INT. HABITACIÓN DE HOTEL. DÍA.
Una
elegante habitación de hotel, preparada para recibir a un nuevo huésped. El
inodoro está precintado, aunque nosotros no lo podemos ver; crean en nuestra
palabra. Se abre la puerta y entra ¡CEROCOMACEROCINCO, el más discreto de los
agentes del Servicio Secreto! El agente arrastra sus maleta con ruedas hasta el
centro de la habitación y suelta su chaqueta sobre la cama. Tiene la camisa
empapada de sudor y se nota que se acaba de aflojar la corbata en el ascensor. Se
dirige hacia el teléfono y marca un número. La línea suena unos segundos hasta
que alguien descuelga al otro lado.
ANGIE (off):
Residencia del agente secreto Cerocomacerocinco y su esposa Angustias Míguez.
CEROCOMACEROCINCO: Angie, soy tu marido. ¿Te has parado a
estudiar con detenimiento alguna vez el nombre de mi profesión? “Agente
secreto”. La clave está en la palabra “secreto”.
ANGIE (off): Ay,
hijo, perdóname por ir por ahí presumiendo de ti. ¿Qué quieres que le diga a la
gente que eres? ¿Agricultor?
CEROCOMACEROCINCO: Funcionario. Ya lo hablamos la última
vez.
ANGIE (off):
Eso ya se lo dije el mes pasado a la Ramona, la de la frutería. ¿Te lo conté?
Creo que te lo conté. Y la Ramona dijo, “¿Qué clase de funcionario? Porque hay
muchas clases de funcionarios: Policías, médicos, maestros, esos que repintan
los pasos de cebra y le cambian las bombillas a las farolas…”. Me puse nerviosa
y le dije que de esos últimos. Ahora todo el barrio cree que te dedicas a
repintar pasos de cebra y a cambiar las bombillas de las farolas. Y me da mucha
rabia, por eso al teléfono digo tu verdadera profesión. Lo malo es cuando estás
de viaje. Hace dos semanas, cuando atrapaste a ese líder terrorista, ¿te
acuerdas? Virtudes la del quinto vino a cobrar la comunidad y me preguntó por
ti. “Está repintando pasos de cebra en Kazajistán”, le tuve que decir. Ahí
estuve rápida; le conté que formabas parte de un tratado internacional de
intercambio de repintores de pasos de cebra. ¿Se dice “repintores” o
“repintadores”? Porque si el que pinta es un pintor, y no un pintador, el que
repinta será un repintor, vamos, digo yo.
CEROCOMACEROCINCO (masajeándose
con dos dedos el tabique nasal): Angie, mira, acabo de llegar al hotel…
ANGIE (off):
¿Qué tiempo hace en Estambul?
CEROCOMACEROCINCO: Mucho calor. Estoy chorreando de
sudor. Oye…
ANGIE (off):
Ahora te quitas los zapatos y metes los pies en agua con sal, que si no se te
hinchan que da susto verlos. ¿Tienen bidés en Estambul?
CEROCOMACEROCINCO: Cariño, ¿me quieres escuchar?
ANGIE (off):
Ay, hijo, qué ciezo te pones. Dime.
CEROCOMACEROCINCO: Mira a ver si me he dejado el cargador
del móvil en la mesita de noche.
ANGIE (off):
¿El del móvil tuyo o el del trabajo?
CEROCOMACEROCINCO: El del trabajo. No he mirado en la
maleta, pero me da la impresión de que se me ha olvidado meterlo.
ANGIE (off):
Espera que lo mire, que tengo el ilalámbrico… ilarámbrico…
CEROCOMACEROCINCO: Inalámbrico.
ANGIE (off):
Iralámbrico.
CEROCOMACEROCINCO: I-na-lám…
ANGIE (off):
Ah, mira, sí, aquí está. Te lo has dejado aquí, sí.
CEROCOMACEROCINCO: Mierda.
ANGIE (off):
¿Te hace mucha falta?
CEROCOMACEROCINCO: Pues claro que me hace mucha falta.
ANGIE (off): ¿Y
no le sirve el cargador de tu móvil?
CEROCOMACEROCINCO: No, no le sirve. El móvil de empresa
es un nuevo modelo de prueba desarrollado por nuestro Departamento de I+D+i.
ANGIE (off): ¿Y
el italiano ese no te puede mandar otro cargador por correo certificado?
CEROCOMACEROCINCO: ¿Qué italiano?
ANGIE (off): El
italiano ese del departamento. ¿Cómo has dicho que se llama? ¿Ildemassi?
CEROCOMACEROCINCO: ¡Qué Ildemassi ni qué cojones! ¡Yo he
dicho Departamento de I-más-De-más-i!
ANGIE (off): ¿Y
eso qué es?
CEROCOMACEROCINCO: Pues… (Suspira) El laboratorio.
ANGIE (off):
Los que construyen los cacharritos.
