Nota del editor: Kawentoh vendría a significar "Vaya por Dios" en japonés. De nada.
-¡Jean-Claude! ¡Jean-Claude!
...
-¿Jean-Claude?
Finalmente, mis peores temores se habían
hecho realidad. Después de tres años de abandono de mis labores
caciquiles, mi otrora leal mayordomo había decido colgar la
levita y buscarse las habichuelas por su cuenta. Nada tengo que echarle en
cara, teniendo en cuenta el...
-Ah, es usted,
señor –dijo una voz a mis espaldas. Sus palabras se clavaron en mi cogote con la
frialdad del silenciador de una pistola de pequeño calibre.
-¡Coño, Jean-Claude, qué susto me has
dado!
-Lamento haber interrumpido su desolador
soliloquio de manera tan inconvenientemente abrupta, señor –se disculpó
Jean-Claude.
A pesar de la
gélida tonalidad de su voz y la imperturbable expresión de su rostro, creí ver
en los ojos de mi lacayo la melancólica mirada de la madre a la que sigue le
sigue sobrando demasiado potaje de acelgas a la hora del almuerzo mucho tiempo
después de que sus hijos se hayan independizado.
-¡Jean-Claude, vieja mula, ven a mis
brazos! –dije cuando recuperé la compostura.
-¿Es absolutamente necesario, amo?
-Qué insidioso eres, esbirro de mis entretelas
–dije bajando los brazos-. ¿Y bien? ¿Qué se cuece por aquí? ¿La ha palmado
algún pariente lejano asquerosamente rico que haya tenido el tino de acordarse
de mí en su testamento?
-¿Le puedo preguntar dónde se ha metido estos
tres últimos años, señor? –preguntó Jean-Claude, haciendo caso omiso a mis
intereses crematísticos.
-Es una larga historia, supongo.
-¿Supone, señor?
-Los sucesos de mi pasado reciente no
acuden con facilidad a mi memoria. ¿Recuerdas aquella mañana en que te
dije "Jean-Claude, salgo a comprar churros, ve preparándome el
chocolate"?
-Cómo olvidarlo, milord.
-Bien, pues eso hice. Fui a comprar
churros hace tres años y la semana pasada desperté
desnudo a orillas del Volga. Supongo que a una mente
avispada como la tuya no le será difícil imaginar qué ocurrió
entre los puntos A y B, pero te insto a que no me hagas entrar
en detalles. Más que nada porque no recuerdo un cipote de lo sucedido. Leves
destellos en la niebla, nada más.
-Nada más alejado de mi intención el
hurgar en los recuerdos reprimidos de su psique, milord.
-Gracias, Jean-Claude. Siempre he
sabido que detrás de esa fachada de hormigón y muy cerca del palo de
esa escoba que tienes metida por el culo late un
corazón comprensivo.
-Creo que sabré rellenar los espacios en
blanco merced a ese vídeo suyo que circula por internet, amo.
-¿Hay un vídeo mío circulando por ahí?
-Eso me temo, milord.
-¿Qué clase de vídeo? ¿Del tipo
"Menda borracho se acerca al arcén para mear y se cae por un
barranco" o del tipo "Menda borracho protagoniza un bochornoso
incidente diplomático en Namibia"?
-Observo con regocijo que su inconsciente
intenta abrirse paso entre la negrura de su cerebro, señor –dijo Jean-Claude,
que jamás había mostrado señal alguna de regocijo en toda su vida-. En
realidad, podría decirse que se trata de una mezcolanza de ambos conceptos.
-¿"Menda borracho se acerca al arcén
para mear y se cae por un barranco, arrastrando con él a la hija
primogénita del presidente de Namibia"?
-Ocurrió en Zambia, me temo. Es mi
deber comunicarle que el embajador llama cada dos días para
exigir una explicación.
-Que espere sentado. Nunca asumo la
responsabilidad de mis actos cuando estoy hasta el culo
de láudano. Además, la culpa fue de ella por acercase tanto. "A
la luz de la luna la gallarda silueta de tu pene resulta mesmerizante",
dijo justo antes de acabar en el fondo de una hondonada con el tocado lleno de
boñiga de cabra.
-¿Debo suponer que ahora que ha vuelto
reanudará su labor profesional, milord?
-¿Mis ponencias, dices?
