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En los últimos años, el concepto de brochabilidad ha
traído de cabeza a algunos de los más eminentes eruditos del planeta, y a un
puñado de los menos eminentes también. De hecho, algunos de los eruditos más
subnormales han estudiado el tema con fruición. Tomemos, por ejemplo, el caso
del profesor en Metafísica y Otros Asuntos Complicados de Poner en Práctica Nemesio
Guisadillo, que afirma que la brochabilidad, o cualidad de Lo Potencialmente
Brochable, es la medida de la incertidumbre ante un conjunto de botes de
pintura, de los cuales solo se va a utilizar uno. “Esto desde un punto de vista
entrópico, naturalmente”, concluye el profesor, y se queda tan pancho. “Para
que unos zopencos como vosotros lo entendáis”, continúa el profesor cuando creíamos
que ya había concluido y estábamos recogiendo los bártulos, “imaginad al Ser
ante la Cosa y su Puta Madre; en este caso, digamos que el Ser en liza es Paco
Jesús Camacho, pintor de brocha gorda, la Cosa un muro que se extiende hasta el
infinito y que necesita una mano de pintura como el comer, y su Puta Madre un
muestrario de botes de pintura que Paco Jesús jamás ha utilizado antes, porque,
no sé, porque la marca que está acostumbrado a usar la han retirado del mercado
por la alta toxicidad de alguno de sus componentes, yo qué sé. Dejadme en paz”,
dice Guisadillo. “Digamos que Paco Jesús se a acercado a su proveedor habitual
para hacer acopio de material y encuentra el local cerrado, con un folio
escrito a mano y fijado con celofán a la persiana metálica que dice ‘Cerrado
por comunión de mi chiquillo’. Paco Jesús se caga en todo lo que se menea
porque quiere empezar cuanto antes con la mierda esa del muro que se extiende
hasta el infinito, y…”. Interrumpimos al profesor para preguntarle si el muro
que se extiende hasta el infinito tiene gotelé. “No sé. Sí, podría ser. Sería
una putada si así fuera. Pero es probable, sí”, concede Guisadillo. “Total”,
sigue, “que Paco Jesús se encuentra en la disyuntiva existencial de volver al
día siguiente por la mañana, lo cual supondría no empezar a pintar por lo menos
hasta mediodía, o buscar el material en otro sitio y empezar el trabajo a
primera hora del día siguiente. Elige la segunda opción porque, bueno, es un
muro que se extiende hasta el infinito y que, en el peor de los casos, tiene
gotelé y, a causa de ello, requiera extremo cuidado para no acabar parcheado”. Y
quizá necesite dos manos, añadimos. “Bueno, yo eso lo veo como una ventaja”,
asegura el profesor. “Porque, al ser un muro tan largo, al llegar al final,
podemos estar seguros de que el principio del muro estará seco del todo”. Señalamos
que, si el muro es infinito, Paco Jesús jamás llegará al final por mucho que corra.