CEROCOMACEROCINCO: Equilicuá.
ANGIE (off):
Pues vaya plan. Y, oye, ¿el móvil tuyo no te hace el avío?
CEROCOMACEROCINCO: Pero cómo me va a hacer el avío,
mujer. Si el móvil de empresa tiene rayos X, infrarrojos, ultravioleta, láser…
ANGIE (off):
Uy, el láser; no me lo recuerdes.
CEROCOMACEROCINCO: ¿Qué pasa?
ANGIE (off): No
te lo iba a contar, pero es que me cuesta mucho guardar un secreto.
CEROCOMACEROCINCO: No me jodas.
ANGIE (off): El
otro día te cogí el móvil del trabajo para llamar a mi madre.
CEROCOMACEROCINCO: ¿Qué?
ANGIE (off): La
batería del mío se estaba cargando, y cogí el tuyo. Salí a hablar al balcón,
¿sabes? Para fumarme un cigarrito, porque como no te gusta que la casa huela a
tabaco…
CEROCOMACEROCINCO: Abrevia, Angie.
ANGIE (off):
Total, que cuando terminé de hablar con mi madre fui a colgar, y no sé a qué le
di, que le pegué fuego al toldo.
CEROCOMACEROCINCO: ¡Me dijiste que había sido un tío con
una bengala!
ANGIE (off):
No. Fui yo con el láser. Perdona, Cerocoma.
CEROCOMACEROCINCO (se
pasa la mano por la cara): Bueno, no pasa nada. Lo hecho, hecho está. Pero
no vuelvas a toquetear mí móvil de empresa, ¿de acuerdo? Es un arma
ultratecnológica peligrosísima.
ANGIE (off): Te
juro que yo no he estado toqueteando el móvil. Solo aquella vez del toldo. Y,
bueno, cuando me descargué la aplicación esa que suena como un pedo.
CEROCOMACEROCINCO: ¡¿Fuiste tú?!
ANGIE (off):
Uy, qué alto se te escucha ahora.
CEROCOMACEROCINCO: ¡No se me escucha alto! ¡Estoy
gritando!
ANGIE (off):
¿No te hizo gracia?
CEROCOMACEROCINCO: ¡Uy, una gracia que te cagas! Estaba
intentando pillar a un importante traficante de armas cerrando un trato con un
político corrupto y, en vez de una foto acusadora, les tiré un cuesco. No veas
qué risa.
ANGIE (off):
¿Estás disgustado?
CEROCOMACEROCINCO (suspira):
No, no estoy disgustado… Bueno, sí estoy disgustado, pero no por lo del toldo,
ni porque me hayan prohibido la entrada a la Embajada de Ruanda por culpa del
puto pedo. Es por mi mala cabeza. Necesito el móvil para infiltrarme en la
guarida secreta de Octavius Starkweather.
ANGIE (off):
¿Ese quién es?
CEROCOMACEROCINCO: Octavius Starkweather. Mi
archienemigo. Te he hablado de él cientos de veces.
ANGIE (off):
¿Ese que es calvo?
CEROCOMACEROCINCO: El calvo, sí.
ANGIE (off): ¿Y
por qué no te compras un mono?
CEROCOMACEROCINCO: Angie, ¿te has vuelto loca, o estás
manteniendo una conversación paralela con un organillero?
ANGIE (off): No
me has entendido; me refiero a un mono de trabajo. Te compras un mono, te
plantas en la guarida secreta, y les dices a los guardas que vienes a
cambiarles las bombillas. Cómprate también si eso un bigote postizo, para que
no te reconozcan. Se me acaba de ocurrir.
CEROCOMACEROCINCO: Sí, como estratega te vamos a
contratar en el Servicio Secreto, no te jode.
ANGIE (off):
Ay, hijo, es que nunca estás conforme con nada. Te he metido el pijama de
algodón en la maleta, ¿lo has visto? Como, según tú, el de franela te da
picores…
CEROCOMACEROCINCO: Sí, bien, mira, Angie, te llamo luego,
¿vale? Voy a deshacer el equipaje, meterme en la ducha, y después voy a llamar
a Arbogast, que se va a poner hecho un verraco cuando le cuente lo del
cargador.
ANGIE
(off): Bueno, cena ligerito, ¿eh? Y
nada de martinis con vodka, que al principio muy bien, pero luego te sientan
como un tiro.
4 comentarios:
jajajaja, si es que las mujeres se tienen que meter en todo para complicarlo aún más...
Saludos.
Mira que le tiene dicho que deje en paz las armas ultratecnológicas peligrosísimas, pues nada...
Que bueno!!!
Jamaz me perdia un episodio de ellos!!!Me hacian reir mucho...Eran muy buenos
Gracias por compartir
Abrazos
Victoria: ¡Gracias a ti por seguir nuestras alegres peripecias, caramba!
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