Sisisisisí, naturalmente –dije retorciéndome las manos-. Eeeh,
Jean-Claude, el caso es que he estado tres años fuera, la mayor parte de ellos
en un estado de consciencia relativa, y no tengo ni idea de qué temas le
interesan al público desde la muerte de Bin Laden.
-Bueno, señor, entre los asuntos de
candente actualidad se podrían nombrar la crisis económica, la corrupción
política, la alarmante subida del desempleo…
-Pues vaya plan. Ahora a ver cómo me las
compongo para condimentar tan insípidas cuestiones con asuntos que yo domine…
Eeeeh, dime qué te parece: “Impacto global de la corrupción política en los
mercados internacionales: Consecuencias, tetas y culos”. Empezaré hablando de tetas
y culos y antes de meterme en berenjenales daré por terminada la asamblea
rociando a los asistentes con un bidón de aguarrás.
Mi fiel mayordomo suspiró.
-Besos de buenas noches en la picha,
milord.
-Coño, ¿ya te vas a acostar? Pero si no
son ni las… –me miré la muñeca desnuda-. ¡¿Donde cojones está mi reloj de platino y diamantes, el legado
que me dejó mi querido abuelo por toda herencia?! Ah, mierda, ya recuerdo.
Aquella estúpida apuesta. Jean-Claude, ve concertándome cita con el tío que me
hace las colonoscopias. No le des explicaciones; solo adelántale que, al
contrario de lo que él cree, aún no lo ha visto todo. ¿De qué estábamos
hablando?
-De besos de buenas noches en la picha,
señor.
-Ah, de eso te quería hablar yo. No quiero
que creas que te censuro, mi querido Jean-Claude, pero “Un beso de buenas
noches en la picha” me parece una fórmula de despedida en exceso atrevida
viniendo de alguien que todavía se quita el sombrero cuando pasa delante de una
dama.
-Me temo que no me he expresado con
claridad, señor; lo que quería decir es que ya son varias las personas que han
visitado nuestras humildes instalaciones buscando información sobre besos de
buenas noches en la picha.
-¡Ah! –exclamé estupefacto-. Entonces, no
sabes cómo me alegro de haber vuelto. De vez en cuando resulta muy gratificante
volver al estado precivilizado, pero un caballero que se precie
siempre ha de saber cuándo debe pegar un zapatazo bien dado y poner
sobre la mesa las cuestiones que de verdad importan e inquietan al conjunto
general de la sociedad.
(Vítores y aplausos de los
asistentes. Yo aprovecho el estruendo general para tirarme un buen pedo. A
continuación, me quedo tan a gusto).
-¡Maestro! ¡Oh, iluminado! –dijo uno que
se encontraba en tercera fila.
-¡No sabe cómo le echábamos de menos!
–dijo uno que se encontraba en segunda fila
-¡Cojones, valiente peste a mierda! –dijo
uno que se encontraba en primera fila.
Me aclaré la garganta y me dispuse a
pronunciar las palabras que a ciencia cierta todos mis seguidores estaban anhelando
volver a oír.
Estimados hijos de una zarigüeya sarnosa:
(Larga ovación. Asiento con fingida
humildad).
¿Quién no ha recibido alguna vez un
amoroso beso de buenas noches en la picha? Vosotros seguro que no, porque se nota a la legua que no os cambiáis
los calzoncillos con algo que merezca siquiera remotamente llamarse “cierta frecuencia”, pero todos hemos soñado con ello alguna vez.