“Bueno, es teóricamente imposible, en efecto”, dice Guisadillo. “Pero Paco
Jesús es un pintor español, de Vélez Málaga, concretamente, y, cuando se la
planta algo en los cojones… A él, que se trate de un muro infinito le suda la
polla. Tiene que terminar el trabajo y punto. Anda que no es nadie el Paco
Jesús”, afirma el profesor. Insistimos en que sería una tarea absolutamente
inabarcable, incluso desde el punto de vista de la física teórica. “¿Quién está
contando la historia, vosotros o yo?” Usted. “Entonces, dejad de tocarme los
huevos. ¿Por dónde iba?”, nos pregunta. Le decimos que Paco Jesús está esperando
su turno en la cola del puesto de castañas asadas. “Ah, sí, pues eso; Paco
Jesús está allí, todo ufano con su cucurucho de castañas asadas… Un momento, yo
no he dicho nada acerca de un puesto de castañas asadas. ¿Me están prestando
ustedes atención?”. Sí, sí. “Eeeeh… Ah,
ya; encuentra la tienda cerrada, sí. Entonces decide acercarse a una gran
superficie en busca de la pintura, aunque no le agrada en exceso la forzada cordialidad
que desprenden los vendedores de semejantes comercios, pero bueno, no le queda
otra. Cuando llega al centro comercial encuentra el pasillo de la pintura
contiguo a ese donde están expuestos los neumáticos, porque, desde un punto de
vista cosmológico, la disposición armónica de los centros comerciales es solo
aparente. Superficialmente, puede parecer que la cercanía entre la sección de
cosmética y la parafarmacia guarda cierta relación lógica, pero esta relación
es solo una entelequia de tres pares de cojones”. Disentimos educadamente. El
Ser puede comprar un maquillaje con efecto bronceado para resultarle atractivo
a su Ser-Pareja y luego dirigirse al pasillo paralelo para elegir unos condones
que se adapten a la particular idiosincrasia de su pene. En ese caso, la
relación lógica resulta aplastante. “Puede ser, pero su ejemplo abarca solo el
minúsculo porcentaje de orden que invariablemente persiste en un sistema
abocado al caos”, explica Guisadillo. Asentimos como si lo hubiéramos
entendido, y continúa: “Si cambiamos los parámetros de la Cosa o Cosas, su
relación lógica dejaría de funcionar; por ejemplo, tomemos una barra de labios
y un bote de agua oxigenada. Resulta complicado encontrar la correspondencia
lógica de manera inmediata. Bueno, a no ser que te vaya el rollo sado-maso,
claro”. Le rogamos a Guisadillo que continúe, pues a nosotros el rollo
sado-maso nos va cantidad. “Imaginemos que el Ser, esto es, el usuario de la
barra de la labios, pretende utilizar esa barra de labios, esto es, la Cosa,
para resultar libidinoso y pegarle un mordisco como un demonio al Pene Idiosincrático,
esto es, su Puta Madre, y… Otra vez nos hemos desviado del tema.” No, qué va;
vamos bien. “No, no, ¿de qué estábamos hablando? El pasillo de la pintura, sí.
Bueno, pues imagínense un pasillo infinito cuyos expositores están repletos de
bidones de pintura, ninguno de los cuales resulta familiar a Paco Jesús”. Preguntamos
si el pasillo de los neumáticos es también infinito. “Hombre, yo no lo he
visto, pero me calculo yo que sí”. Coño. “Sí. Hasta ruedas de tractor, debe de
haber allí. En fin, que Paco Jesús se encuentra ante una inacabable variedad
de marcas de pintura desconocidas para él. Está ante lo que algunos con pelos
de loco como yo conocemos como Incerteza Absoluta. ¿Cómo reacciona Paco Jesús
ante semejante dilema?”. A nosotros que nos registren. “Preguntándole al
vendedor”. Ah, claro. “Lo que pasa es que el vendedor lleva allí dos días
trabajando, y encima ese preciso día está sustituyendo al encargado de la
sección de pinturas”. ¿Para qué sección fue contratado originalmente? “Enseres
de jardín, a mí qué coño me cuentas. Como os iba diciendo, Paco Jesús no
encuentra ningún indicativo que le confirme cuál, de entre toda esa infinidad
de pinturas, posee las mejores prestaciones en materia de brochabilidad, aunque
en alguno bidones se pueda leer claramente ‘Excelente brochabilidad’, ya que
Paco Jesús no sabe si, en efecto, la pintura contenida en esos bidones es
óptimamente brochable o solo se trata de un reclamo comercial. Porque Paco
Jesús, aunque se encuentra en una situación desconocida, sí que posee cierta
experiencia en su terreno. Por ejemplo, sabe que los productos en cuyo
recipiente se puede leer ‘Calidad Extra’ son en realidad una porquería”.
