Me da la impresión de que últimamente más que entradas hago incisos, pero es que cada vez estoy más convencido de que son los pequeños detalles los que abren ventanas en esas imaginarias cuatro paredes de uniformidad y rutina entre las que pasamos la mayor parte de nuestra vida diaria. Los pequeños detalles hacen que llegues con hambre del trabajo, que eches babas al dormir y que defeques con moderada regularidad. Cualquier cosa vale para encontrar ese punto de fuga: unas risas sin venir a cuento, un extraño edificio de tu ciudad en el que nunca habías reparado, una melodía que creías olvidada, verte la chorra un poco más gorda en el espejo... El viernes pasado, en un bar restaurante (o mejor resto-bar, que es lo mismo pero desde hace menos tiempo) donde mi amigo Melero y yo solemos quedar para tomar café y después cervezas negras o bien combinar la coca-cola con el contenido variable de una petaca y de paso escribir un guión, mi amada Silderia y el que suscribe probamos una sutil variación del conocido Ritual del Tequila (sal-tequila blanco-limón) que supuso todo un hallazgo y que explicaré a continuación para los no iniciados:
1. Coja el tarro de sal y, acto seguido, vuelva a colocarlo en la alacena. Si este paso le parece una pérdida de tiempo, pruebe a introducirse el tarro por el ano. En comparación, eso sí que le parecerá una pérdida de tiempo.
2. Vístase, baje al mini-market chino y compre un tarro de canela. Si en el chino no hay, aproveche para comprar tabaco y diríjase al supermercado. Si está cerrado espere a que abran, que no han dado ni las nueve, vieja mula borracha. Una vez abierto el establecimiento, entre y coja la canela. Ya que está allí, tráigase huevos y mortadela de aceitunas, que tiene la nevera que da pena verla. Vuelva a casa. Allí se dará cuenta de que se le ha olvidado comprar apio. Ya irá otro día. Si tiene canela en casa, cosa harto improbable ya que usted es muy poco de dulces, puede ahorrarse todo lo anterior.
3. Agarre el Tequila Añejo que su cuñada le dijo que le había traído de Acapulco pero cuya etiqueta reza 'Made in Canillas de Aceituno' e intente beber por un ojo. Es nuestra obligación advertirle que existe la posibilidad de que se arrepienta de esto último y que por lo general la gente se agobia cantidad con la tentativa. Allá usted. Nosotros no le obligamos a nada.
4. Coja un limón y hágase un zumo, si le apetece. Coja una naranja. Si no tiene, podría haber aprovechado que ha bajado al súper a por la canela, que está usted tonto. Corte un gajo. Le ha salido muy delgado. Corte otro. Ahí va.
5. Realice el Ritual del Tequila sustituyendo la sal por la canela, el tequila blanco por el tequila añejo, y el limón por la naranja. Si no le gusta para qué pregunta, zopenco.
De propina, la primera entrega del curso Inglés para Borrachos de Un beso de buenas noches de mil demonios (A hell of a good night kiss):
Un gentleman se encuentra a un hooligan con una tajada del fifteen agarrado a una farola (embracing a lamppost)
GENTLEMAN: How are you?
TRADUCTOR (OVER): ¿Cómo está?
HOOLIGAN (Blind drunk [ciego como una perra]): I'm fine, thanks.
TRADUCTOR (OVER): Voy fino, gracias.
5 comentarios:
¿Te importaría repetirme la receta? todavía no sé que hacer con el apio, la mortadela y la mantequilla.
A todo esto cómo de grande tiene que ser el salero para metérmelo por el culo, es que con los chicos no me atrevo, a ver si se pierden.
Parece que todavía no se te han pasado los efectos del alcohol de aquella noche.
Otra cosa confundiste la canela con azúcar morena, cuando la pusieron en la mesa, y eso que olía a canela.
A todo esto, es una mezcla que aconsejo, está de puta madre.
Un beso de buenas noches de mil demonios
Mis abogados vigilan cada palabra que escribe sobre estos temas, señor Sangreybesos.
Que ya está bien. Que no puede uno ser un dipsómano y que le estén poniendo estas zancadillas con tanta asociación y tanto consejito. A los borrachos, que nos den lo nuestro y se acabó la historia. (Cara de maruja perpetuamente indignada.)
¿Para cuándo el ritual con la absenta? Miedo me da si es tan destroyer como el del tequila.
La comunidad bloguera se extiende en la familia. Ahora hay que animar a la Ro.
vamos a ver por dónde empiezo...
Estupenda manera de narrar la receta de la mezcla explosiva, pero pa qué vá a querer alguien comprar apio?? pa qué???? si me dices, "los avíos del puchero" todavía me lo creo... pero apio???
Cuando se lo digamos al químico, lo flipa!!! Tiene que ser un bombazo!!!!!!
Estás llevando a mi cuñada por el mal way guei... !
cuando he leído familia, animar a la ro... he dicho "ya está, de cabeza la ro escribiendo..." pero noooo, noooo, que esto es seriecito, y yo sólo sé escribir "querido diario, hoy he perdido 100gr" jajjaja
Os quiero a toooodoooos!!!!
A tí no! que eres un borrrrraccchoooo!
No se me amontonen que tengo para todos:
Querida, la mantequilla la ha añadido tu calenturienta imaginación, que yo no la he nombrado. Ya me lo explicas luego. Nada de teoría, please, demostración empírica a ser posible. No sé nada sobre la utilidad anal de los saleros, pero de los botes de tabasco... eso ya son palabras mayores ,¡ejem! No confundí la canela con el azúcar moreno; lo confundí con la sal del mezcal, que está mezclada con escamas de gusano, o eso me dijeron una vez en la feria.
Que sepa, Sr. Montez, que estoy siendo asesorado nada menos que por los prestigiosos Flywheel, Shyster & Flywheel, que son los que están llevando el caso de Julián Muñoz. No me dirá que es no es cubrirse las espaldas. (No quiero tentar al diablo, pero ¿ha probado ya este flamante Ritual del Tequila? Vale, no he dicho nada)
Sr. Devlin (¿puedo llamarle T.?), el ritual de la absenta me lo tiene que explicar con detenimiento El Lolo, del que tanto hemos aprendido esta fauna de desaprensivos consanguíneos.
Ro, no te aconsejo que le digas al Químico nada sobre el apio, que lo añade a uno de sus cócteles a la voz de ya. Sabes que es verdad; estoy hablando del tipo que metió en la licuadora caldillo de aceitunas migas de magdalena y un mosquito con un combinado de vodka (Creo que lo bautizamos como "Martini").
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