Si hemos de hacer caso a las estadísticas, que a nosotros nos la traen floja
pero nos consta que hay individuos a los que no, en los últimos años se ha
dejado notar lo que los expertos denominan un cambio de tendencia. El aparente
aumento en la práctica de otorgar besos de buenas noches en la picha provocó
que el eminente sociólogo Francisco Manuel Vizcaíno Ortigosa asegurara con
prematuro entusiasmo que el dato “demuestra que la Humanidad ya está preparada
para su siguiente paso evolutivo”. Desafortunadamente, la teoría de Ortigosa
fue rápidamente rebatida por su propia madre, cuando le ofreció para cenar
“cocretas” y le comentó que al día siguiente iban a venir los de la cristalería
a ponerle las mamparas de “metraquilato”. Para todos vosotros, que sois unos
cenutrios, los besos de buenas noches en la picha os pueden parecer un
revolucionario descubrimiento de la era moderna; nada más lejos de la verdad. Después
de una ardua investigación, en la que se invirtió una ingente cantidad de
dinero procedente del asalto a un puesto de papas asadas, el Departamento de
Estudios Históricos, Antropológicos y de Tetas y Culos de Un beso de buenas
noches de mil demonios ha descubierto los legendarios Diarios de Viaje del
célebre explorador y aventurero Adalberto Palomares, que fueron encontrados en
el botiquín de la señora Sagrario Felpúdez y que se creían perdidos para
siempre, sobre todo porque uno no espera hallar un documento histórico de
incalculable valor al lado de una caja de antibióticos caducados. Adalberto
Palomares fue un pionero; nada menos que el primer español que viajó al Continente
Negro y regresó a su patria con el cuerpo lleno de ronchas de aspecto muy feo y
un chimpancé al que se solía referirse sospechosamente como “Querida”. A
continuación os ofrecemos un extracto del primer volumen de sus Diarios,
titulado “Negros muy negros con los dientes muy blancos”:
19 de marzo
Los habitantes de la tribu que acaba de darnos cobijo son conocidos por
estos lares como los Ngngngng, que, según nuestro guía nativo, en castellano
vendría a significar “Tengo un bólido en la parrilla de salida que se niega a
arrancar”, o bien, en una acepción más sucinta, "Tengo un estreñimiento feroz". Después de invitarnos a cenar unos testículos en su salsa
procedentes de un rumiante sin determinar, con guarnición de prepucio ahumado y
ladillas fritas para darle un toque crujiente, nuestra expedición fue testigo
mudo de los fascinantes rituales de la tribu. Los Ngngngngones parecen
idolatrar a un, ¿cómo lo describiría?... Gigantesco falo de madera tallado a
mano. Nuestro guía nos explicó que se trataba de una representación de su Dios
de la Fertilidad. Cada noche, los hombres de la tribu dan gracias a su Dios por
la fecundidad de sus mujeres. Por otra parte, parece ser que las mujeres de la
tribu adoran las pollas bien gordas, así que todos contentos. Después de que
todos los habitantes del poblado hubieron besado la representación de su Dios,
el chamán de la tribu susurró al oído de nuestro guía una cuestión que en
seguida me traslado a mí: "¿Acaso tiene su Dios un cipote tan grande?". Me mostré
complacido por el interés del chamán en las creencias religiosas del mundo civilizado,
pero debo confesar que me desagradó el tono desafiante en que formuló la
pregunta.
Sin embargo, todo indica que la práctica
de besar pichas antes de irse a dormir se remonta a la era de los faraones
egipcios, por lo menos, según un extenso e interesantísimo artículo del que
solo nos hemos leído el título y los pies de foto firmado por el arqueólogo italiano Ernesto Calducci, al
que no conocemos personalmente pero que nos han dicho que mastica con la boca
abierta. En el citado artículo, publicado en la prestigiosa revista Momia Hoy, Calducci asegura que, examinando los restos de Akhenatón,
halló manchas de carmín en los genitales, descubrimiento que causó un gran
impacto en el campo de la arqueología y en el de la industria cosmética. “En un principio nos resistimos a dar crédito
a este descubrimiento”, nos asegura en unas declaraciones en exclusiva
Wilhemina Kastroff, presidenta de la multinacional Maquillajes Kastroff. “Imagínese;
nosotros llevamos años tratando de hallar la fórmula de un pintalabios realmente indeleble, siempre con
frustrantes resultados, y ahora van estos egipcios del 1300 antes de Cristo y,
con un puñado de insectos machacados…” Suspira y da un sorbo a su Tequila
Sunrise. “Y, ejem, claro, luego está todo eso del misterio de la construcción
de las pirámides. Porque, ¿cómo lo hicieron, a ver?” Es nuestro deber admitir
que no supimos qué responder a la señorita Kastroff; nosotros solo habíamos ido
a su casa para intentar fotografiarla en topless, pero, por lo visto, aquel día
la pillamos con ganas de conversar.