Asentimos, tratando de que nuestra mirada no delate que guardamos en el
lavadero un bote de aguarrás calidad extra. “Dicho esto, a Paco Jesús solo le
queda, o bien fiarse de la sabiduría precognitiva conocida como instinto o bien
asumir una elección arbitraria, lo cual a escala cósmica significa la misma
mierda. Añadamos a la ecuación el hecho de que la variedad es infinita, sí,
pero el centro comercial cierra a las diez y ya son las nueve menos cuarto. Así
que Paco Jesús se ve obligado a elegir una pintura al azar, nombre científico
dado a la Divina Providencia, y pasa por caja, no sin antes añadir a la cesta
dos tarros de rodajas de piña en almíbar que le ha encargado su parienta”, dice
el profesor. “Debo aclarar que cuando hablo de un solo bidón de pintura estoy
haciendo una reducción al absurdo, naturalmente. Para transportar el número de
bidones de pintura necesario para pintar un muro que se extiende al infinito,
Paco Jesús precisaría, como mínimo, de un Contenedor Transversal de
Antimateria, pero solo dispone de una mierda de furgoneta desguarnecida de la
que le quedan aún dos letras por pagar”. Guisadillo hace una pausa, pensativo.
“Miento; tres letras, porque la última le vino devuelta al banco”. ¿Qué es un
Contenedor Transversal de Antimateria?, preguntamos. “Un chisme revolucionario cuyo
funcionamiento nadie entiende”. ¿Tan sofisticado es? “No solo es sofisticado”,
afirma Guisadillo, “sino que su inventor, el egregio profesor Joseph Von
Bastich, guardó el folleto de instrucciones en un cajón y ahora no lo
encuentra. Ya saben ustedes que, a día de hoy, los folletos de instrucciones
siguen siendo uno de los misterios más puñeteros de la ciencia. Te llevas
meses, o años, viendo el puto folleto de la lavadora cada vez que abres el
cajón, y, cuando de verdad te hace falta…”. No lo encuentras, finalizamos la
frase del profesor. “En efecto. El mismo Von Bastich lleva años estudiando este
molesto fenómeno, y ha formulado una hipótesis según la cual los folletos de
instrucciones han logrado por medios desconocidos provocar la formación de
microagujeros negros a través de los cuales acceden a una dimensión paralela
repleta de folletos de instrucciones”. Y de calcetines desparejados,
probablemente, añadimos nosotros. “Sí, bueno, eso habría que verlo”, dice
Guisadillo mientras nos lanza esa familiar mirada desafiante que nos han
dedicado tantos y tantos hombres de ciencia a lo largo de nuestra extensa
trayectoria divulgativa cada vez que proponemos una teoría insensata. “¿Qué iba
diciendo antes de que se me fuera otra vez la perola?”, pregunta Guisadillo. Ni
puta idea, confesamos cuando hemos comprobado que llevamos tres años sin
cambiarle las pilas a la grabadora. “Ah, sí. Paco Jesús se dirige al sitio del
muro que se extiende hasta el infinito asaltado por las dudas. La posibilidad
de que la pintura que ha elegido sea idealmente brochable es de una entre un
millón, aunque él calcula que es de una entre dos millones porque, bueno, es
pintor, no un experto en estadística, y además ese día se ha levantado un poco
depre y lo ve todo muy negro. Entonces llega al sitio y, ¿qué se encuentra?”.
¿Qué?, preguntamos, ahítos de expectación. “Que el muro ha sido derribado”.
Coño, qué bajón. “No, que va”, dice el profesor. “A nivel particular este hecho
arroja un resultado no concluyente acerca del asunto de la brochabilidad, pero,
a la larga, y desde un punto de vista global, es lo más conveniente. Tengan en
cuenta que las partes que el muro separaba se han reunificado. El sistema
funciona”. Todo eso está muy bien, pero Paco Jesús se ha quedado sin cobrar, no
te jode.
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