo es no sé si voy a ser capaz de acertar en el blanco. ¡Buf, buf!
B (motivada): Te gusta, ¿eh, cabrón?
A: ¡Pero oiga, señora!
B: Disculpa. Pensé que te iba el rollo duro.
A: Yo soy más bien de los románticos. Y, digo yo, a lo mejor es un atrevimiento, pero ¿no podría usted... ya sabe... poner algo de su parte?
B: ¡GLOMPFS!
A (tenso): Hombre, yo me refería a que podría decirme cosas bonitas al oído. No hacía falta que se la metiera en la boca, buena mujer. ¡Buf! ¿Le puedo decir que la fela usted muy bien? ¡Buf! Aparte, señora, que me voy. Ya sigo yo a partir de aquí.
B: Apunta a la copa, apunta a la copa...
A: ¡ÑIAAAAAAUAUAUAUAUAAAAARRRRGGH!
Investigador: ¡Joder! ¡Joder! ¡Hala, el traje de pana a la tintorería!
B: Que eyaculación tan violenta.
A: ¿Qué esperaba? Llevo más de un mes reservándome para este experimento.
Como puede observarse, la primera tentativa fue un fracaso, pero no nos desanimamos. Ya con el Sujeto A más relajado, el segundo intento resultó como sigue:
B: ¡GLOMPFS!
A: Hala, hala, lo de esta mujer es puro vicio. Disculpe, si pudiera usted evitar mordisquearme el prepucio... Eso está mejor. ¡Buf, buf!
Investigador (grabando por encima del hombro del Sujeto A): Así, así, hasta el fondo...
A: ¡Pero, oiga! ¿Le importaría mantener una postura imparcial en todo este asunto?
Investigador: Es que es usted de un soso que no veas, caballero.
A: Coloque la copa, señora. Aunque no sé yo si sería mejor que lo tomara a granel.
B: Venga, tú puedes, campeón.
A: ¡Ñaca!
B: ¿Ves? Ha caído casi todo dentro de la copa, y el resto en tus mocasines.
A: ¡Me cago en mi puta calavera!
Investigador: ¿Y bien?
B (alzando la copa y paladeando un poco del, ejem, producto): Um, tiene un ligero aroma estofado.
Investigador: El guisadillo que se ha tomado de primero.
B (después de otro sorbito): Tiene mucho cuerpo, sin duda. Has comido carne, ¿verdad?
A: Un chuletón de buey que no se lo salta un gitano.
B: Ajá. Y deja como un regusto picante...
Investigador: Se ha puesto morado de jalapeños y de chile con carne.
B: Y postre, a ver... (se mete otro lingotazo entre pecho y espalda) ...un yogur con bífidus.
A: Coño, que precisión.
B: Y un capuchino. Con dos de azúcar y tres churritos.
Investigador: Extraordinario, extraordinario. Ahora, si no te importa arrodillarte (abriéndose la bragueta)... te aseguro que no has probado unas torrijas como estas en tu vida.
5 comentarios:
Esta muy gracioso, pero he quedado como una friky de los documentales. Que, aunque así sea, no tienes porqué irlo diciendo, con que me gusta la ciencia y los nuevos experimentos que realizan es suficiente ¿no crees?
En el siguiente reportaje, dado en la página de silderia, la teoría entre el sexo y los beneficios para la salud.
Tendré que ir con un tupper de macarrones boloñesa la próxima vez que salga a pillar. YA ERA HORA.
¿Tupper de macarrones boloñesa? Esto me huele a otra demanda
Consíderese demandado, sí. Anoche salí con unos fetuccini a la putanesca.
Mi abogado me ha pedido que no lave el tupper y que llame al pavo que me ligué.
Lo último es lo que más me jode, porque, aparte de ser un cafre, era de lo más insípido en todas las cuestiones.
¿Abogados? ¿Demandas?
Ejem, Gavilán oooo palooomaaa
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