Como hemos dicho al principio, la práctica
del beso de buenas noches en la picha parece estar disfrutando de un tímido
resurgimiento. A pesar de todo, los investigadores del Departamento de
Osculología de la Universidad de Wisconsin están de acuerdo en que aún es
pronto para cantar victoria, y tienen razón; solo son las seis de la mañana,
por el amor de Cristo, y el vecino del 3º A está esperando la mínima
oportunidad para plantar una denuncia a los investigadores. “¡Me tenéis frito,
cabrones!”, aseguró en cierta ocasión el vecino del 3º A. “¡Como vuelva
escuchar una colisión de partículas subatómicas más, os juro por mi madre, que
Dios tenga en su Gloria, que esta noche dormís todos en el cuartelillo!”. De acuerdo con un reciente estudio realizado
por la citada entidad: “Solo un 0’00001% de la población mundial no tiene
reparos en solicitar a su pareja un beso de buenas noches en su miembro viril”, aclarando de paso que cuando dicen “población
mundial”, se refieren principalmente a una comunidad de vecinos del sureste de
Ohio, estado sobradamente conocido por la reticencia de sus ciudadanos a hablar
de pollas en público. Como dicho estudio nos pareció a todas luces
insuficiente, decidimos comisionar un experimento sin precedentes a nuestro
Departamento de I+D+i+Tetas+Culos, que seleccionó diligentemente a un Sujeto A
y una Sujeto B para llevar a cabo la investigación que reproducimos a
continuación.
SUJETO A (despertando de su letargo): ¿Eh? ¿Qué? ¡¿Dónde coño estoy?! ¡¿Qué
cojones hago yo en pelotas?!
INVESTIGADOR (grabadora en mano): Tranquilo, amigo; está formando parte de un
experimento sin precedentes.
SUJETO A: ¡Joder, esto me pasa por ser amable! Se me acerca una supuesta trabajadora de la industria
farmacéutica, me pregunta, “¿Le importaría decirme sus impresiones acerca de este
nuevo cloroformo con aroma a lavanda?”, y zas, allí que me acerco yo a hacer el
gilipollas. Que, por cierto, díganle a la señorita que de aroma a lavanda, nada, que eso era cloroformo
normal de toda la vida de Dios.
INVESTIGADOR: Alegre esa cara, hombre, que
está a punto de hacer historia.
SUJETO A: Me va a permitir que lo dude,
caballero. No sé yo de muchas personalidades eminentes que hayan hecho historia
con los huevos al aire.
SUJETO B (entrando en la sala): Estoy preparada.
SUJETO A (tapándose los genitales con las manos): ¡Eh, señorita! ¿Es que no
le han enseñado a llamar a la puerta?
INVESTIGADOR: La señorita forma parte del
experimento.
SUJETO B: Relájate, machote.
SUJETO A: ¿Cómo que machote? ¿Cuándo hemos
tomado café usted y yo?
INVESTIGADOR: El experimento es muy
sencillo. Lo único que tiene que hacer usted es tumbarse en la cama, relajarse
y dejarse besar el pene por esta moza tan amable.
SUJETO A: Ea, pues después va usted y se
lo explica a mi madre, que tiene ochenta años y cree que ahora estoy
trabajando.
INVESTIGADOR (a la grabadora): Al principio del experimento, el Sujeto A se
muestra tenso.
SUJETO A: ¿Cómo coño quiere que no esté
tenso, si me han drogado, secuestrado,
llevado a un laboratorio de ubicación incierta, despelotado y encima pretende
que una desconocida me bese el pene, me cago en mi puta calavera? ¡¿Cómo se
mostraría usted en mi lugar?!
INVESTIGADOR: ¿Yo? Totalmente tranquilo y
colaborador.
SUJETO A: Bueno, viniendo de usted, no me
extraña, con la cara de pervertido que tiene. ¡Fetichista!
SUJETO B: ¿Te vas a dejar hacer o no,
nene?
SUJETO A: Bueno, lo voy a hacer por usted,
señorita, que se le ve en la cara que tiene buen fondo. Ahora, que si llega a
ser por el tontopollas este del radiocasete…
SUJETO B: Eeeeso, así, túmbate…
SUJETO A: ¿Así boca arriba estoy bien, o
cojo otra postura?
INVESTIGADOR: Está perfecto. ¿Quiere
relajarse de una vez?
SUJETO A: ¡Y dale molino con la
relajación! ¡A ver si pretende que alcance el nirvana con esos carnosos labios
acercándose lentamente a mi cirulo!
SUJETO B: ¡MUAC!
INVESTIGADOR (a la grabadora): Una vez llevado a cabo el beso, podemos observar
cómo al Sujeto A se le empieza a poner morcillona…
SUJETO A: ¡Pero, oiga! ¿Se puede saber en
que porquería de universidad ha estudiado usted?
Las conclusiones del experimento
resultaron muy reveladoras: Tras su finalización, la Sujeto B no tuvo problemas
para conciliar el sueño y durmió toda la noche de un tirón, mientras que el
Sujeto A estuvo dando vueltas en la cama y hasta en dos ocasiones tuvo que
encerrarse en el baño a cascarse una manola.
SUJETO A: ¡No te jode! ¡¿Es que ustedes lo
tienen que contar todo aquí?!
¿Qué nos sugieren estos resultados? Pues
que, quizá, recibir un beso de buenas noches en la picha no sea lo más indicado
antes de irse a dormir. Por una vez no podemos estar más de acuerdo con los
investigadores del Departamento de Osculología de la Universidad de Wisconsin,
cuando afirman en el informe final de su estudio: “El 99% de los encuestados asegura
que después de recibir un beso de buenas noches en el miembro viril no puede
conciliar el sueño con facilidad , lo cual quiere decir que a) o bien el contacto
de los labios con el aparato genital masculino tiene un efecto fisiológico
parecido al de ciertos estupefacientes vasodilatadores basados en los
alcaloides, como la farlopa, conclusión que no nos creemos ni nosotros, que
somos los que la hemos planteado, o b) los receptores del beso ansían un avance
en el tratamiento oral de su pene”. Este
“avance en el tratamiento oral del pene” al que se refieren los investigadores
bien puede tratarse del llamado “Lametón", o, en un nivel más
avanzado, de la “Mamada”, también llamada “Mamazo”, o, si lo prefieren,
“Felación”, para no herir la sensibilidad del capullo con pinta de catedrático de la cuarta fila.
-Disculpe, caballero –me interrumpió una
voz que, dada su condición escasamente aguardentosa, supuse que no provenía de
alguien inscrito en mi Club Oficial de Lameculos. Mis sospechas se confirmaron
cuando comprobé que se trataba de una mujer.
-¡Coño, una hembra! ¿Qué puedo hacer por
usted, musa de los poetas, dadora de vida, manantial de feromonas?
-Solo quería decirle dos cosas: La primera,
que su discurso me está pareciendo intolerablemente sexista. La segunda, que si
me puede ayudar a colgar esta estantería en mi sala de estar.
-Vaya por Dios. Jean-Claude, añade a las
feministas a nuestro Libro Gordo de Colectivos Ofendidos.
-Inauguraré con presteza el tercer
volumen, señor.
-Lo único que yo digo –continuó la
muchacha- es que aquí, mucho hablar de besar pichas, y muy poco de besar
vulvas.
-Eh, eh, pare el carro, mi buena moza. Que
quede claro que a mí el tema de los besos de buenas noches en la picha me interesa
lo justito.
-Creo que hablo en nombre de todos cuando
digo que a nosotros también –dijo uno que siempre cree que habla en nombre de
todos.
-Coño, ¿y por qué no me interrumpís, que
tengo la boca seca de tanto darle al filete? –le pegué un sorbo a mi agua con
gas-. ¡¿Pero qué mierda pinta aquí esta mariconada de agua con gas?!
-¡Ejem! –dijo la muchacha.
-Ah, disculpe, señorita –carraspeé-. Como
le decía, a mí, y al parecer al resto de los presentes, lo de los besos de
buenas noches en la picha nos la trae al fresco. ¿Preferiría usted que tratáramos el mucho
más sugestivo tema de los besos de buenas noches en la vulva?
-Es que ahora no me apetece.
-Me lo temía.
2 comentarios:
Ves? Si te doy un beso de buenas noches en la picha, cipote, polla, falo, etc. No duermes amor.
Lo confirman los estudios de este mal nacido ficticio tuyo y parece un estudio respetabole.
Cariño, como bien sabes, los estudios que llevamos a cabo en esta santa casa están basados lejanamente en los de la respetable Universidad de Wisconsin, que fallan más que una escopeta de caña, pero que, después de un sondeo, hemos descubierto que son los únicos que no nos demandarían por plagio.
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